«La Gran Potencia Del Caribe»

LA GRAN POTENCIA DEL CARIBE

Los Beneficios y Promesas de la Estadidad Federada

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A LA JUVENTUD PUERTORRIQUEÑA Y A TODOS LOS LUCHADORES DE LA IGUALDAD QUE NOS PRECEDIERON

PREFACIO

Puerto Rico es un pueblo con una extensión geográfica limitada que es grande en todo lo demás. De hecho, la capacidad de nuestra gente para adaptarse, sobrevivir, aprender y triunfar a pesar de las más graves dificultades y problemas ha quedado evidenciada a través de toda nuestra historia. Ciertamente, el nuestro es un pueblo que lucha, se esfuerza, trabaja y que logra.

Durante la dominación española de cuatro siglos vimos poco a poco la formación de nuestra propia identidad y los primeros rasgos de nuestras expresiones culturales únicas. Sobrevivimos el coloniaje español sobre nuestra tierra. Sobrevivimos los abusos y persecuciones del régimen colonial y sus representantes políticos. Sobrevivimos la enfermedad, el hambre y la pobreza extrema.

Y a pesar de todas estas dificultades, tuvimos próceres, tuvimos intelectuales, tuvimos diputados en las Cortes españolas y hasta nuestra propia Carta Autonómica, aunque frágil y de corta duración. Y tuvimos muchos logros en todas las esferas del quehacer humano, aunque contábamos con tan pocos recursos, alternativas y oportunidades.

Durante el presente siglo, bajo la soberanía de los Estados Unidos, los puertorriqueños hemos dado muestras, una vez más, de nuestra gran capacidad. Gradualmente, y debido a nuestro esfuerzo, pasamos de ser lo que se consideraba la Casa Pobre del Caribe hasta convertirnos en el lugar más próspero al sur del Río Grande. De un puesto militar olvidado nos convertimos en «Vitrina de la Democracia» durante la Guerra Fría y al día de hoy en uno de los centros industriales y comerciales más importantes bajo la bandera americana.

Con las mayores oportunidades y herramientas que hemos tenido durante este siglo hemos visto desplegarse aún más el deseo incontenible de superación de nuestra gente. Y los puertorriqueños nos hemos destacado en todo. Hemos transformado a nuestra isla te asombrosos.

Lo que todo esto prueba, lo que también sabemos en nuestro corazón, es que si tenemos los recursos y oportunidad llevado carreteras modernas, acueductos, electricidad y teléfonos a casi toda nuestra población. Hemos producido empleos y mejorado los ingresos y calidad de vida de nuestra gente. Hemos establecido un gobierno interno dentro de la más vigorosa tradición democrática y el régimen de la ley. Hemos educado a nuestra gente y mejorado sustancialmente la salud, vivienda, seguridad pública y toda nuestra calidad de vida. Los logros del pueblo de Puerto Rico durante el presente siglo son sencillamendades, si tenemos las herramientas necesarias no hay quien pueda detener las ansias de progreso de nuestra gente. Este deseo de «echar pa’lante» de nuestro pueblo y de asegurar un mejor porvenir para sus hijos es lo que nos ha traído hasta donde estamos. Es nuestra gran capacidad de adaptarnos, de aprender, de inventar y reinventar soluciones a los problemas y de hacer frente a las situaciones con inteligencia y esfuerzo lo que nos ha hecho lo que somos: un pueblo reconocido por sus logros y hazañas, lo que incluye el haber llevado a la potencia más grande de toda la historia de la humanidad a la mesa de discusión, en varias ocasiones, a fin de explorar opciones para nuestro futuro. Hemos pasado de ser un puesto militar olvidado y Casa Pobre del Caribe para convertirnos en lugar conocido por todos y en moderna sociedad.

Nuestro próximo paso de avance y progreso, lo que nos espera, a lo que hemos sido llamados es convertirnos, finalmente, en una potencia mundial. Lo que nos espera con los brazos abiertos es convertirnos en el punto central y eje de todo el desarrollo económico, político, cultural, intelectual y técnico de nuestro hemisferio americano. Lo que nos espera es una importancia tal, un prestigio y reconocimiento tan enormes, tantas nuevas herramientas y oportunidades, una prosperidad tan completamente insospechada que muchos pueblos de gran extensión geográfica desearán poder tener nuestras 100 X 35.

Ha llegado el momento de que Puerto Rico ocupe el lugar de verdadera importancia que le corresponde ante el mundo. Y usted y yo sabemos lo que hay que hacer para que nuestra isla se convierta en lo que debe ser, conforme a la capacidad, esfuerzo, lucha, inteligencia y grandeza de nuestro pueblo.

INDICE

PREFACIO
INTRODUCCION
A. Voto Presidencial
B. Delegación Congresional
C. Unión Permanente
D. Ciudadanía Americana Garantizada
E. Aplicación Completa de la Constitución Federal
F. Soberanía
G. Protección de Idioma, Cultura y Símbolos de Identidad
H. Ciudadanía Puertorriqueña
I. Descolonización
J. Certeza y Aumentos en Recursos Federales
K. Crecimiento Económico
L. Contribuciones Federales/Reducción Contributiva Local
M. Comité Olímpico
N. Seguridad Pública
O. Empleos
P. Salud
Q. Educación
R. Vivienda
S. Otros Beneficios por Sectores
EPILOGO

 

Introducción

La estadidad es la mejor alternativa y la única solución que tiene nuestro pueblo para poder continuar prosperando y desarrollándose.

La estadidad no es un fin, la estadidad es un medio; más que un ideal, es una meta. Es el vehículo, la herramienta que necesitamos para poder realizar todo nuestro potencial. Sólo la estadidad nos provee los recursos políticos, legales y económicos que necesitamos para poder aliviar y resolver los problemas y situaciones más difíciles y apremiantes de nuestro pueblo. Sólo la estadidad nos ofrece las condiciones necesarias para continuar creciendo a fin de labrarnos una mejor calidad de vida y un destino seguro. Sólo la estadidad contiene la promesa de un nuevo amanecer lleno de más oportunidades, abundancia y libertad para nuestra gente.

En el ámbito nacional, sólo la estadidad puede lograr colocar a Puerto Rico en posición de la Estadidad Federada de poder y prominencia como uno de los estados más influyentes, líder y defensor de todos los hispanos de la nación y vínculo natural de los Estados Unidos en sus relaciones políticas, económicas y comerciales con el Caribe, Centro y Sur América. Como estado, los puertorriqueños tendremos una voz poderosa en el diseño del futuro de la nación Americana y del mundo entero.

Con la estadidad, Puerto Rico se convertirá en una potencia mundial, en parte del poder político, económico y militar más inmenso que haya conocido la historia de la humanidad. Por su ubicación geográfica, su cultura y nivel de crecimiento no hay duda que la estadidad hará de nuestra isla el eje y punto focal de todo el desarrollo futuro de nuestro hemisferio Americano. Seremos la Gran Potencia del Caribe, con la importancia, el prestigio, el reconocimiento y el respeto que se merece nuestro noble y esforzado pueblo.

De eso es que trata este libro. De cómo la estadidad y sólo la estadidad nos podrá sacar del estancamiento, de la encerrona, del laberinto político, económico y social en que hemos estado atrapados debido a nuestra condición política actual. De cómo sólo la estadidad podrá salvar a Puerto Rico del futuro tenebroso que se avecina para nuestra isla de continuar bajo el presente status.

Pero ante todo, estas páginas están dedicadas a explicar las grandes promesas y oportunidades de las que disfrutaremos como resultado de la estadidad federada. De cómo Puerto Rico puede convertirse en un lugar donde todos podamos soñar y todos podamos lograr más de lo soñado.

En este contexto, hay un versículo de la Biblia que creo todos debemos considerar. Me refiero a Juan 4:35.

Juan 4:35 «¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.»

Hay algunos que no pueden ver y otros que no quieren ver. Sin embargo, para Puerto Rico los campos ya están blancos para la siega y lo único que tenemos que hacer es levantar nuestra vista y querer mirar.

Alcemos nuestros ojos y miremos. Ante nuestra mirada y al alcance de nuestras manos está la promesa de un mejor futuro para nosotros, nuestros hijos y todas las futuras generaciones de puertorriqueños. Ante nosotros está la posibilidad de un Puerto Rico que disfrute de mayor democracia, igualdad, fraternidad, dignidad y justicia social. Donde nuestros niños, nuestros ancianos, nuestras personas desvalidas y con problemas y necesidades especiales estén mejor protegidas y suplidas. Un Puerto Rico de seguridad, oportunidades y prosperidad que también ocupe el lugar que le corresponde en el mundo, como ejemplo de esfuerzo, inteligencia y superación para todas las naciones. Alcemos nuestros ojos y miremos. A plena vista y al alcance de nuestras manos está lo que sabemos que podemos ser, lo que debemos ser y lo que queremos ser: Puerto Rico: La Gran Potencia Del Caribe.

Escribo estas páginas de buena fe, con el corazón en la mano y con gran afecto y respeto por los puertorriqueños de todos los partidos políticos; y con sinceridad, con el mejor conocimiento que tengo de la verdad. Agradezco a todas las personas que de una forma u otra colaboraron en esta publicación por amor a Puerto Rico.

Todo lo declarado en este libro es de la sola responsabilidad del autor como ente aparte de cualquier partido, grupo u organización política.

Los Beneficios y Promesas

A. VOTO PRESIDENCIAL

El Presidente de los Estados Unidos es, probablemente, el ser humano más poderoso sobre la faz de la tierra. Tiene a su disposición los poderes económicos, políticos, militares, diplomáticos y gubernamentales más enormes que se puedan imaginar. ¿No cree usted que el Presidente de la nación más rica e imponente del planeta tiene los recursos necesarios para ayudar a Puerto Rico si así lo quisiera?

La estadidad es la única de las alternativas de status que tiene nuestro pueblo para lograr el voto presidencial y así influir en las determinaciones de este funcionario y del Vicepresidente.

Como es de suponerse, a fin de obtener nuestro voto y nuestro apoyo, los candidatos a presidente y vicepresidente de la nación tomarán verdadero interés en Puerto Rico y se compenetrarán con nuestros problemas y condiciones particulares. Además, se comprometerán en la solución de nuestras situaciones y dificultades y harán ofertas de beneficios especiales para nuestra isla.

Sin duda, debido a nuestro nuevo poder político adquirido, el Presidente se ocupará de nombrar a un número mayor de puertorriqueños como ayudantes de Casa Blanca, en su gabinete y otros puestos importantes en las agencias federales y juntas del gobierno. Además, nombrará embajadores, jueces federales y ascenderá a un mayor número de militares puertorriqueños a rangos de alta jerarquía. Estos compatriotas desde sus posiciones de influencia y autoridad también ayudarán a nuestra isla y a su gente, incluyendo a nuestros familiares que residen en el continente.

Además, como jefe de la Rama Ejecutiva del gobierno federal, el Presidente dirigirá a las agencias bajo su autoridad a atender mejor los problemas especiales de Puerto Rico en las áreas que más nos interesan: salud, educación, vivienda, seguridad pública, drogas y alcohol, desempleo, pobreza, etc. Ordenará estudios y otros actos particulares de parte de las agencias federales con relación a Puerto Rico. También, en caso de necesidad, obtendremos con mayor facilidad las declaraciones sobre zona de desastre, aún en situaciones de daño menor.

Debido a nuestro voto presidencial, sin duda, el Primer Ejecutivo de la Unión promoverá y firmará legislación que beneficiará a Puerto Rico de manera extraordinaria o que provee recursos adicionales en las áreas de nuestra mayor preocupación. También detendrá y vetará legislación federal que nos afecte negativamente. Así, por ejemplo, debido en gran medida a la importancia numérica que ha adquirido el voto de los hispanos en los Estados Unidos, hemos visto al Presidente Clinton y su gobierno oponerse a medidas para hacer del inglés el idioma oficial único del gobierno federal y en favor de la permanencia de programas bilingües en las escuelas de algunos estados. De igual forma, nuestro voto presidencial detendrá cualquier intento contrario a nuestro deseo de mantener y enriquecer el idioma espa ñol como uno de nuestros idiomas oficiales en el gobierno y la educación. Nuestra integración a los Estados Unidos, además, abonará al creciente poderío político de los hispanoparlantes en los estados. Esto, a su vez, resultará en el fortalecimiento de las corrientes de pensamiento que conceptualizan a la nación americana como una multilingüe y multicultural, unida esencialmente por instituciones, principios y valores comunes.

Para terminar, nuestro poder electoral presidencial nos dará mayor y mejor acceso a Casa Blanca y a las agencias federales para atender nuestros problemas y situaciones diarias y a la gran influencia del Vicepresidente, quien con toda probabilidad será un candidato a presidente del futuro, conforme a la tradición política norteamericana.

Delegación Congresional

B. DELEGACION CONGRESIONAL

Los puertorriqueños y demás ciudadanos americanos decimos que creemos en la democracia; es decir, en el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo a través de nuestros representantes electos. Sin embargo, la realidad actual de Puerto Rico es contraria a la tradición democrática por la que muchos compatriotas han ofrecido su salud y su vida en los campos de batalla de todo el mundo. Y esto es así porque Puerto Rico no puede votar para elegir al Presidente que rige sobre nuestra isla o a congresistas y senadores que nos representen en el Congreso que ordena nuestro destino y legisla diariamente sobre los asuntos que nos afectan.

Aparte de resolver esta condición político-moral, Puerto Rico tiene muchísimo que ganar con la estadidad en lo relacionado a su delegación congresional. En primer lugar, podremos elegir entre 6 ó 7 congresistas y 2 Senadores, lo que representa mayor influencia numérica en el Congreso que más de la mitad de todos los estados. Puerto Rico será un estado poderoso, de gran impacto.

Estos congresistas nuestros promoverán legislación y fondos que benefician a Puerto Rico y atienden nuestros problemas particulares más apremiantes. Además, se opondrán e impedirán la aprobación de medidas que nos afecten negativamente; como por ejemplo, cualquier intento de establecer el idioma inglés como único idioma oficial de la nación, los estados y los territorios.

Con el fin de mantener y aumentar el favor político para sus escaños, estos congresistas promoverán la creación de empleos, iniciativas para el desarrollo económico y proyectos de obra real de infraestructura en sus distritos y en todo Puerto Rico. Patrocinarán la instalación de oficinas federales, proyectos especiales que crean miles de empleos, tales como facilidades de defensa, la N.A.S.A., proyectos federales de investigación, etc.

