Educación universitaria: ¿burbuja o inversión?

NR – Hoy la educación y los títulos solos no bastan, hay que saber trabajar.

Educación universitaria: ¿burbuja o inversión?

10 de abril de 2012 – Opinión – 

Por todos y todas es conocido que no hay trabajo para todos los que quieran trabajar.

 

Como parte de la dosis de valores inculcados por nuestros familiares, muchos crecimos escuchando que la mejor inversión en la vida era la educación. Por tanto, la conclusión lógica de este pensamiento era que no importa lo que cueste la educación hay que tenerla porque se debe considerar como una inversión, no como un gasto.

Pero lo mismo escuchamos de nuestros familiares cuando nos decían que el mejor negocio era comprar una vivienda porque esta nunca pierde valor. Más bien todo lo contrario, una vivienda siempre aumenta de valor todos los años, y más en una isla con terreno desarrollable limitado. Hoy sabemos que nuestros familiares se equivocaron en la recomendación de la vivienda como mejor negocio, pues actualmente hay decenas de miles de viviendas cuyos valores están por debajo del precio de compraventa original, y muchas otras deben más de lo que valen. ¿Se habrán equivocado nuestros familiares en cuanto a la inversión en la educación?

Esta pregunta es una muy seria y tenemos que plantearnos un rexamen honesto sobre la premisa de la infalibilidad de la inversión en la educación. Y hay que rexaminar el asunto a la luz de la realidad del mercado laboral, los costos y el modo de financiamiento de la educación universitaria, y el tratamiento legal a la deuda educativa.

Por todos y todas es conocido que no hay trabajo para todos los que quieran trabajar, particularmente para aquellos que tengan educación universitaria. A diario nos encontramos con juventud con educación universitaria que no consigue empleo en lo que estudiaron. Igualmente, nos encontramos con egresados de instituciones universitarias que están subempleados, lo que significa que están empleados en trabajos para los que no se necesitan las destrezas que adquirieron en su educación universitaria. Hasta hemos conocido a uno que otro que se cuestiona para qué estudió si como quiera gana el salario mínimo federal. Anécdotas como estas tienden a indicar que simplemente el mercado laboral no tiene capacidad de absorber la oferta de egresados universitarios. A nivel nacional, las estadísticas reflejan una tendencia similar. Para 2010, 9.4% de los egresados universitarios estaban desempleados, en contraste con un 5.2% en el 1990.

En términos de los costos, la educación universitaria pública sigue siendo un baratillo en Puerto Rico, pues ni siquiera ha aumentado a la tasa de inflación anual. En cuanto a la educación universitaria privada, sí ha subido aunque no tanto como a nivel nacional, en donde ha aumentado 538% durante los pasados 30 años. No tengo datos precisos, pero sospecho que las instituciones educativas privadas han tratado de parear sus costos lo más cerca posible al monto de la beca Pell, y subsidiariamente, utilizar préstamos estudiantiles.

Sin embargo, con los recortes o falta de aumento en fondos federales y estatales para la educación universitaria, así como la difícil situación financiera familiar, es fácil prever que los estudiantes universitarios dependerán más de préstamos para subvencionar su educación. Ya esto lo vemos en la educación postgraduada (i.e., maestría, doctorado, derecho, medicina, etc.), donde cada día es más frecuente ver egresados con estos grados con deudas ascendentes entre $75 mil y $150 mil. Esto significa un pago mensual de $863 a $1,726. Lo que lleva a plantearnos: ¿podrán estos egresados conseguir un empleo que pague lo suficiente como para poder pagar esa deuda?
Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, pues los consejos de nuestros familiares fueron correctos y sí podemos hablar de una inversión garantizada. Pero si la respuesta es negativa, entonces nuestros familiares se equivocaron y estamos ante una burbuja. Y como sabemos, toda burbuja explota.

Por mi parte, tengo serias dudas de la viabilidad del modelo actual de producción en masa de egresados universitarios, y mucho menos si es a cuesta de niveles de deuda insostenibles. Es preocupante que tantos jóvenes se frustren cuando se gradúan y no consigan empleos, ni en lo que estudiaron ni en nada. Pero más preocupante aún, es aquellos que se endeudaron a niveles insostenibles, pues pueden que se estén condenando a la miseria financiera más de lo que se imaginan. Esto, porque contrario a todas las otras deudas de consumo, los prestamos educativos no son descargables en los procesos de quiebras. Es decir, contrario a los préstamos hipotecarios, de autos, y tarjeta de crédito, los préstamos estudiantiles no son eliminados de las deudas de un quebrado a menos que se pueda probar una tribulación indebida (‘undue hardship’). Y para que tengan una idea, solamente 0.04% de los quebrados en el 2008 pudo probar que continuar pagando su préstamo estudiantil constituía una tribulación indebida, y por tanto, pudo eliminar dichos préstamos. Consiguientemente, es bueno que los presentes y futuros estudiantes universitarios tengan claro que los préstamos estudiantiles los perseguirán hasta que se paguen en su totalidad.

A la luz de lo anterior, podría concluirse que no es cierto que la educación universitaria sea la mejor inversión que puede realizar un individuo. Sin embargo, esa no debe ser la conclusión. A nivel nacional (y no dudo resultados similares a nivel isla), los egresados universitarios ganan mucho más que aquellos que solamente tienen un diploma de escuela superior ($53,976 vs. $32,552). Definitivamente, los que tienen grados universitarios tienen mejores posibilidades de generar mayores ingresos que los que no tienen educación universitaria. Lo que no es cierto es que la inversión en educación hay que hacerla no importa lo que cueste. De nada vale que un egresado universitario gane $53,976 si tiene que pagar una deuda estudiantil que no permita que tenga independencia financiera (que pueda vivir bajo su propio techo aunque sea alquilado, que pueda tener su automóvil, pagar por sus vacaciones, pagar su seguro de salud, comprar sus alimentos, etc.)

Tal vez la respuesta a la pregunta planteada no es si la educación universitaria es una burbuja o una inversión garantizada. La respuesta puede ser que la educación universitaria es un imperativo para maximizar las oportunidades económicas, pero que si se va a considerar a la educación como una inversión, entonces hay que justificar el monto de esa inversión basado en un rendimiento medible. Como guía, los futuros estudiantes tienen que considerar la concentración de estudio, la demanda y compensación en el mercado laboral, y el costo de la educación. Así tendremos a una sociedad más productiva y menos frustrada.

Comentarios a: corderolaw@mail.com

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