Nuestra delegación congresional también defenderá a los puertorriqueños de la isla y el continente en sus reclamos y conflictos individuales frente a las agencias federales. Así pues, nuestros militares, veteranos y empleados federales estarán mejor representados y defendidos, así como nuestros ciudadanos con problemas en el Seguro Social y otros programas o agencias del gobierno nacional. También, reclamarán la acción del gobierno y las agencias federales con relación a los problemas y necesidades urgentes de Puerto Rico. No permitirán que se discrimine o menosprecie a nuestra isla o su gente. Además, promoverán el nombramiento de puertorriqueños a puestos importantes.

Por medio de sus relaciones formales e informales de amistad, su poder e influencia nacional e internacional, nuestra delegación congresional podrá promover mayor inversión privada en Puerto Rico, tanto doméstica norteamericana como de otros países, con la resultante creación de empleos y prosperidad local. Esta influencia y poder de nuestros congresistas aumentará más cada día en la medida en que participen en coali de la Estadidad Federadaciones demócratas, republicanas, hispanas, minorías, estados del sur, etc. Con el tiempo, nuestros congresistas y, por ende, todos los puertorriqueños tendremos mayor influencia en el Congreso debido a la mayor antigüedad y autoridad de nuestros representantes en comisiones y subcomisiones del Senado y la Cámara Federal. Se estima que los puertorriqueños tendrían acceso a participar en más de 50 comisiones y subcomisiones congresionales. El voto de uno solo de nuestros congresistas bajo la estadidad tendrá más poder y trascendencia que todas las posibles gestiones de buena fe que pudieran realizar mil comisionados residentes bajo nuestra presente condición política.

Finalmente, luego de 400 años de coloniaje español y 100 años de subordinación y control de parte de los Estados Unidos es necesario que nuestro pueblo sea apoderado. La estadidad proveerá a los puertorriqueños la experiencia única y sanadora de nosotros también formular la política pública y diseñar el futuro y forma de vida del pueblo que actualmente nos domina. Los 500 años de sabiduría acumulada, los valores y principios de nuestra cultura, nuestra particular forma de ver el mundo, de aquilatar los asuntos y nuestros sentimientos como comunidad cristiana y buena acompañarán a nuestros congresistas y formarán parte de la cultura y destino de la nación Americana.

Un pueblo como el nuestro, que a pesar de tantas limitaciones y problemas ha tenido tantos logros; con sus ansias de progreso, su creatividad, inteligencia, laboriosidad y audacia en poco tiempo ejercerá una influencia enorme en el Congreso, la nación y todos los pueblos del mundo. Ciertamente, la estadidad nos dará mayor poder, mayores recursos y oportunidades a través de nuestra delegación congresional. Sin duda, la estadidad es nuestra mejor solución.

 

Unión Permanente

C. UNION PERMANENTE

Creo que no hay una frase o concepto alguno más repetido y considerado en la política de nuestra tierra que el de «unión permanente». Y todas las encuestas y resultados electorales de los últimos 45 años demuestran que para los puertorriqueños el mantener una relación de «unión permanente» con los Estados Unidos es de suprema importancia. Esto, debido a que aunque no somos un estado, nuestra presente condición como Territorio No Incorporado nos ha permitido alguna cercanía a las instituciones, valores, beneficios y oportunidades económicas de los Estados Unidos. Y estos beneficios y oportunidades de los que hemos disfrutado nos han llevado a concluir correctamente que el estar atados a la nación Americana nos conviene y que resulta indispensable para nuestro porvenir, nuestra seguridad, bienestar y prosperidad. De hecho, el nivel y estilo de vida alcanzado por los puertorriqueños y nuestras expectativas de progreso futuras nos impiden considerar con seriedad opciones que nos alejen o separen de la gran nación de la que somos ciudadanos.

Y no importa cuanto se argumente, es obvio, «se cae de la mata» que la mejor y la más perfecta «unión permanente» que Puerto Rico pudiera lograr con los Estados Unidos es a través de la estadidad. Con la estadidad, Puerto Rico se convertiría en un miembro de la Unión en un amarre permanente e indisoluble. Tan permanente es esta condición que dio motivo a la Guerra Civil Americana del siglo pasado cuando algunos estados intentaron separarse.

Con la estadidad, finalmente, tendremos algo que es fundamental tanto para los individuos como para los pueblos: seguridad, estabilidad y certeza en cuanto a nuestro futuro. Sin duda, estaremos unidos permanentemente a los Estados Unidos y habremos salido del grave e innecesario riesgo de separación a que nos somete nuestra situación actual. Sabremos con exactitud con qué es que podemos contar, lo cual es imprescindible para poder planificar nuestro destino.

Aunque me duela decirlo, en consideración y respeto al independentismo puertorriqueño, la única opción que los puertorriqueños tenemos de cerrar de una vez y para siempre la puerta de la inmediata o eventual separación de los Estados Unidos por medio de la República o la República Asociada es la estadidad. Mientras continuemos en nuestra presente condición de indefinición esas puertas permanecerán abiertas, junto a la posibilidad de que algún día los puertorriqueños perdamos las herramientas y oportunidades producto de nuestros vínculos económicos, políticos y sociales con los Estados Unidos de América.

La verdad es como el moriviví. La verdad es hija de Dios. Nadie puede contra la verdad. La verdad es la cosa más poderosa que existe. No es posible matarla, eliminarla o desaparecerla. Sólo puede ser escondida por algún tiempo, pero tarde o temprano se libera e irremediablemente sale a la superficie nuevamente. Y la verdad es que al presente Puerto Rico no tiene una relación de unión permanente con los Estados Unidos.

Conforme a la carta del 22 de febrero de 1996 de los presidentes de todas las comisiones de la Cámara de Representantes federal con jurisdicción sobre Puerto Rico a nuestra Asamblea Legislativa local:

«… el actual status quo, incluyendo la estructura del Estado Libre Asociado para el autogobierno local, pudiera presuntamente continuar por un período de tiempo, hasta tanto el Congreso, a su discreción, de otro modo dictamine la disposición permanente del territorio de Puerto Rico y del status de sus residentes mediante el ejercicio de su autoridad bajo la Cláusula Territorial y las disposiciones del Tratado de París.» (traducción nuestra)

Y añade:

«… es incontrovertible que el actual status de Puerto Rico es el de un territorio no incorporado, sujeto en todo sentido a la autoridad del Congreso de los Estados Unidos. Como tal, el status actual no provee unión permanente garantizada o ciudadanía garantizada a los residentes del territorio de Puerto Rico, como tampoco puede el actual status proveer las bases para el reconocimiento de una soberanía puertorriqueña separada o de un pacto de status, de gobierno a gobierno que sea exigible en derecho.» (traducción nuestra).

Esto es lo que dice el Congreso. Que Puerto Rico es un territorio no incorporado; es decir, una posesión o propiedad de los Estados Unidos. Que la soberanía o poder último y supremo sobre nuestra isla reside en el Congreso por virtud de la Cláusula Territorial de la constitución federal. Y que conforme a las autoridades que le confiere al Congreso dicha Cláusula Territorial el Congreso puede disponer de los territorios a su antojo de forma unilateral y sin consulta, lo que incluye el poder para separar a Puerto Rico y decretar su independencia hoy. Este poder es ejercido conforme al interés nacional, lo cual quiere decir que estamos a merced de la política pública de los Estados Unidos hacia Puerto Rico, la cual pudiera cambiar de un momento a otro conforme a las condiciones e intereses domésticos y/o internacionales.

No existe la unión permanente entre Puerto Rico y los Estados Unidos bajo nuestra presente condición territorial. En palabras de don Luis Muñoz Marín durante las vistas públicas del Comité de Tierras de la Cámara de Representantes del 14 de marzo de 1950, refiriéndose al proyecto de la Cámara H.R.7674, que luego se convertiría en la Ley 600:

» Este Proyecto de Ley no cambia la condición básica de territorio no incorporado en la que Puerto Rico se encuentra ahora … es sólo un paso en el proceso de alcanzar un gobierno propio por parte de un territorio no incorporado de los Estados Unidos, el que virtualmente no cambia su relación con respecto a los Estados Unidos».

La Ley 600 sólo autorizó el establecimiento y organización de un gobierno local sin alterar la condición territorial de nuestra isla. No hay soberanía compartida o residuo alguno de soberanía en el pueblo de Puerto Rico. Sin soberanía, Puerto Rico no pudo ni puede pactar. Por tanto, no es posible que exista un pacto bilateral de «unión permanente» con los Estados Unidos.

La unión permanente entre dos pueblos tampoco se puede contratar. Todos los pactos, tratados, acuerdos o contratos entre países soberanos tienen término de vigencia; es decir, tienen principio y también tienen que tener final. Un pacto de «unión permanente» sería un atentado a la soberanía de los pueblos que contratan y una violación de principios internacionales tales como la no intervención en los asuntos de otro soberano. El poder salir de los tratados y terminar con ellos es un requisito indispensable de la soberanía. En el caso de los Estados Unidos, todos sus pactos de libre asociación son a término fijo de 15 años y finalizables a voluntad de cualquiera de las partes.

En resumen, la única alternativa que Puerto Rico tiene para lograr y hacer realidad su aspiración de «unión permanente» es la estadidad. Más aún, la estadidad es el único remedio que tenemos para hacer posible algo que todos también añoramos: la fraternidad puertorriqueña y la unidad de nuestro pueblo. Los puertorriqueños somos hermanos que necesitamos paz, afecto y unidad de propósitos entre nosotros mismos a fin de lograr el mejor bienestar posible para nuestra patria. Necesitamos terminar permanentemente con la presente condición política con la cual todos estamos insatisfechos y que, además, crea toda la pugna, antagonismo y división que sufrimos a diario y que también consume las más importantes energías intelectuales y emocionales de nuestra gente.

Ciudadanía Americana

D. CIUDADANIA AMERICANA GARANTIZADA

Al igual que con el tema anterior, todas las encuestas y estudios de opinión demuestran que la ciudadanía americana es uno de los tesoros más preciados para la inmensa mayoría de los puertorriqueños. Y es una de las herramientas más útiles y valiosas en nuestro haber, permitiéndonos entrar y salir libremente de los Estados Unidos y viajar el planeta bajo la bandera de la primera potencia mundial. Es esta ciudadanía y los derechos y privilegios fundamentales que se le reconocen lo que nos permite reclamar ante todas las autoridades locales y federales las más amplias libertades individuales y la protección de nuestros derechos civiles.

Al Puerto Rico convertirse en un estado, la ciudadanía americana de los puertorriqueños y la de nuestras futuras generaciones quedará garantizada, protegida y asegurada a perpetuidad del mismo modo que lo está para todos los ciudadanos de los Estados Unidos nacidos en otros estados. Entraríamos en el pleno ejercicio de nuestros derechos como ciudadanos Americanos con derecho al voto, derecho a representación igual en las instituciones políticas de los Estados Unidos y con el derecho a participar equitativamente en la distribución de fondos federales y otros recursos de los que disfrutan los estados de la Unión. En este respecto, la oferta que nos hace la estadidad es insuperable.

Bajo la estadidad, nuestra actual ciudadanía legislada bajo la Ley Jones de 1917 se convertiría automáticamente en una ciudadanía bajo la constitución de los Estados Unidos y protegida por ésta. Disfrutaremos de todos los derechos, prerrogativas y protecciones de la ciudadanía a través de la Enmienda Decimocuarta de la constitución norteamericana, aplicable sólo a los estados.

Lo anterior resulta ser muy diferente a nuestra situación actual. Tanto el Departamento de Justicia Federal como el Servicio de Investigación Congresional (Congressional Research Service) concluyeron desde 1990 que la ciudadanía americana concedida a los puertorriqueños bajo la Ley Jones de 1917 es una ciudadanía creada por una ley del Congreso bajo la autoridad de la Cláusula Territorial, la cuál es diferente a la ciudadanía americana constitucional de los nacidos en los estados o los naturalizados. La nuestra no es una ciudadanía que emane de la constitución de los Estados Unidos como lo es para los nacidos en los estados o las personas que se naturalizan.

Como usted sabe, cualquier ley puede ser derogada o enmendada, según vemos todos los días en el Congreso o nuestra propia Legislatura local. Por tanto, a excepción de los que ya hemos adquirido dicha ciudadanía, lo cual se considera como un derecho adquirido irrevocable, el Congreso tiene autoridad, aún dentro de nuestra presente condición territorial de terminar o modificar la ciudadanía Americana de las futuras generaciones de puertorriqueños. Esto es absolutamente posible, siendo que la ciudadanía es un derecho personal y los no nacidos no adquieren derechos, según los preceptos legales.

Recuerde también que hasta 1917 los residentes del territorio de Puerto Rico no éramos ciudadanos Americanos, por lo que es posible y se permite una condición territorial sin ciudadanía americana.

Por otra parte, el Acta de Nacionalidad de 1940 y la Ley de Inmigración de 1952 que establecen que los puertorriqueños son ciudadanos desde su nacimiento son también meros actos legislativos bajo la Cláusula Territorial, derogables por leyes posteriores en el ejercicio de los poderes soberanos del Congreso.

Por favor, recuerde las expresiones del Congreso a nuestra Asamblea Legislativa en su carta del 22 de febrero de 1996: «… Como tal, el status actual no provee unión permanente o ciudadanía garantizada a los residentes del territorio de Puerto Rico…»

En resumen, la República o la República Asociada terminan con la ciudadanía americana de los puertorriqueños. Nuestra actual condición política como territorio no incorporado la pone grave en riesgo y sujeta a los vaivenes de los sucesos nacionales y/o internacionales y a la política pública de los Estados Unidos, la cual es determinada por su propio interés nacional. La estadidad, por otro lado, nos provee una mejor ciudadanía americana que emana, no de una ley más del Congreso, sino de la constitución federal y nos asegura para siempre este recurso que tanto valoramos. Una vez más, la estadidad es la mejor alternativa y la única solución.

Constitución Federal

 

E. APLICACION COMPLETA DE LA CONSTITUCION FEDERAL

Muchos compatriotas pensarán quizás que a Puerto Rico le ampara la constitución de los Estados Unidos. Esto no es correcto. A los territorios como Puerto Rico sólo les llegan aquellas partes de la constitución Americana que el Congreso, en el ejercicio de sus poderes soberanos bajo la Cláusula Territorial y a su discreción determine que serán implantadas en cada territorio o posesión. Esto, con excepción de algunos derechos fundamentales elementales reconocidos a todos los ciudadanos en una sociedad democrática, según interpretación judicial. En resumen, la constitución federal es para los estados, aplica y protege directamente a los estados, no a los territorios como Puerto Rico.

Siendo que las disposiciones constitucionales federales no aplican directamente a nuestra isla y que nos llegan limitada y selectivamente a través de la Cláusula Territorial, el Congreso puede eliminar, modificar o reducir los derechos de los ciudadanos americanos que residen en Puerto Rico. Y, de hecho, lo hace. Por esto es que no podemos votar por el Presidente o elegir nuestra delegación congresional. Por esto es que el Congreso puede dar un trato discriminatorio y diferente a Puerto Rico en la distribución nacional de recursos y fondos federales. Esta es la razón por la cual se dice que nuestra actual ciudadanía americana es de segunda clase, porque no disfrutamos de las protecciones y beneficios que la constitución concede a los ciudadanos de los 50 estados.

Es importante que los puertorriqueños sepamos que luego de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1962 se limitó los derechos de viaje de los ciudadanos americanos residentes en Guam, y su entrada y salida de los Estados Unidos. Estos, al igual que nosotros ostentan una ciudadanía americana creada por ley congresional bajo las autoridades de la Cláusula Territorial. Es decir, que bajo el pretexto de la seguridad nacional u otros intereses apremiantes, los Estados Unidos puede eliminar, recortar o modificar los derechos constitucionales de los puertorriqueños con mayor facilidad y flexibilidad que a los ciudadanos americanos residentes en los estados. Estas condiciones especiales pudieran incluir la guerra, conflictos internacionales, terrorismo, emigraciones masivas, condiciones presupuestarias críticas del gobierno federal o las ciudades, un resultado plebiscitario particular, etc.

La estadidad terminará con todos estos riesgos, limitaciones e incertidumbres. Bajo el estado 51 aplicará en Puerto Rico directamente y con todo su poder la constitución de los Estados Unidos y los derechos, garantías y prerrogativas que concede, al igual que en los otros estados de la Unión.

Esta aplicación directa y completa incluye la soberanía estatal y la reserva de poderes de la Décima Enmienda de la constitución federal. Los derechos de los ciudadanos americanos que residimos en Puerto Rico quedarán protegidos por dicha constitución. El Congreso no podrá darnos un trato diferente en fondos federales, representación congresional, derecho al voto y otros derechos garantizados a los ciudadanos americanos en los estados. Se eliminará la autoridad y discreción del Congreso bajo la Cláusula Territorial para decidir qué partes de la constitución federal aplican en nuestra isla y cuáles no.

Para terminar, otro de los grandes valores que alberga nuestro pueblo es el de la igualdad entre los seres humanos. Es debido a nuestra ciudadanía americana que cientos de puertorriqueños han perdido sus vidas y su salud en los conflictos bélicos de todo el mundo. Sin embargo, nuestra ciudadanía nacional no tiene garantías de permanencia ni está protegida por la constitución federal de la misma forma que lo está para los demás estados de la Unión o aún para los extranjeros naturalizados. No tenemos los mismos derechos y oportunidades que nuestros conciudadanos de los Estados Unidos. Eso no es justo. Eso no es igualdad.

Como vemos claramente, la estadidad nos provee mayor igualdad, seguridad, mayores protecciones y nuevas herramientas bajo la constitución federal. En esto también, la estadidad es una mejor alternativa y la única solución que tenemos a nuestro alcance.

Soberanía

F. SOBERANIA

La soberanía se refiere al poder último, máximo y supremo. Es la autoridad final. En resumen, el soberano es el que manda y ordena y sobre el cual no hay otra autoridad. Se dice de Dios que es el Soberano del Universo. Se utiliza el término soberano, además, para hablar de la autoridad absoluta de los reyes.

Conforme a la constitución de los Estados Unidos los estados son soberanos. Los 50 estados son entidades cuya soberanía reside en sí mismos y que delegan ciertas funciones limitadas al gobierno nacional o central; tales como defensa, la emisión de moneda, representación internacional, comercio interestatal, etc. Aparte de estas autoridades y funciones limitadas que han sido delegadas al gobierno federal, los estados retienen para sí su soberanía; es decir, el poder último y supremo para regir sobre todos sus asuntos internos. El gobierno federal está impedido, no tiene autoridad para intervenir en asuntos tales como tributación, expropiación forzosa o la autoridad del estado para aprobar y desaprobar sus propias constituciones, leyes y reglamentos a fin de promover el bienestar público y la seguridad. La designación de idiomas oficiales, la política educativa, la bandera, escudo, himnos y otros símbolos de identidad están protegidos por la soberanía del estado reconocida en la constitución de los Estados Unidos.

Tan circunscritas y limitadas están las autoridades del gobierno nacional que la Décima Enmienda de la constitución especifica que los poderes que no han sido delegados expresamente por la constitución al gobierno federal, ni prohibido a los estados pertenecen a los estados o al pueblo. Por tanto, existe no una, sino 50 versiones o modalidades diferentes de la estadidad conforme al ejercicio de la soberanía estatal de los miembros de la Unión.

Así, pues, usted podrá observar que las leyes contributivas varían de un estado a otro. Unos estados prefieren cobrar contribuciones sobre los ingresos y otros prefieren recaudar contribuciones por concepto del consumo al momento de la venta de los productos. Y así con todo. Unos creen en la pena de muerte y otros no. Unos tienen leyes muy rigurosas en cuanto a las armas de fuego y otros son completamente liberales en esto. Los estados son unidades soberanas individuales que retienen para sí su personalidad, sus valores y particular visión de los asuntos, las prioridades y las cosas. Es decir, cada estado tiene su identidad y cultura propia. Así, pues, el Estado Soberano de Puerto Rico será como nosotros lo queramos, conforme a la soberanía estatal de la que disfrutan todos los miembros de la nación.

Cualquier intento de limitar la soberanía de los estados tendría que hacerse mediante enmienda constitucional, lo que requiere la aprobación del Congreso y de los estados. El Estado Soberano de Puerto Rico tendría que ser consultado y nuestros congresistas haber aprobado cualquier plan para enmendar la constitución federal, con el propósito de limitar cualquier aspecto de la soberanía estatal.

La autoridad de los estados para elaborar y establecer su propia constitución, leyes, reglamentos, políticas, idiomas oficiales y símbolos de identidad tales como banderas, escudos e himnos surge de su propia soberanía, según reconocida en la constitución de los Estados Unidos.

La situación del Puerto Rico de hoy es muy diferente a la de un estado. Nuestra isla fue adquirida de España mediante conquista militar. Fue y continua siendo una posesión, una propiedad de los Estados Unidos; es decir, un territorio no incorporado. Conforme a la constitución de los Estados Unidos, la autoridad absoluta y final sobre los territorios, es decir, la soberanía reside en el Congreso por virtud de la Cláusula Territorial. No ha existido, no existe, ni existirá rastro alguno de soberanía en el pueblo de Puerto Rico bajo la presente condición territorial. Puerto Rico no puede delegar o compartir con el gobierno federal la soberanía que no tiene, y nunca ha tenido.

Contrario a los estados que son soberanos en sí mismos y delegan ciertas funciones al gobierno federal conforme a la constitución de los Estados Unidos, en el caso de Puerto Rico, el Congreso es el soberano. Este, mediante una ley; es decir, la Ley 600, permitió la creación de un gobierno local y le delegó las funciones y actividades de administración de los asuntos internos de la colonia, sin renunciar a su autoridad plena, absoluta y final, según ordena la constitución y su Cláusula Territorial. El pueblo de Puerto Rico fue consultado y aceptó este arreglo, y así nació el llamado «Estado Libre Asociado».

«Como ya se ha señalado, el proyecto de ley H.R.7674 no cambia el status de la Isla de Puerto Rico en su relación con los Estados Unidos». (Hon. Antonio Fernós-Isern, Comisionado Residente de Puerto Rico, circa 1950).

«…un status de E.L.A. que bajo la Constitución propuesta parece ser simple colonialismo» (Congresista Homer H. Budge de Idaho, Récord Congresional, 13 de mayo de 1952).

«El Proyecto de Ley bajo consideración no cambia la relación política, social y económica que Puerto Rico tiene con Estados Unidos». (Hon. Oscar Chapman, Secretario del Interior, circa 1950, refiriéndose al proyecto del Senado S 3336, que es la versión senatorial del H.R. 7674).

«…y el pueblo de Puerto Rico queda aún definitivamente atado a la supervisión del Congreso y bajo los estatutos de la Ley de Relaciones Federales». (Congresista Crawford de Michigan, Récord Congresional, 28 de mayo de 1952.).

«…Bajo la Ley Orgánica ahora en vigor, resulta claro que el Congreso retiene toda la autoridad para enmendar o derogar tal ley. La delegación de autoridad para elegir un gobierno propio local es claramente revocable». (Congresista Meader de Michigan, Récord Congresional, 28 de mayo de 1952). Odishelidze, Alexander, Puerto Rico en una Encrucijada, 1996, Págs. 26-35).

La soberanía sobre Puerto Rico reside total, absoluta e indiscutiblemente en el Congreso y nuestro gobierno local existe a discreción de dicho cuerpo y mediante una ley aprobada por éste. No cabe duda, pues, que no existe pacto bilateral alguno de unión permanente con los Estados Unidos y que el Congreso ha retenido para sí la autoridad constitucional para separar a Puerto Rico de la nación, decretar su independencia y aún para eliminar y deshacer de inmediato nuestro gobierno interno, incluyendo nuestra constitución, leyes, reglamentos, bandera, escudo, himno y nuestros idiomas oficiales y política educativa.

Bajo nuestro presente status político los puertorriqueños no tenemos nada, excepto las concesiones y la generosidad congresional, todo lo cual podría cambiar de un día para otro conforme al interés nacional; así como cambiaron de un día para otro la generosidad y concesiones contributivas congresionales a industrias bajo la Sección 936 del Código de Rentas Internas Federal. Por favor, observe que bajo la legislación siendo considerada a fin de proveer para la celebración de un plebiscito federal en Puerto Rico, el mismo sería financiado con los arbitrios del ron, lo cual forma parte del alegadamente intocable «pacto» entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Ellos hacen con nuestra isla lo que quieren.

Al presente, Puerto Rico no cuenta con protección alguna ante las determinaciones y actuaciones unilaterales y discrecionales del Congreso de los Estados Unidos, porque la soberanía sobre nuestro pueblo reside allí por mandato constitucional. Mientras Puerto Rico continúe siendo un territorio, la constitución Americana ordena que la soberanía permanezca en el Congreso, por lo que este cuerpo sólo puede delegar funciones y actividades a un gobierno local, siempre que retenga para sí la soberanía, es decir, la autoridad final.

El Congreso no tiene permiso constitucional para delegar o reconocer a un territorio una soberanía compartida y dividida o aún «atributos» de soberanía. La alegada «soberanía» del gobierno de Puerto Rico con respecto a los asuntos locales no es sino una declaración de política pública de parte del Congreso de que no desea participar en los problemas y determinaciones internas del gobierno de la colonia. Esto, por supuesto, siempre y cuando las actuaciones del gobierno local no contravengan la constitución y las leyes de los Estados Unidos o la autoridad suprema del Congreso sobre nuestra isla. Por favor recuerde los intentos de Rafael Hernández Colón para concertar tratados con otros países y cómo estos fueron detenidos y desautorizados por el gobierno norteamericano.

Siendo que el Congreso no puede compartir o delegar su soberanía sobre Puerto Rico, o reconocer a Puerto Rico atributos y poderes soberanos sin violar la constitución Americana, resulta inútil e ilusorio pretender arrancar del Congreso lo que no puede dar dentro de la relación territorial. Y la historia ha sido clara con respecto a los múltiples fracasos de los «autonomistas» locales: el «proyecto cosmético» de 1953, el Fernós-Murray de 1959, las gestiones ante la Casa Blanca y el Congreso en 1961-62, el Proyecto Aspinall de 1963, la Resolución Conjunta de diciembre de 1962, la Comisión de Status de 1964, el plebiscito de 1967, el Comité del Nuevo Pacto de 1975, la Ley de Derechos Democráticos de 1991 y el plebiscito de 1993. Por tanto, el E.L.A. «culminado», la obtención de mayores «poderes autonómicos» o «atributos» de soberanía son sencillamente imposibles, un engaño y una pérdida de tiempo debido a lo prescrito por la constitución Americana con respecto a la sede de la soberanía. Es decir, la soberanía compartida sólo es posible bajo la estadidad, donde coexisten tanto un gobierno nacional soberano como los gobiernos soberanos de los estados.

Finalmente, y para resumir, la soberanía estatal es el poder que necesitamos los puertorriqueños para regirnos a nosotros mismos e impedir que cualquiera, incluyendo al Congreso y al gobierno federal pueda entrar a intervenir en nuestros asuntos internos. Sólo hay dos rutas de soberanía: la estadidad o la República, con o sin pacto de libre asociación. La soberanía estatal bajo la federación, sin embargo, es la única que permite la unión permanente con los Estados Unidos y nuestra ciudadanía americana garantizada. Sin duda, la estadidad es lo mejor y lo que nos conviene.

Idioma y Cultura

G. PROTECCION DE IDIOMA, CULTURA Y SIMBOLOS DE IDENTIDAD

Cultura es todo lo que el hombre piensa, siente, hace y dice. Es, por tanto, tan cambiante y dinámica como el hombre mismo. El ser humano es formado por y a la vez forma su cultura.

El puertorriqueño de fines del siglo pasado era un ser muy diferente al puertorriqueño de hoy, en las postrimerías del siglo XX. El puertorriqueño de fines del próximo siglo también será muy diferente a lo que somos actualmente, independientemente del rumbo político que al fin tome nuestro pueblo.

No es posible detener el cambio en la cultura. Esto es así porque los elementos fundamentales del cambio en la vida de los seres humanos y los patrones culturales lo son la tecnología, las formas de producción y la economía. Y estos elementos están en constante cambio y desarrollo. La electricidad, la radio, televisión, teléfono, aviación, la comorno de microhondas y todos los extraordinarios desarrollos tecnológicos que hemos visto durante el presente siglo han provocado más cambios en la cultura de los pueblos que todas las asociaciones, integraciones, separaciones, invasiones, dominaciones políticas y militares que se hayan suscitado a través de la historia de la humanidad.

A fines del siglo pasado, la economía de Puerto Rico era una esencialmente agrícola que producía una gran diversidad de productos. Esa economía generó una forma de vivir y de ver el mundo; es decir, unos patrones culturales específicos. Durante la primera mitad del presente siglo, la economía predominante lo fue el monocultivo de la caña. Esta economía también produjo otros patrones culturales, otras formas de vivir y de percibir el universo. Durante la segunda mitad del siglo XX vimos cómo la industrialización cambió la forma de vida y de sentir del puertorriqueño. Entonces presenciamos los movimientos migratorios del campo a la ciudad y las emigraciones masivas de compatriotas al continente. Vimos el desarrollo de las urbanizaciones y las ciudades. Todo esto cambió nuestra forma de vida y patrones culturales. Y hoy, el puertorriqueño y su cultura siguen cambiando.

Al presente, con los desarrollos vertiginosos que hemos presenciado en las comunicaciones, la informática y el conocimiento humano los residentes de ésta isla recibimos las influencias culturales de todos los países del globo en vivo y a todo color desde la comodidad de nuestros hogares. No tenemos que salir de la sala de nuestras casas para poder ver y aprender de todo el mundo. Y del Internet ni hablemos. Ciertamente, el planeta entero se dirige a la formación de una identidad y cultura universal, cada vez menos regionalista y cada vez menos nacionalista. Y esto continuará así, independientemente de lo que los puertorriqueños decidamos como nuestro destino político.

Aunque sea muy difícil para algunos de comprender, Puerto Rico también es parte del mundo; y tiene que competir y desarrollarse en medio de un mundo el cual es cada vez más pequeño, más comunicativo y más interdependiente. No le hace bien al puertorriqueño el achicarlo, el aislarlo, el inculcarle una visión estática, proteccionista, regionalista o exclusivista de su cultura. Para ser fuerte, hay que ser grande, amplio y flexible.

En resumen, no es la condición política lo que produce los mayores cambios culturales; sino la tecnología, la economía y las formas de producción. Y de estos cambios participan todos los pueblos del planeta. La integración política de Puerto Rico a los Estados Unidos por medio de la estadidad no producirá grandes cambios culturales o de identidad en nuestra isla.

Con relación al idioma inglés, los puertorriqueños tendremos que continuar nuestros esfuerzos para dominar este idioma bajo cualquier condición de status político, ya sea la República, la República Asociada, el Territorio No Incorporado o la Estadidad. Y esto es así porque el inglés es el lenguaje de uso internacional más importante y practicado. Este es el idioma de la diplomacia, las relaciones internacionales, la tecnología, la aviación, el comercio y la industria. En resumen, el inglés es el idioma de las mayores oportunidades y de progreso personal y colectivo.

En España se enseña el inglés, en Cuba se enseña el inglés, así como en Venezuela y en China, en Panamá y Alemania. Ningún dominicano se siente menos dominicano o que esté perdiendo su cultura por dominar el inglés y poder desenvolverse en la sociedad norteamericana. Ningún mexicano siente su identidad y su cultura amenazadas por saber inglés o por las relaciones comer-ciales, industriales y económicas íntimas entre los Estados Unidos y México. De hecho, en Puerto Rico, todos los líderes indepen-dentistas de envergadura dominan el idioma inglés con perfección espantosa y se desenvuelven dentro de la sociedad y estilos de vida norteamericanos con sumo éxito. ¿Serán menos puertorriqueños por esto?

¿Habrán perdido su identidad y su cultura? Claro que no. De hecho, ninguno de ellos ha renunciado a la ciudadanía americana y prefieren continuar ostentando la nacio-nalidad del Tío Sam. ¿Por qué? Porque es conveniente, así como les es conveniente también el saber inglés y conocer los pa-trones culturales, instituciones y formas de vida Americanas. Ningún pueblo del mundo está exento de recibir la influencia cultural de los Estados Unidos como primera po-tencia mundial y líder indiscutible de las economías, tecnologías y comunicaciones internacionales.

La nación Americana tampoco ha estado ajena a grandes cambios culturales a lo largo del presente siglo. Estos, también producidos por la tecnología, la economía, los medios de producción y el crecimiento del conocimiento humano. Además, por ser un país esencialmente constituido por inmigrantes, Estados Unidos ha recibido y continúa recibiendo las influencias lingüísticas y culturales de todo el mundo. La verdad es que no existe y nunca ha existido la uniformidad cultural en dicho país.

No hay duda que en sus etapas formativas como nación, que tan sólo cuenta con un poco más de 200 años, hubo un énfasis extraordinario en el establecimiento de un idioma de uso común, el inglés, a fin de que la gran amalgama de nacionalidades pudiera comunicarse y trabajar unida. Sin embargo, en años recientes hemos presenciado un cambio significativo en las percepciones y actitudes de los continentales para dar paso a una concepción multicultural y multilingüe que establece que la unidad nacional no depende tanto en un idioma de uso común, como está basada en los valores, principios y metas comunes que comparten todos los Americanos. Que la variedad cultural y lingüística es buena, interesante y deseable.

De hecho, ninguno de los partidos políticos de los Estados Unidos propone en su plataforma el establecimiento de un idioma oficial único para la nación. Claro, que siempre hay personas que no comprenden o aceptan los cambios. Y existen algunos grupos dentro de la nación que se aferran a los conceptos de unidad nacional basados en el uso de un solo idioma. Sin embargo, vemos como este movimiento de reacción ha sufrido derrotas muy grandes durante los pasados años. Por ejemplo, cuando recientemente el Presidente Clinton anunció que vetaría cualquier legislación que propusiera establecer el inglés como idioma oficial del gobierno federal y el Senado de inmediato engavetó la medida que a estos efectos había sido aprobada en la Cámara de Representantes.

El «English Only» también sufrió una derrota de importancia nacional cuando la Cámara de Representantes votó en contra de la Enmienda Solomon, que pretendía imponer el inglés como idioma único del gobierno y la educación de Puerto Rico, de este convertirse en estado. Hace poco, el Tribunal Supremo de Arizona declaró inconstitucional una ley aprobada por los electores de dicho estado que requería que los asuntos oficiales y locales fueran realizados sólo en inglés, por violar los derechos de libre expresión bajo la Primera Enmienda de la constitución federal. Más recientemente, el Presidente Clinton salió en defensa de la educación bilingüe en California, a pesar de la oposición de los sectores que promueven el monolingüismo.

¿Por qué todos estos eventos y cambios en las actitudes culturales de la nación? Por el ambiente internacionalista y multicultural que existe en el mundo. Porque Latinoamérica es el mercado que Estados Unidos se apresta a dominar a través del establecimiento del bloque económico y mercado común de nuestro hemisferio. Y por la importancia que ha adquirido en la nación el voto de los hispanoparlantes, que ya es determinante en los resultados electorales norteamericanos.

Estos cambios sociales que han estado ocurriendo en los Estados Unidos no tienen marcha atrás. No hay ambiente en la nación para el propósito de uniformidad lingüístico-cultural. Se le hizo tarde a los xenofóbos de la nación. Las fuerzas económicas, políticas y sociales que impulsan el multiculturalismo y el multilingüismo son demasiado poderosas para ser detenidas.

La realidad de los grupos hispanos en los Estados Unidos demuestra que no existe impedimento alguno para el uso del idioma español y las expresiones culturales diversas bajo la estadidad. De hecho, la realidad de un mercado económico, comercial y político entre los hispanoparlantes está produciendo cambios acelerados en la nación, lo que incluye la existencia de múltiples estaciones de radio, televisión y periódicos en español. Los comercios, industrias y otros negocios están interesados en el potencial económico del mercado hispano y producen artículos, servicios y atenciones en nuestro idioma. Los servicios telefónicos al cliente y las oficinas y mensajes gubernamentales de los estados, las ciudades y el gobierno federal han tenido que ajustarse a la realidad de que los Estados Unidos es una de las naciones hispanoparlantes más grandes del mundo. ¿Sabía usted que según los estudios ocupacionales más recientes la profesión con mayores oportunidades económicas futuras en los Estados Unidos es la de traductor?.

Y Puerto Rico como estado, sin duda será el líder político indiscutible de todo el movimiento hispano de los Estados Unidos. La entrada de Puerto Rico a la Unión cambiará dramáticamente la dinámica cultural de la nación, afectando el ambiente, las actitudes y perspectivas norteamericanas en favor de la tolerancia cultural y el bilingüismo. Puerto Rico como estado, con su gran poder político y arraigadas y fortísimas tradiciones, identidad y uso del español hará la diferencia cultural en los Estados Unidos e inclinará la balanza en apoyo al multiculturalismo. La entrada de nuestra isla a la Unión también hará que Puerto Rico tenga que ser consultado en caso de proponerse enmendar la constitución federal a los fines de establecer el inglés como idioma oficial de la nación. Por eso es que los grupos del «English Only» son opositores de la estadidad puertorriqueña. Porque saben que Puerto Rico como estado va a influenciar a los Estados Unidos en términos lingüísticos y culturales, haciendo muy difícil también el establecimiento del inglés como único idioma oficial.

Con la estadidad, nuestro voto presidencial protegerá y defenderá nuestra cultura y símbolos de identidad. Con la estadidad, nuestra delegación congresional defenderá y protegerá nuestro idioma español y nuestras tradiciones. Con la estadidad, la soberanía estatal proveerá la más segura protección y defensa de nuestra identidad única. La Décima Enmienda de la constitución federal, sobre reserva de poderes a los estados y al pueblo y la Primera Enmienda de la constitución, sobre libertad de expresión harán imposible cualquier acto de agresión cultural o lingüística adverso a nuestra gente. Como ya hemos dicho repetidamente, nuestra condición como estado hará que Puerto Rico tenga que ser consultado en caso de cualquier enmienda constitucional en relación a los idiomas y cultura de la nación.

La sobrepoblación de Puerto Rico y el hecho de que en gran medida la estadidad detendrá el éxodo de puertorriqueños hacia el continente harán imposible cualquier sustitución poblacional en nuestra isla o que los patrones culturales anglosajones absorban o dominen a los nuestros. Finalmente, la estadidad promoverá en el puertorriqueño el más intenso propósito, la más comprometida conciencia de conservación y protección de nuestro idioma, cultura y símbolos de identidad como ha ocurrido en todas las comunidades que se integran políticamente a otras. Y nosotros y nuestras familias también protegeremos y defenderemos nuestro idioma español, nuestra cultura, tradiciones e identidad.

En resumen, la estadidad es una decisión de integración económica y política a los Estados Unidos. No es una determinación de integración, sustitución o asimilación lingüístico-cultural, o el abandono o rechazo de nuestra identidad y personalidad.

Si todo esto es así, y sabemos que la estadidad producirá muchísimas más garantías y protecciones en cuanto al uso de nuestro idioma español y la continuidad de nuestros patrones y tradiciones culturales que cualquier otra forma de status político. Si sabemos, además, que la nuestra es una sólida cultura de 500 años que ha sobrevivido todas las pruebas del tiempo. ¿Por qué algunos compatriotas todavía temen la pérdida de su identidad debido al logro de la igualdad política de los puertorriqueños dentro de los Estados Unidos? La explicación del porqué de esta inseguridad se encuentra en nuestra presente condición colonial.

Desde hace muchos años, la sociología descubrió que en las comunidades colonizadas y dominadas por otros países tiende a desarrollarse una dinámica interna que exalta desmedidamente los patrones culturales del colonizador y desmerece y desvaloriza los del colonizado. Es decir, que la desigualdad política y económica se traduce en un medioambiente de desigualdad cultural que tiende a crear sentimientos de inferioridad, menor valía, inseguridad personal y temor entre los dominados; todo lo cual resulta en la imitación irracional de los patrones culturales metropolitanos. Debido a esto, es que la presente condición colonial de Puerto Rico y su evidente desigualdad política frente a los Estados Unidos es el peor escenario posible para la transculturación, la eliminación de nuestra puertorriqueñidad y su sustitución por patrones culturales anglosajones. La mayor amenaza a nuestra cultura es nuestro actual status territorial.

La estadidad federada terminará con este estado de inferioridad y subordinación produciendo la igualdad ciudadana, política, económica, educativa y social de los puertorriqueños, lo que también acabará con cualquier otro síntoma de antipatía, discrimen y prejuicio entre las culturas. Es decir, en la medida en que los puertorriqueños ganamos acceso al poder político, educativo y económico de la nación, en esa misma medida desaparecerán también cualesquiera rasgos discriminatorios y de prejuicios, tal y como ocurrió con los grupos de inmigrantes a la nación (ie. italianos, rusos, polacos, irlandeses, cubanos).

Puerto Rico es un pueblo con una identidad y patrones culturales que le son propios y que desea conservar. La estadidad nos añade los mecanismos políticos, jurídicos y económicos más extraordinarios para la protección, conservación, desarrollo y crecimiento de nuestra identidad, idioma y ser cultural. En esto también la estadidad es la mejor alternativa y la más perfecta solución.

Finalmente, el conflicto o dilema fundamental nuestro no es si somos «Yankees» o puertorriqueños. La realidad jurídica, política y cultural de nuestra isla es que actualmente ya somos nacionales y ciudadanos Americanos y además puertorriqueños por identidad cultural. Y que ambas cosas son perfectamente compatibles y beneficiosas, como lo han confirmado los últimos 60 años de nuestra historia luego de la Ley Jones. La estadidad no nos va a hacer más «americanos» o menos puertorriqueños de lo que ya somos; sólo nos permitirá mejorar, consolidar, proteger y aprovecharnos aún más de nuestra presente condición como ciudadanos Americanos y puertorriqueños.

En resumen, la solución de Puerto Rico no está en la letra «o» sino en la «Y» reiterada, aumentada y completada.

Ciudadanía Puertorriqueña

H. CIUDADANIA PUERTORRIQUEÑA

Excepto por algunas personas en Puerto Rico, todo el mundo en el mundo sabe que no hay ciudadanía sin nacionalidad; que no hay nacionalidad sin nación; y que tampoco puede haber nación sin soberanía.

Los puertorriqueños somos ciudadanos americanos porque somos nacionales de la nación estadounidense, la cual ejerce sus poderes soberanos sobre nuestra isla. Sin la soberanía norteamericana sobre Puerto Rico nuestra ciudadanía americana no podría subsistir. Ningún pueblo puede imponer su ciudadanía sobre otro pueblo soberano. Es decir, que la República o la República Asociada terminarían con la ciudadanía americana de las futuras generaciones de los nacidos aquí, y dejarían sin leyes o foro para proteger los derechos de la ciudadanía de los Estados Unidos a los que ya la poseemos. No hay ciudadanía dual bajo la República o la República Asociada, sin la coexistencia de la soberanía de los Estados Unidos. Sin embargo, la independencia, en su forma de República pura o libre asociación, sin duda, resultaría en el establecimiento de la nación, nacionalidad y ciudadanía puertorriqueña a través de la soberanía del pueblo de Puerto Rico.

Por otro lado, conforme a la constitución de los Estados Unidos y su soberanía estatal, los residentes de los estados tienen dos ciudadanías; es decir, la ciudadanía nacional americana y la ciudadanía del estado. La estadidad produciría una verdadera doble ciudadanía para los puertorriqueños, quienes ostentaríamos tanto la ciudadanía americana como la ciudadanía puertorriqueña creada al amparo del Estado Soberano de Puerto Rico.

Bajo nuestra presente condición territorial, e independientemente de lo que diga el tribunal colonial, no existe la ciudadanía puertorriqueña. Esto es así porque sin soberanía no pueden existir la nación, la nacionalidad o ciudadanía de Puerto Rico. Las menciones que en la Ley Foraker se hicieron en torno a los «ciudadanos de Puerto Rico» o alguna forma de ciudadanía puertorriqueña fueron derogadas por la Ley Jones de 1917, según conclusiones del Departamento de Estado federal.

Sin soberanía nacional o estatal no puede existir la ciudadanía de esta isla. Las definiciones sociológicas o antropológicas del término «nación» no crean derechos ni establecen realidades políticas. Una historia común, un lenguaje común y unos patrones culturales similares, todo dentro de un marco geográfico determinado es también lo que define a todas las tribus indígenas a través del mundo. Las naciones son entidades políticas soberanas o no son naciones.

Los esfuerzos para lograr la declaración de existencia de la ciudadanía y nación puertorriqueña bajo nuestra presente condición territorial, sin soberanía; estando nuestra constitución y leyes subordinadas al más libre criterio congresional, sólo pueden ser interpretados y utilizados para intentar dar contenido, validez y autoridad engañosa a nuestra actual relación colonial con los Estados Unidos. La constitución federal sólo reconoce la ciudadanía estatal y la ciudadanía nacional. No existe una «ciudadanía territorial» bajo la bandera americana. Si en algún momento las leyes de los Estados Unidos parecen equiparar el domicilio de los residentes de Puerto Rico con la ciudadanía de los estados, lo hace como ficción jurídica a fin de permitir los pleitos por diversidad de ciudadanía y la defensa de derechos fundamentales ante el Tribunal Federal o en lo relacionado al desembolso de fondos federales.

Sólo la estadidad permite la creación de la ciudadanía puertorriqueña a la vez que retenemos para nosotros y nuestros hijos la ciudadanía americana. Una vez más, la estadidad es la mejor alternativa y la única solución que tenemos para lograr nuestras metas y aspiraciones más sentidas.

Descolonización

I. DESCOLONIZACION

Puerto Rico es un territorio no incorporado bajo la soberanía, autoridad y control de los Estados Unidos de América. Puerto Rico es una colonia. Es el pueblo con la situación colonial más antigua del mundo entero. Así lo señalan las Naciones Unidas, todos los pueblos del mundo, el Congreso de los Estados Unidos, los tribunales federales; lo decimos los estadistas, los independentistas y todos los populares con conocimiento e integridad. Y si algunos desean seguir mintiendo, que carguen con su conciencia y el juicio que la historia les hará, como colonialistas y reaccionarios que pretendieron detener el avance de nuestro pueblo debido a su pequeño interés político-electoral.

Para resolver nuestro problema de falta de poderes políticos y subordinación a los Estados Unidos sólo hay dos alternativas: la independencia o la estadidad. El territorio actual, ya sea «culminado» o «mejorado», no termina nuestra condición colonial debido a que continuaríamos bajo la soberanía del Congreso de los Estados Unidos. Cualquier arreglo sería una simple delegación de funciones, deberes y actividades claramente revocable por el Congreso, en el ejercicio de sus autoridades soberanas bajo la Cláusula Territorial.

La independencia es un remedio reconocido internacionalmente para terminar con el coloniaje por medio del establecimiento de una nación soberana separada, bajo su propia constitución y leyes. En el caso de Puerto Rico, sin embargo, la República no es una alternativa real o viable para terminar con nuestra relación colonial debido a que es rechazada masiva y contundentemente por nuestro pueblo y no ha podido sobrepasar el límite de 5 o 6 por ciento de los votos en ninguna elección general o plebiscito de los últimos 30 años. En términos prácticos, no es posible descolonizar a Puerto Rico a través de la independencia.

La República Asociada o libre asociación, por otro lado, también constituye un medio reconocido internacionalmente para lograr la descolonización de cualquier pueblo. Siendo que la libre asociación incluye el establecimiento de una soberanía separada (para poder entrar en un pacto con los Estados Unidos, el cual sería finalizable al momento por cualquiera de las partes) ésta goza también del rechazo abrumador que el pueblo puertorriqueño dedica a la República. Aparte de ésto, la libre asociación no cuenta con representante o partido político de envergadura que la promueva, ni forma parte del desarrollo histórico tradicional de los movimientos políticos de nuestra isla. Por tanto, la libre asociación tampoco constituye una alternativa real a la descolonización de Puerto Rico.

La única opción real, viable, concreta y verdadera que los puertorriqueños tenemos para terminar con el coloniaje en nuestra isla es la estadidad. Como usted sabe, la integración política voluntaria es otro de los medios reconocidos por el derecho internacional para terminar con el coloniaje. Y la verdad es que luego del intenso debate público sobre el status de nuestra isla de los pasados 40 años, contando nosotros también con una de las poblaciones mejor educadas del mundo, muy difícilmente podría argumentarse que la decisión de la estadidad no fuera la más analizada, discutida, estudiada, libre, voluntaria e inteligente de todas nuestras decisiones como pueblo. El coloniaje es un problema de falta de poderes políticos y esos poderes políticos los provee la estadidad.

El estadoismo es el único movimiento político puertorriqueño que ha crecido durante los pasados 30 años. De hecho, aumentó un 8% del favor electoral entre 1967 y 1993. Por otro lado, el apoyo al status territorial (E.L.A.) se redujo en un 12% durante el mismo período. Y la independencia ha permanecido estancada durante todos esos años. Más temprano que tarde, el desarrollo político de nuestra isla resultará en una solicitud mayoritaria para que se conceda la estadidad a Puerto Rico. Y la única posibilidad remota que la independencia pudiera tener, con el endoso del pueblo es que a través de los años se desvaneciera el movimiento estadista luego de múltiples intentos infructuosos de integración a la nación americana. Sólo así, lo cual es improbable, podría suscitarse una reorganización de las fuerzas políticas puertorriqueñas que permita alguna oportunidad electoral a la República, con o sin pacto de libre asociación. Si yo fuera independentista, también votaría por la estadidad, particularmente si creyera con firmeza que los reclamos de estadidad para Puerto Rico serán rechazados por el Congreso una y otra vez.

En conclusión, la única alternativa concreta, real y positiva que tenemos para resolver el problema colonial de Puerto Rico es la estadidad. Por eso es que decimos, una vez más, que la estadidad es la mejor alternativa y la única solución con que cuentan nuestra gente.

Para terminar, debemos considerar que los puertorriqueños somos un pueblo de gran honor y dignidad, que nos sentimos orgullosos de nosotros mismos y de nuestros logros. El que a estas alturas del desarrollo de la humanidad nuestra isla todavía sea una colonia y, además, la más antigua colonia sobre el planeta, no contribuye al respeto que nuestro pueblo se merece ante los ojos de todos los países del mundo, ni añade nada a nuestra autoestima.

Fondos Federales

J. Certeza y Aumentos en Recursos Federales

Recuerdo cuando era yo muchacho que un día en la playa escuché sin querer la conversación entre dos conciudadanos del norte, cuando uno le decía al otro que nosotros los puertorriqueños no podíamos hacer nada sin la ayuda de los Estados Unidos y que dependíamos totalmente de las ayudas que nos brindaban. Aquellas palabras me incomodaron sobremanera y estuve rabiando por varios días. Me sentí verdaderamente indignado por la percepción que aquellos continentales tenían de nuestra isla y su gente, y también de mí, como puertorriqueño y miembro de esta comunidad.

Y es que hay una diferencia muy grande entre la caridad y las limosnas y, por otro lado, los derechos. La actitud y perspectivas de los que dan y reciben son determinadas por la calidad en que y el fundamento sobre el cual se brinda y acepta lo dado.

Todos los estados de la Unión reciben muchos más recursos federales por ciudadano (per cápita) que Puerto Rico. Y estoy seguro que aquellos continentales en la playa jamás hubieran dicho o pensado que Florida dependía totalmente de las ayudas federales o que sin la ayuda de los Estados Unidos la gente del estado de la Florida jamás podría lograr nada. Para los estados, los recursos federales son un derecho, los cuales se consideran como algo bueno; como un beneficio natural, equitativo, justo y necesario al mejor bienestar y calidad de vida de los residentes de los miembros de la Unión. Para los ciudadanos americanos que residimos en Puerto Rico, sin embargo, los mismos recursos federales en mucho menos cantidad son una «dádiva», una «bondad» una forma de «dependencia» que necesitamos para poder subsistir. Esto es muy dañino a nuestra imagen propia y a la opinión que muchos continentales pudieran tener sobre nosotros. Este es el resultado de nuestra presente indigna condición territorial colonial.

Como territorio no incorporado Puerto Rico no tiene certeza o derecho alguno, como los estados, de recibir fondos y asignaciones federales. Lo que actualmente recibimos; es decir, cerca de $11 billones de dólares al año lo recibimos por la generosidad y discreción del Congreso de los Estados Unidos. Puerto Rico puede ser y es discriminado en la distribución de fondos federales. Así como el Congreso puede aumentar, también puede reducir los fondos que recibe nuestra isla a su antojo. Esta autoridad la ejercita conforme a las necesidades económicas de la nación y al interés nacional. Por ejemplo, una vez cambiada la situación económica de la nación y sus prioridades, el Congreso eliminó la Sección 936 del Código de Rentas Internas Federal.

Por no ser estado, Puerto Rico pierde anualmente el 88% o casi la mitad de los fondos y beneficios federales a los que tendría derecho. Para el presente año fiscal de 1998, la pérdida asciende a $9.5 billones. Esta pérdida es mayor anualmente con el crecimiento poblacional y aumenta cerca de un 6.8% por cada año que pasa sin Puerto Rico convertirse en un estado.

Durante los últimos cinco años solamente (1993-1998) se estima que nuestra isla ha dejado de recibir cerca de $30 billones a los que tendría derecho de haber sido un miembro de la Unión. Esta situación impide que lleguen a nuestra isla recursos que necesitamos desesperadamente para combatir los problemas de salud, alcoholismo, drogadicción, S.I.D.A., pobreza, desempleo, vivienda, educación, seguridad pública, protección de nuestra niñez, ancianidad, personas con impedimentos y el fortalecimiento de la familia. Es decir, Puerto Rico necesita mucho más pero recibe mucho menos que cualquiera de los estados.

Durante el presente año fiscal solamente la condición política de Puerto Rico como territorio no incorporado le ha robado a las familias puertorriqueñas por lo menos $4.39 billones de su ingreso familiar anual por concepto de pagos directos a ciudadanos a que tendríamos derecho de ser tratados como a iguales. Muchas de éstas son familias con necesidades gravísimas de pobreza, desempleo, falta de oportunidad, personas con impedimentos, médico-indigentes y personas de mayor edad.

Bajo la estadidad, por otro lado, las aportaciones federales que recibiremos serán un derecho natural en igualdad de condiciones que los demás estados. Ya no dependeremos más de la generosidad o discreción congresional y no podrá continuar discriminándose en contra de nuestra isla en este respecto. Estaremos seguros de poder contar con estos recursos para nuestro desarrollo social, físico y económico en todo nuestro futuro.

Tomado globalmente y utilizando conservadoramente cifras del Departamento de Comercio Federal de 1996, podemos estimar que como estado Puerto Rico tiene el potencial de casi duplicar la cantidad de sus recursos federales. Estos $9.5 billones adicionales, en términos monetarios constituyen más del 20% o una quinta parte de nuestro producto bruto para el 1995 ($42.4 Billones). Repitiendo, Puerto Rico podría aumentar sus recursos y ayudas federales en un 88% bajo la estadidad.

Bajo el estado 51, se estima que Puerto Rico, a corto y mediano plazo recibiría aumentos en las aportaciones federales de la siguiente forma:

Estimados para 1998

1. Pagos Directos a Ciudadanos $4.39 Billones adicionales

Esta cifra incluye el Reintegro Federal Sobre Ingreso Devengado (Earned Income Tax Credit). Utilizando una base de $300,000 por empleo se estima que esta partida crearía cerca de 15,000 empleos indirectos en nuestra isla.

2. Contratos Sobre Compras Federales $2.37 Billones adicionales

Esto incluye contratos de defensa y otras compras del gobierno federal a industrias locales. Con una base de $100,000 por empleo se estima que estos fondos adicionales crearán cerca de 24,000 empleos directos y otros indirectos, de Puerto Rico ser tratado en igualdad de condiciones.

3. Salarios y Beneficios a Empleados Federales $2.30 Billones adicionales

La estadidad aumentará considerablemente el tamaño y las operaciones del gobierno federal en Puerto Rico. Con una base de $46,000 por empleo, se estima que estos aumentos producirán cerca de 50,000 nuevos empleos federales en la isla.

4. Aportaciones al Gobierno Estatal y Municipal $440 Millones adicionales

Esto se refiere a programas federales existentes que aumentarían su cantidad u otros en los que Puerto Rico no puede participar actualmente. Con una base de $30,000 por empleo, se estima que estos fondos adicionales crearían cerca de 14,000 nuevas plazas. Como vemos claramente, lejos de fomentar la dependencia y el ocio, estos fondos adicionales resultarán en la aceleración de nuestra economía y la creación de miles de oportunidades de trabajo para nuestra gente.

Algunos de los programas federales más importantes en los que recibiremos de inmediato aumentos notables bajo la estadidad se encuentran los siguientes:

Estimados 1998

a. Asistencia Nutricional $1,088 Millones Adicionales

b. Medicaid/Medicare $1,300 Millones Adicionales

c. Seguro Social Suplementario $1,200 Millones Adicionales

d. Ayuda a Familias con Niños Dependientes $143 Millones Adicionales

e. Programas de Protección de la Niñez (Foster Care, Transitional Child Care, At Risk Child Care y Otros) $ 100 Millones Adicionales

TOTAL $3,831.00 Millones Adicionales

Se considera que la ganancia añadida para Puerto Rico en estos programas que acabamos de mencionar sería de cerca de $4.5 billones en 1999 y $5 billones, para el año 2,000. Los estimados antes presentados en relación al Programa de Asistencia Nutricional son bastante conservadores, considerando que con el cambio del programa a Estampillas de Alimentos existen otros estimados de hasta $1,433 Millones adicionales para el 1998.

Lo anterior no toma en consideración el efecto que nuestro voto presidencial, la delegación congresional y la presencia de un número mayor de puertorriqueños en las esferas del poder y las agencias federales pudieran tener en la asignación de fondos en propuestas de carácter competitivo que Puerto Rico somete para diversos programas y en el establecimiento de proyectos especiales de infraestructura y de otro tipo, además de la posibilidad real de un Donativo Congresional para la Estadidad (Statehood Grant) que pudiera todo ascender a billones de dólares más.

Lo importante de estos recursos federales adicionales que recibiremos bajo la estadidad no son las grandes cifras de dinero. Lo verdaderamente importante es, primeramente, cómo la estadidad altera la certeza y las bases morales sobre las cuales recibimos estos fondos. En segundo lugar, cómo estos fondos aceleran nuestra economía, nos ayudan en la creación de empleos y a establecer una mejor infraestructura. Tercero, cómo estos recursos añadidos nos permiten mejorar los servicios de salud, educación, vivienda, seguridad pública, adicción, alcoholismo, S.I.D.A. y para atender otros problemas importantes de nuestra comunidad. Y cuarto, cómo estos fondos mejoran nuestro estándar de vida y permiten el establecimiento de una más fuerte y amplia red de asistencia social para nuestras personas en necesidad y los desvalidos. No podemos ser la Gran Potencia del Caribe sin que a la vez seamos una gran potencia por dentro, internamente, en el nivel de vida y protecciones que ofrecemos a nuestra gente.

Como hemos dicho desde el principio, la estadidad nos añade recursos, herramientas y oportunidades que necesitamos para mejorar nuestra calidad de vida. Y nos permite tener ilusiones en cuanto a nuestro porvenir. Sin ilusión, no se puede vivir. Con la estadidad estaremos mucho mejor. Es una gran cosa la igualdad.

Crecimiento Económico

K. CRECIMIENTO ECONOMICO

La estadidad debía ser la oferta política más fácil de aceptar y promover. La estadidad no es un misterio o una fantasía y ni siquiera constituye un riesgo que sea necesario ponderar. Esto es así porque ya existen 50 estados que todos conocemos y éstos exhiben unas condiciones de calidad de vida, oportunidad y prosperidad económica que se observan a simple vista. Cuando hablamos de la nación americana como la nación más rica y poderosa del planeta, nos referimos también a los 50 estados más ricos y poderosos del planeta y al estándar de vida más alto conocido a la humanidad. La estadidad funciona.

El modelo de desarrollo económico de la estadidad para Puerto Rico es el de la integración plena de nuestra economía menos desarrollada a la economía más desarrollada de los Estados Unidos. Conforme a este modelo ya comprobado, una economía menos desarrollada que se integra a una más desarrollada acelera su crecimiento de forma dramática hasta alcanzar el nivel de la economía más desarrollada en la que se inserta.

Así, por ejemplo, España y Portugal han acelerado su crecimiento económico luego de su integración a las economías más prósperas del Mercado Común Europeo. Así también, las economías de Alaska y Hawaii han experimentado un crecimiento aún más espectacular luego de su integración completa a las economías más desarrolladas de los estados de la Unión. Es en Alaska y Hawaii que vemos la gran diferencia entre los territorios y los estados en términos de crecimiento económico.

En el caso de Hawaii, por ejemplo, para el 1960 el ingreso personal era de apenas $6,000 anuales, mientras que para el 1997 era de $28,000 por ciudadano; es decir, cuatro veces y medio más. Entre 1958 a 1973 las tasas de crecimiento económico promediaron 6.31%, mientras que para el resto de los Estados Unidos fue de 4.4%. Durante el mismo período, la inversión de firmas haciendo negocios en Hawaii aumentó seis (6) veces y el número de turistas aumentó quince (15) veces al período antes de convertirse en estado.

En su historia económica de Hawaii, el más reputado de los economistas de negocios en dicho estado, el Sr. Thomas Kemper Hitch, (Hitch, Thomas K., Islands In Transition: The Past, Present and Future of Hawaii’s Economy, 1992, p. 181), observó lo siguiente en relación a los primeros años de la estadidad en Hawaii:

«El status de estado valía billones de dólares de publicidad y promoción para Hawaii. De repente nos convertimos en el cincuentavo estado, y miles de miles de firmas de negocios con actividades por toda la nación comenzaron a preguntarse el porqué ellos no estaban haciendo negocios en Hawaii. Aquéllos que ya estaban haciendo negocios transfirieron el programa de mercado de Hawaii fuera de sus departamentos de relaciones exteriores y lo colocaron en sus departamentos de relaciones domésticas» (traducción nuestra).

El estado más pobre, Mississippi, también ha estado creciendo rápidamente. En 1940 tenía el 22% del ingreso per cápita de Delaware, que era entonces el estado más rico. Para 1990 Mississippi ya tenía el 50% del ingreso del estado más rico, que ahora es Connecticut. En 50 años ha reducido en más de la mitad la diferencia que lo separaba del estado más rico de la nación.

El promedio de crecimiento económico anual en los estados de la Unión es 2% mayor que el de Puerto Rico. Esto, sin ofrecer exenciones contributivas federales a las industrias. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard señala que de Puerto Rico haberse convertido en estado en 1952, el ingreso promedio de cada ciudadano sería de $6,000 más de lo que es actualmente.

Como resultado de la estadidad Puerto Rico puede tener la seguridad de lo siguiente:

1. Un aumento dramático en asignaciones de fondos federales de entre 9 y 10 billones de dólares que producirían entre 80 y 100 mil empleos.

2. Un aumento dramático en la industria del turismo, que en pocos años duplicará y triplicará en número de empleos en dicho sector.

3. Se multiplicará de inmediato el número de firmas norteamericanas domésticas y de otros países haciendo negocios en Puerto Rico. Esto, como resultado de la publicidad generada por el anuncio del Estado 51 y de la estabilidad y seguridad política de la estadidad. Además, se ampliará la operación e inversión de los negocios norteamericanos y nativos ya existentes.

4. El regreso a Puerto Rico e inversión de millones de dólares de residentes de nuestra isla que se encuentran en bancos de los Estados Unidos debido a la presente incertidumbre política.

5. La ubicación gradual de Puerto Rico como punto de contacto y centro de negocios entre los Estados Unidos y Latinoamérica y centro bancario, comercial y técnico del bloque económico y mercado común del hemisferio. Estados Unidos necesita un estado hispano estratégicamente localizado y capacitado para desarrollar su mercado de Latinoamérica. Puerto Rico se colocaría en el lado más provechoso del bloque económico del hemisferio dominado por los Estados Unidos.

6. Conforme a la experiencia de Hawaii, Puerto Rico duplicará su crecimiento económico durante los primeros 15 años de la estadidad y aumentará el ingreso personal de cada puertorriqueño en unos $4,000, lo que continuaría aumentando geométricamente a través de los años y reducirá notablemente su tasa de desempleo.

7. Puerto Rico puede esperar también un desarrollo económico más balanceado y seguro debido al incremento en el empleo y la inversión en el turismo, el comercio, la banca y la industria de capital nativo, que no es dependiente de beneficios contributivos a industrias, los que existen bajo la sola discreción del Congreso. La economía de los pueblos estará mejor equipada para absorber los golpes sufridos por el cierre de cualquier industria.

8. La estabilidad política, seguridad jurídica y certeza de crecimiento económico que para la inversión representa la estadidad, además de la publicidad generada por ésta aumentarán el atractivo de nuestros Bonos y harán innecesarios cualesquiera otros beneficios o incentivos especiales.

9. La industria existente en nuestra isla no se retirará de Puerto Rico, pues es de una alta tecnología que requiere de personal educado y adiestrado; de facilidades modernas de infraestructura y servicios no existentes en países subdesarrollados. Además, es una industria de mucha inversión de capital, mucha maquinaria y tecnología que resulta costoso reubicar. Finalmente, aún luego de la aplicación de contribuciones federales lasganancias de estas corporaciones en Puerto Rico continuarán siendo atractivas y abundantes. Algunas de las industrias 936-30A que han anunciado planes de expansión durante los meses recientes son: Congar, Hanes, Eastpak, Aramark, Cutler Hammer, Chem Source, Engraph Lehigh Press, Interstate Uniform, Wittnaver Worldwide, Johnson & Johnson y UpJohn. Los incentivos 936 – 30A terminan en 8 años. Si estas industrias tienen planes de abandonar la isla … ¿por qué están realizando expansiones millonarias en Puerto Rico? La respuesta es obvia … No se van. Una golondrina que vuela no hace un verano; es decir, las excepciones no hacen norma y la norma es que estas industrias se quedarán permanentemente en nuestra tierra. De hecho, conforme a los estudios más recientes del General Accounting Office (1997) no se han suscitado cambios importantes en el comportamiento del sector de la manufactura a partir de las alteraciones últimas al esquema de exenciones contributivas federales a industrias.

Sin embargo, con la eliminación de la Sección 936-30A dentro de pocos años, la mejor opción económica que tiene Puerto Rico es la estadidad.

La estrategia de desarrollo económico bajo el presente status territorial ha sido la oferta de mano de obra barata, exenciones contributivas federales a las industrias y la dependencia excesiva en un solo sector: la manufactura, junto al abandono de otros sectores de la economía.

Aunque estas estrategias tuvieron éxito durante los años de las décadas de 1940, 1950 y 1960 en producir de empleos e ingresos para los puertorriqueños (debido en parte también al extraordinario crecimiento económico e industrial norteamericano posterior a la II Guerra Mundial) ya para la década del 1970 este modelo dejó de funcionar. A medida que aumentaban los salarios y calidad de vida de los puertorriqueños comenzaron a abandonar la isla las industrias que generaban ingresos a base de mano de obra barata y fueron sustituidas por industrias de alta tecnología, de gran inversión de capital, que generan muchas ganancias, pero producen pocos empleos. En términos globales, durante las últimas décadas, el número de empleos en la manufactura se ha mantenido constante, y este sector no ha hecho aportación significativa en la creación de nuevas plazas o en incrementar el ingreso per cápita de los puertorriqueños.

A pesar de los logros recientes del gobierno de Puerto Rico basados principalmente en la diversificación de la economía, de lograr que otros sectores como el turismo también se desarrollen, a largo plazo Puerto Rico está estancado económicamente, por falta de las herramientas económicas de la estadidad. Esto, mientras la población y sus necesidades siguen creciendo.

Como hemos dicho, las economías en los estados de la Unión crecen a un ritmo que es 2% mayor que en Puerto Rico. Esto quiere decir que cada año Puerto Rico se hace más pobre frente a los estados de la federación. Por otra parte, desde 1973 el ritmo de crecimiento de la economía puertorriqueña se ha ido reduciendo en relación al crecimiento de las economías latinoamericanas y caribeñas. Cada día, también, Puerto Rico es menos próspero en relación a Iberoamérica.

Para 1990, el ingreso per cápita de la isla fue de $7,296; es decir, menos de un tercio (1/3) de aquél de los Estados Unidos y nuestra tasa de desempleo es el doble que la de los estados. Toda esta situación se agrava con la posible apertura de Cuba, los tratados sobre mercado común de los Estados Unidos con Latinoamérica y la eliminación de los beneficios contributivos bajo la Sección 936-30A dentro de 8 años. Al ser preguntado del porqué había radicado su proyecto de plebiscito, el congresista Don Young indicó que lo había hecho porque de no resolver su problema de status, «Puerto Rico sería un desastre económico dentro de pocos años».

Como podemos ver claramente, la estadidad no es sólo la mejor alternativa, sino también la única solución que tenemos, si es que queremos continuar progresando y prosperando. La estadidad nos añade opciones, oportunidades y nuevas herramientas para nuestro porvenir.

Para terminar, a aquellos que piensan que Puerto Rico sólo puede sobrevivir a base de exenciones contributivas federales a las industrias, o que también era posible retenerlas, les invito, exhorto e imploro a que por favor vayan muchas veces a Washington, D.C. a tratar de convencer a los congresistas y senadores que las eliminaron para que las reinstalen, en lugar de continuar lamentándose por un pasado que ya pasó y que tampoco funcionó.

Puerto Rico tiene mucho que ofrecer al sector industrial, particularmente en lo que se refiere a la productividad, disciplina y lealtad de nuestros trabajadores. Y constituye un grave insulto y menosprecio a nuestra gente y a nuestros logros como sociedad el decir que la única forma que un inversionista puede interesarse en Puerto Rico es si recibe beneficios contributivos especiales y extraordinarios. Una vez más, sin duda, la estadidad es muchísimo mejor.

Contribuciones Federales

L. CONTRIBUCIONES

FEDERALES / REDUCCION CONTRIBUTIVA LOCAL

Ya hemos visto cómo la estadidad traerá a nuestra isla aumentos billonarios en fondos federales y un desarrollo económico vertiginoso y consecuente. Veamos ahora también uno de los temas menos comprendidos y más tergiversados de la política puertorriqueña: las contribuciones federales bajo la estadidad.

Y en cuanto a esto, creo primeramente que los valores y principios involucrados son más importantes que los incidentes económicos. Es decir, que los puertorriqueños somos un pueblo honorable y digno, de gente decente que trabaja y lucha para tener lo que tiene. No somos una ganga de «listos»,» jaibas», «mendigos», «vividores» o «buscones», que gusten de recibir cosas a cambio de nada.

Bajo la estadidad los puertorriqueños pagaremos contribuciones federales. Y nos sentiremos contentos, orgullosos y satisfechos de nosotros también poder hacer nuestra aportación a la nación conforme a nuestra capacidad. Esto añade a nuestra estima y dignidad. Ya no estaremos meramente recibiendo la generosidad de los Estados Unidos, sino que lo que recibamos en ayudas federales lo recibiremos de pie y con la frente en alto, como un derecho en igualdad de condiciones que cualquiera de los demás estados de la Unión.

El pago de contribuciones federales es un precio muy bajo que pagar por nuestra igualdad ciudadana, nuestros derechos políticos, la descolonización de Puerto Rico, la seguridad de nuestro futuro, la justicia social y la prosperidad que traerá la estadidad. Si en el pasado hemos estado dispuestos a abandonar nuestra isla y dar nuestra sangre y nuestra vida en defensa de nuestra nación, no es gran cosa que también estemos dispuestos a hacer alguna aportación al Tesoro Federal conforme a nuestras posibilidades.

Sin embargo, un estudio del General Accounting Office (GAO) de 1996, en cuanto a las planillas de los puertorriqueños radicadas en Hacienda para el 1992, revela que la totalidad de las contribuciones federales que los puertorriqueños tendrán que pagar bajo la estadidad asciende a $623 millones, mientras que el Reintegro Federal Sobre Ingreso Devengado (Earned Income Tax Credit) sería de $574 millones. Con el incremento en el número de personas reportando ingresos y radicando planillas debido al interés en recibir el Reintegro Federal, este «Earned Income Tax Credit» ascendería a un estimado de $638 millones. Es decir, que lo que Puerto Rico como sociedad pagaría al Tesoro Federal es $15 millones menos de lo que recibirá del Reintegro Federal. Debido a sus niveles actuales de ingreso personal, Puerto Rico de inmediato ganará $15 millones por su integración al sistema contributivo federal.

Este estudio del GAO ajustado al 1996 nos indica que el 59% de las familias puertorriqueñas; es decir, aproximadamente dos de cada tres no tendrán que pagar un centavo en contribuciones federales y que el 65% de nosotros recibirá el Reintegro Federal Sobre Ingreso Devengado. En resumen, el 41% de nuestras familias pagarán alguna contribución federal, lo cual será devuelto en su totalidad y un poco más a las familias menos privilegiadas de nuestra isla; resultando todo finalmente en una mejor distribución de la riqueza en Puerto Rico, en una mayor igualdad económico-social entre nosotros mismos.

¿Quién pagará por costo contributivo de la igualdad? Las corporaciones que al presente disfrutan de exenciones contributivas federales que pagarán $4.5 billones anuales y la abundancia económica y enriquecimiento de los puertorriqueños producto de la estadidad. En la medida en que la sociedad puertorriqueña crece y se enriquece con la estadidad, los puertorriqueños aumentaremos gradualmente nuestra aportación al Tesoro Federal. Así también, la prosperidad de los puertorriqueños logrará reducir gradualmente los gastos en los fondos federales dedicados a eliminar los problemas resultantes de la pobreza y el desempleo.

Las familias que sí tengan que pagar alguna contribución federal podrían recibir de inmediato un crédito contributivo, es decir, una reducción dólar a dólar en su pago de contribuciones a Hacienda de Puerto Rico, por su pago de contribuciones federales.

Ya hemos dicho que para el 1992, el pago total de contribuciones federales de Puerto Rico haber sido un estado hubiera ascendido a $638 millones. Asumamos, para exagerar, que el 40% de las familias de Puerto Rico tuvieran que pagar $800 millones en contribuciones federales para el 1998 y que el gobierno de Puerto Rico diera un crédito dólar a dólar en el pago de sus contribuciones estatales. ¿De dónde saldría el dinero para cubrir el deficit de $800 millones en nuestro Tesoro de Puerto Rico?

Tomado a la ligera, se estima que Hacienda recibirá $440 millones adicionales producto de los aumentos en fondos federales para programas de gobierno en los que no participamos o participamos limitadamente (niñez, transportación, vivienda, agricultura, desarrollo económico, etc.). Por otra parte, Puerto Rico recibirá cerca de $1,300 millones adicionales en Medicaid / Medicare, lo que reducirá los gastos de nuestro Tesoro local en servicios de salud para medico-indigentes en por lo menos $1,000 millones. La Tarjeta de Salud del Pueblo de Puerto Rico se pagaría completamente con este dinero y nos sobraría para cubrir toda la isla de inmediato.

Con estas dos partidas solamente cubrimos el crédito contributivo, dólar a dólar, de toda contribución federal que cualquier residente de Puerto Rico tuviese que pagar.

Pero eso no es todo. Estimamos que los recaudos de Hacienda de Puerto Rico aumentarán dramáticamente y que nuestro Tesoro local se fortalecerá grandemente como resultado de la estadidad, lo que pudiera producir reducciones contributivas adicionales para todos los puertorriqueños, por lo siguiente:

1. La estadidad resultará en una inyección de $9.5 billones de dólares a nuestra economía; es decir, un aumento que en dinero representa cerca de un 20% de nuestro producto bruto. La actividad y aceleración económica, además de los empleos generados por estos dineros adicionales resultarán en recaudos millonarios adicionales para Hacienda.

2. La aceleración del crecimiento de nuestra economía y del ingreso personal producto de la integración económica de Puerto Rico a la economía más próspera de los estados; los nuevos empleos creados por la llegada de nuevas empresas domésticas norteamericanas y la ampliación de las operaciones de las ya existentes; el aumento en las inversiones de capital nativo; el crecimiento del turismo, etc. redundará en el fortalecimiento multimillonario de nuestro Tesoro local. Siguiendo el modelo de Hawaii, se estima que en los primeros 15 años de la estadidad, Puerto Rico duplique su crecimiento económico y que el ingreso per cápita de los puertorriqueños aumente en $4,000. Esto significa más dinero para Hacienda por el crecimiento natural de nuestra economía sin aumentar las contribuciones o imponer nuevas.

3. Con el interés de recibir los beneficios económicos del Reintegro Federal Sobre Ingresos Devengados (Earned Income Tax Credit) muchas personas que al presente no reportan ingresos o rinden planillas lo harán, aumentando los ingresos del tesoro puertorriqueño en varios millones más.

4. La entrada del Internal Revenue Service (IRS) y de sus sistemas de información ayudará a Puerto Rico a identificar posibles evasores contributivos, aumentando así aún más la base contributiva local.

5. El aumento vertiginosos en el valor de la propiedad que experimentará Puerto Rico como resultado de la estadidad resultará en un crecimiento millonario en los recaudos de Hacienda por concepto de ganancias de venta.

6. El regreso a Puerto Rico de millones de dólares que se encuentran en bancos de los Estados Unidos y otros países debido a los temores existentes sobre el futuro político de nuestra isla, que serán invertidos aquí y depositados en nuestros bancos, generando así mayor actividad económica y aumentos en recaudos por concepto de ganancias de interés.

7. Si, en efecto, algunas empresas deciden irse de Puerto Rico y repatrian sus ganancias y depósitos bancarios con la eliminación de la Sección 936-30A, entonces pagarán millones de dólares en el «Tollgate Tax», produciendo a corto plazo un mayor fortalecimiento del Tesoro isleño.

8. Existe la probabilidad real, lo que ha sucedido a otros estados, de un Donativo Congresional para la Estadidad (Statehood Grant) que fortalecerá notablemente los recursos de Hacienda.

9. Lo anterior no toma en cuenta los esfuerzos que pueda realizar el gobierno de Puerto Rico para reducir sus gastos ante las nuevas oportunidades de empleo creados y mejor remunerados en el sector privado o la posibilidad de que el pago de contribuciones federales pudiera ser aplicado graduamente, conforme a un plan de transición. Recuerde que el gobierno de la isla ya redujo en $400 millones la carga contributiva del ciudadano. Tampoco toma ésto en consideración los ahorros millonarios que Puerto Rico tendrá con la estadidad en gastos de representación y cabildeo privados, sustituidos por la presencia de nuestra delegación congresional en Washington, D.C.

10. Los recaudos para nuestros municipios serán mayores debido a los aumentos en fondos federales municipales (los que se estiman en un 40% adicional) y las patentes producto de una mayor actividad económico-comercial. No habrá aumentos en las contribuciones sobre la propiedad que son cobradas y utilizadas por los pueblos y ciudades.

Ante el esquema antes presentado no es necesario que Puerto Rico recurra al mecanismo del pago de contribuciones sobre el precio de venta (sales tax) si no lo desea. Como sabemos, bajo la soberanía estatal, cada estado diseña y establece su propio sistema contributivo.

Es cierto que dentro el presente status los residentes en Puerto Rico no pagamos contribuciones federales. Sin embargo, bajo la Cláusula Territorial el Congreso tiene autoridad hoy para imponernos dichas contribuciones como pago parcial por los $11 billones que recibimos actualmente. Esta autoridad se ejercerá conforme al interés nacional y las necesidades presupuestarias de la nación.

La propuesta de que se iguale a Puerto Rico a los estados en fondos federales, pero sin hacernos estado, a cambio de una aportación del gobierno local al Tesoro Federal no tiene precedente en las relaciones del gobierno nacional con los estados o territorios. Es otro intento pretencioso de que los Estados Unidos se ajuste a nosotros, de sojuzgar la constitución, leyes y tradiciones norteamericanas a las manías de los colonialistas del patio. Este esquema aumentaría considerablemente nuestras contribuciones a nivel local sin el beneficio del Reintegro Federal Sobre Ingreso Devengado; es decir, resultaría en una pérdida económica para Puerto Rico. Esto tampoco aumenta las partidas por concepto de salarios y beneficios a empleados federales o las compras federales a industrias locales. Por otro lado, el negarse a recibir aumentos en el futuro, según ha sido propuesto es el primer paso al esquema de la libre asociación, donde el crecimiento en fondos federales se detiene completamente para dar curso a reducciones anuales hasta llegar a 0.

Para resumir, si la estadidad fuera tan opresiva y limitante, y las contribuciones federales tan onerosas que no se pudiera vivir; ¿cómo es posible que 275 millones de seres humanos residan en los Estados Unidos y que personas de todas partes del mundo arriesguen diariamente su libertad y su vida para poder trasladarse a dicha nación? ¿Cómo es posible que los 2.5 millones de puertorriqueños domiciliados en el continente no hayan regresado todos ya a residir en nuestra Isla del Encanto? Todos éstos viven en los Estados Unidos por una sola razón. Porque la estadidad es mejor.

Como vemos, nuestra participación en el sistema contributivo federal resultará en una ganancia neta de $15 millones para Puerto Rico, reducciones contributivas a nivel local y una mejor distribución de la riqueza en nuestra isla. ¿Qué más queremos? Sin duda, la estadidad es lo que nos conviene.

Comité Olímpico

M. COMITE OLIMPICO

El tema del olimpismo no forma parte de nuestra decisión de status debido a que nuestra franquicia olímpica depende única y exclusivamente de las determinaciones del Comité Olímpico Internacional y no de los Estados Unidos o cualquiera de sus instituciones políticas.

Como sabemos, la franquicia olímpica de Puerto Rico fue concedida en 1948, a pesar de que los puertorriqueños ya éramos nacionales norteamericanos desde 1917 y antes del establecimiento del «Estado Libre Asociado» en 1952. Por tanto, nuestra participación olímpica no tiene nada que ver ni constituye un «beneficio» de nuestro ordenamiento actual, particularmente cuando bajo la presente condición territorial de Puerto Rico el Congreso tiene autoridad suficiente para imponernos de inmediato la Ley Federal de Deportes Aficionados (Amateur Sports Act)

Conforme a la Carta Olímpica, las olimpiadas son competencias entre atletas individuales. El término «país» significa todo país, Estado, territorio o porción de todo territorio que el Comité Olímpico Internacional considere en su sola discreción como zona de jurisdicción de un Comité Olímpico Nacional. El Comité Olímpico Internacional, por ejemplo, ha decidido mantener la franquicia Olímpica de la antigua colonia británica de Hong Kong como un Comité Olímpico Nacional separado, aún luego de éste reintegrarse a la República China. Esto es exactamente lo que los estadistas habíamos estado diciendo por años en Puerto Rico.

Seguridad Pública

N. SEGURIDAD PUBLICA

A pesar de los grandes avances que hemos tenido durante los pasados años en torno a la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, no hay duda que los puertorriqueños continuamos estando muy preocupados con la incidencia criminal en nuestra isla. La estadidad también nos ayudará en esto.

En primer lugar, la extensión de las fronteras nacionales internas hasta Puerto Rico creará mayor conciencia en los Estados Unidos de la necesidad de proteger a nuestra isla y nuestras costas, lo que resultará en un fortalecimiento del servicio de aduanas, guardacostas, sistemas electrónicos y aéreos de detección y control de inmigración. Esto ayudará a reducir significativamente la entrada de drogas, armas y delincuentes a nuestra isla.

Segundo, habrá un crecimiento notable de la presencia federal en Puerto Rico, con un mayor número de agentes del F.B.I., D.E.A. y otras agencias de seguridad, lo que fortalecerá nuestra seguridad interna y la lucha contra el crimen. Los recaudos adicionales de Hacienda nos permitirán continuar mejorando los salarios, adiestramientos y equipos de nuestra Policía.

En tercer lugar, la estadidad patrocinará una mayor y mejor coordinación de Puerto Rico con las agencias de seguridad del gobierno federal y el intercambio de tecnologías y conocimientos anti-crimen con otros estados. Cuarto, la prosperidad y abundancia de la estadidad, los empleos creados y los programas federales de los que participaremos en igualdad de condiciones con otros estados nos permitirán aliviar muchos de los problemas sociales, de pobreza, falta de oportunidad y marginación que contribuyen a la conducta criminal. Por medio del voto presidencial y nuestra delegación congre-sional lograremos mayor atención y recursos nacionales para la lucha contra el crimen en Puerto Rico.

Finalmente, los aumentos en Medicaid / Medicare nos ayudarán en la detección y tratamiento de los problemas de adicción a drogas y alcoholismo que inciden en la conducta delictiva.

Lo anterior es mucho mejor de lo que tenemos actualmente. La estadidad, sin duda, nos añade, nos ayuda y provee más recursos y oportunidades para atender y aliviar nuestro problema del crimen.

Empleos

O. EMPLEOS

Bajo la estadidad Puerto Rico irá gradualmente eliminando el desempleo y aumentando el ingreso per cápita de sus ciudadanos hasta alcanzar niveles comparables a los demás estados de la Unión. Esto será así, por los siguientes factores:

1. La casi duplicación de fondos federales en nuestra isla, lo que producirá aceleración económica y miles de empleos directos e indirectos.

2. La integración de nuestra economía menos desarrollada a la economía más desarrollada de los estados, lo que resultará en una aceleración económica vertiginosa durante los primeros años de la estadidad y luego, un poco más lenta a medida que Puerto Rico alcance los niveles de desarrollo de los demás estados.

3. La llegada a Puerto Rico de cientos de nuevas firmas de inversión norteamericana domésticas y otras internacionales, que querrán hacer negocios en el nuevo estado.

4. El crecimiento dramático del turismo tradicional, el ecoturismo, y la industria del retiro.

5. La ampliación de los negocios ya existentes en nuestra isla y la inversión aumentada del capital nativo.

6. La ubicación gradual de Puerto Rico como puente del bloque económico del hemisferio y centro comercial, bancario y técnico del Caribe.

Razonablemente y siendo conservador, Puerto Rico puede esperar reducir sus tasas de desempleo en más de la mitad durante los primeros años de la estadidad y mejorar sustancialmente los salarios que se pagan en nuestra isla.

La estadidad resultará en empleos, empleos y más empleos para la gente buena, esforzada y laboriosa de nuestro Puerto Rico.

Salud

P. SALUD

La estadidad traerá cerca de $1,300 millones en Medicaid y Medicare que resultarán en lo siguiente:

1. Tendremos los recursos necesarios para fortalecer las finanzas de la Tarjeta de Salud del Pueblo de Puerto Rico y para extender la misma de inmediato a toda la población, aumentando también la oferta de servicios médicos y mejorando la calidad de los mismos por medio de una mayor compensación a los proveedores.

2. Muchos de los nuevos empleos creados por la estadidad proveerán planes médicos privados para personas que hoy están desprovistas de protección y que utilizan los recursos del estado.

3. Habrá un fortalecimiento notable de la industria de la salud, produciendo inversiones en las más modernas tecnologías, equipos y servicios que estarán disponibles a nuestro pueblo.

4. Puerto Rico estará mejor preparado para hacer frente a los problemas de adicción a drogas, enfermedades mentales, alcoholismo y SIDA. Así también, tendrá mayores recursos para atender a nuestras personas con impedimentos, nuestra creciente población envejeciente y personas con enfermedades o condiciones de larga duración o permanentes. Nuestra gente no tendrá que abandonar la isla para obtener tratamientos costosos y de larga duración.

5. La calidad de vida, prosperidad, paz social y mejor distribución de la riqueza que traerá la estadidad nos ayudarán a prevenir muchas enfermedades físicas y mentales producto de nuestras tensiones actuales, estilos de vida y pobreza.

Como puede percibirse claramente, la estadidad también nos permitirá mejorar la salud de todo nuestro pueblo.

Educación

Q. EDUCACION

La educación de nuestra niñez y juventud es otro de los asuntos que ocupa un lugar de privilegio en el corazón de todos los puertorriqueños. Y es que para muchos de nosotros, la educación de nuestros hijos es la única y mejor herencia que le podemos dejar. Todos sabemos que los bienes materiales van y vienen, pero que los conocimientos adquiridos permanecen con la persona para siempre.

El alto grado educativo alcanzado por los miembros de nuestra sociedad, junto al sacrificio de nuestros soldados a lo largo de este siglo son, sin duda, dos de los fundamentos más importantes que nos permitirán alcanzar la igualdad ciudadana por medio de la estadidad para Puerto Rico. Y la estadidad, a su vez, permitirá mejorar aún más nuestros ofrecimientos educativos.

Por un lado, las oportunidades económicas y mejores servicios médicos a la familia, junto a $100 millones adicionales en programas de protección a la niñez permitirán la formación de un niño puertorriqueño más saludable física y mentalmente y mejor equipado emocional e intelectualmente para poder aprender. Entre estos programas: Child Welfare, Child Care, Transitional Child Care, At Risk Child Care, Child Abuse & Neglect, Título XX, Social Services Block Grant, Hogares de Crianza, Foster Care, Employment and Training; en los que Puerto Rico no participa o participa limitadamente.

Por otro lado, los recaudos adicionales de Hacienda debido a la mayor prosperidad y los ingresos en Puerto Rico permitirán que podamos invertir más fondos locales en nuestra educación. Nuestra condición como estado, nuestra soberanía estatal, la aplicación de la Décima Enmienda, nuestra delegación congresional y voto presidencial garantizarán también el uso del español en nuestras escuelas a todas las futuras generaciones de puertorriqueños.

Se fortalecerá, además, la enseñanza del inglés en nuestra isla por medio de nuestra mayor integración económico-política, de recursos federales adicionales que obtendremos y la actitud positiva hacia el aprendizaje de este idioma que generará nuestra igualdad ciudadana y descolonización.

Tendremos certeza sobre la permanencia y aumentos en fondos federales para la educación en igualdad de condiciones con los demás estados y en consideración a nuestras necesidades particulares y crecimiento poblacional. Garantizaremos para siempre las becas federales para estudios universitarios y ocupacionales, asegurando así la subsistencia de todos nuestros centros de educación superior y un constante crecimiento intelectual y cultural en nuestra isla.

Finalmente, podremos retener en Puerto Rico muchos de los talentos profesionales, empresariales e intelectuales que actualmente abandonan a nuestra tierra por falta de oportunidad y atraer a otros. La libertad garantizada y la prosperidad de la estadidad permitirán el más amplio desarrollo educativo, cultural e intelectual que hayamos imaginado.

En resumen, la estadidad nos permitirá tener unas bases más sólidas sobre las cuales podamos construir el futuro educativo y el bienestar emocional de nuestros estudiantes. Esta educación les permitirá lograr niveles superiores de felicidad, realización personal y prosperidad que los nuestros. Al fin y al cabo, las grandes promesas de la estadidad son para ellos. Para ellos es que vivimos y por ellos es que luchamos.

Vivienda

R. VIVIENDA

Con la estadidad, Puerto Rico podrá participar en más de 80 programas de vivienda federal de los que no se beneficia actualmente; entre estos más de 25 programas de seguro hipotecario de diversos tipos y otros con oportunidades de vivienda para personas de escasos recursos, desarrollo de comunidades y programas de calidad de vida. Además, se aumentarán significativamente las aportaciones de HUD para el mantenimiento y mejoramiento de nuestros residenciales públicos.

La estadidad también traerá múltiples desarrollos de hogares de diversos tipos por contratistas e inversionistas privados. Esto fortalecerá nuestra industria de la construcción, la banca hipotecaria y el mercado de viviendas disponible a los puertorriqueños. Los aumentos en los ingresos, empleos y poder adquisitivo nos permitirán adquirir vivienda que al presente no podemos comprar debido a limitaciones económicas.

Para terminar, nuestra delegación congresional y voto presidencial harán que Puerto Rico no sufra reducciones discriminatorias en los recursos federales para vivienda y que, por el contrario, se aumenten los fondos para atender nuestras necesidades especiales en este área.

Más y mejor vivienda para todos, eso es la estadidad. El sueño de muchos compatriotas de poder tener un hogar propio abandonará el reino de las ilusiones para convertirse en una realidad de concreto.

Otros Sectores

S. OTROS BENEFICIOS POR SECTORES

Como hemos dicho hasta ahora, las oportunidades y beneficios que nos traerá la estadidad a nivel local son enormes, los que fortalecerán la sociedad puertorriqueña desde adentro, lo cual también se proyectará hacia afuera de nuestras costas en nuestras relaciones con la nación, el hemisferio y el mundo.

Sin embargo, la realidad es mucho más fecunda que la imaginación. No nos es posible visualizar desde ahora absolutamente todos los resultados positivos del Estado 51 en nuestra dinámica interna. Y mucho menos todo lo bueno que esto significará en la vida de los individuos, las familias particulares y los grupos y sectores que constituyen nuestra comunidad. A pesar de esto, existen efectos de la estadidad que pueden percibirse claramente desde este mismo instante y que deben ser anunciados, a fin de que podamos tomar decisiones conscientes e inteligentes para nuestro futuro.

La estadidad es de todos y beneficia a todos. La estadidad es tuya y es mía también. En primer lugar, nuestros infantes estarán mejor atendidos con cerca de $100 millones adicionales en programas federales de protección y ayuda a la niñez. La condición familiar donde son formados y cuidados se verá fortalecida con mayores oportunidades de trabajo, mejores ingresos, mejores servicios de salud, mejor vivienda y mayor seguridad pública. Tendremos más recursos para abordar los problemas de drogas, alcohol, violencia y salud mental que afectan a muchas familias. Lograremos mejorar las oportunidades y servicios educativos pre-escolares y de edad escolar.

Nuestros jovenes verán aseguradas sus becas educativas federales y préstamos para estudios en igualdad con los jóvenes de otros estados. Tendrán mayores oportunidades de empleo o de comenzar un negocio propio exitoso. Se les facilitará adquirir vivienda propia y comenzar su propia familia. Tendrán mayor seguridad en caso de desempleo o enfermedad. Tendrán mejores servicios medicos y de prevención para los problemas de adicción, alcoholismo, S.I.D.A., conducta antisocial o problemas emocionales.

Nuestros adultos en edad productiva, sus familias y dependientes verán sus ingresos aumentados en $4.39 billones cada año, por concepto de los pagos federales a individuos, lo que incluye $1,500.00 anuales en promedio resultantes del Reintegro Federal Sobre Ingresos Devengados, para el 65% de nuestras familias. Los puertorriqueños, sin duda, aumentaremos nuestro ingreso per cápita en por lo menos $4,000 durante los primeros 15 años de la estadidad; esto es, siendo muy pesimista, ya que para Hawaii el aumento del ingreso personal del ciudadano promedio fue de $6,000 al cumplirse sus primeros 15 años como estado.

Por otra parte, los fondos federales, la integración económica, los aumentos en el turismo, la mayor inversión doméstica norteamericana en Puerto Rico, el aumento en las operaciones del gobierno federal, las compras federales a empresas locales y el auge de la construcción producirán miles de oportunidades de empleos nuevos para los puertorriqueños, junto a un desarrollo económico más seguro y balanceado.

En caso de enfermedad o desempleo, nuestros jefes de familias tendrán una amplia y abundante red de servicios sociales y ayudas económicas. Tendremos una mejor seguridad pública, educación, salud y vivienda; en resumen, una mejor calidad de vida que ofrecer a nuestras familias.

En otro tema, el aumento de $1,300 millones que recibiremos en los programas Medicaid/Medicare asegurarán los mejores servicios de salud para nuestros envejecientes y personas con impedimentos. La extensión a Puerto Rico de $1,200 millones adicionales del Seguro Social Suplementario (SSI) asegurará un nivel de ingresos adecuado para nuestros ciudadanos con impedimentos y de mayor edad. Los pagos del SSI son de hasta un máximo de $450 mensuales para personas solas y $650 por parejas. A esto hay que sumarle los beneficios del programa de Ayuda a Familias con Niños Dependientes, cuyos beneficios serán aumentados en $143 millones adicionales.

Además, Puerto Rico podrá participar en programas de vivienda federal para personas mayores e impedidos de los que no se puede beneficiar ahora. El seguro desarrollo en Puerto Rico de una industria de los retirados de impacto nacional logrará el establecimiento de muchos más servicios y facilidades especializadas para personas de edad avanzada. Aparte, nuestro nuevo poder político adquirido a través de la estadidad permitirá también la mejor defensa y representación de los intereses de nuestros veteranos.

Las atenciones y recursos que el pueblo de Puerto Rico podrá dispensar a nuestras personas más desvalidas, indefensas y desprovistas con el advenimiento de la estadidad harán de nosotros la Gran Sociedad y el Reino de Compasión que siempre hemos querido e intentado ser y darán cumplimiento efectivo al propósito de justicia social que albergamos todos los puertorriqueños intensamente en lo más profundo de nuestra alma.

Con relación a las diversas industrias y sectores económicos, la estadidad también nos resultará de gran provecho. Por un lado, la industria de la construcción se verá muy beneficiada con la edificación de nuevas oficinas federales, facilidades turísticas, millones de dólares en obras de infraestructura, construcción y ampliación de fábricas y negocios, nuevos centros comerciales y proyectos de vivienda.

Los comercios verán el poder adquisitivo de los puertorriqueños aumentar dramáticamente debido al crecimiento económico y los empleos, lo que resultará en ventas mayores en productos de todo tipo en nuestra isla. Gradualmente, además, aumentará el intercambio comercial entre Estados Unidos, el Caribe, Centro y Sur América a través de Puerto Rico.

La manufactura puertorriqueña, por otro lado, recibirá el impacto de un aumento billonario anual en compras del gobierno federal a fábricas y firmas establecidas en Puerto Rico. Disfrutarán, además, de mejor infraestuctura y servicios gubernamentales; de una mayor seguridad en su inversión debido a la estabilidad política; una mejor calidad de vida para sus gerentes y funcionarios; una fuerza trabajadora mejor educada y saludable; todo junto a mayor protección para sus inventarios, equipos y facilidades. Según estudios económicos de la Universidad de Harvard, las exportaciones de Puerto Rico aumentarán en cerca de $1 billón anualmente con el logro estadoista.

Nuestros bancos locales recibirán en depósito millones de dólares que se encuentran actualmente en bancos del continente y multiplicarán sus contratos de préstamo para nuevos negocios, inversiones e hipotecas. Con la estadidad, Puerto Rico se convertirá, sin duda, en el Centro Bancario del Caribe y Latinoamérica.

Las ganancias de nuestra industria turística serán exhorbitantes, particularmente durante los primeros años de la estadidad. Esta industria se convertirá, finalmente, en uno de los pilares más importantes de nuestra economía produciendo miles de empleos y una gran abundancia para toda la sociedad puertorriqueña. El interés turístico, además, promoverá el mayor y más comprometido propósito de protección ambiental, la preservación de sectores rústicos y de nuestros recursos naturales.

Nuestra agricultura también prosperará con la participación de Puerto Rico en los pro-gramas federales de mercadeo de productos agrícolas, mayores oportunidades de finan-ciamiento federal y seguros para negocios agrícolas, programas de garantía de pago (deficiency payments), programas de pro-tección de precios y otros programas fe-derales de los que no podemos disfrutar o los que participamos limitadamente.

Finalmente, nuestros gobiernos municipales se beneficiarán de la igualdad de derechos en la otorgación de fondos federales, el derecho a competir en programas especializados, mejor acceso en la identificación y adquisición de recursos nacionales y la presencia en Puerto Rico de muchas de las agencias federales de servicio a los gobiernos locales, provocando así la agilización de procesos para resolver las necesidades de los municipios.

Aparte, y para que no se me quede nada por dentro, yo sé también que la gran capacidad, inteligencia, simpatía, fortaleza, nobleza, elegancia y bella presencia de la mujer puertorriqueña continuará siendo reconocida y galardoneada bajo cualquier condición política que adopte nuestro pueblo y en todo certamen o competencia ya sea regional, nacional, internacional, interplanetaria o intergaláctica.

Para resumir, terminando también con esta parte, la estadidad es el nuevo vehículo que Puerto Rico necesita para acabar de salir del subdesarrollo y formar parte de las comunidades desarrolladas del globo en los niveles sociales, políticos y económicos más altos y excelentes posibles. Alcemos los ojos y miremos. Esta es nuestra gran oportunidad. Es nuestra mejor alternativa y la única solución.

La estadidad… nos conviene.

Epílogo:

La Gran Potencia
del Caribe

Bernardo Vázquez Santos

EPILOGO

PUERTO RICO: LA GRAN POTENCIA DEL CARIBE

La conclusión de este trabajo es muy sencilla: Puerto Rico puede mejorar sustancialmente su condición política, jurídica, económica y social con el logro de la estadidad, asegurando para sí un porvenir dichoso. La estadidad también beneficiará a nuestra isla desde la perspectiva regional, nacional, hemisférica e internacional.

Desde el punto de vista local, hemos dicho que la estadidad traerá a los puertorriqueños el voto presidencial y el envío de nuestra delegación congresional a Washington, D.C., con lo que no contamos ahora. La estadidad además, es el único medio que tenemos para garantizar la unión permanente entre Puerto Rico y los Estados Unidos y de asegurar la ciudadanía americana a las futuras generaciones de los nacidos aquí.

Hemos visto también cómo la aplicación completa de las protecciones de la constitución federal sólo es posible a través del Estado 51, junto al reconocimiento de nuestra autoridad local resultante de la soberanía estatal. Esta soberanía estatal unida a la Primera y Décima Enmiendas de la constitución norteamericana garantizan la protección de nuestro idioma español, cultura y símbolos de identidad. La soberanía estatal también produce la ciudadanía puertorriqueña coexistente con nuestra ciudadanía nacional americana.

La descolonización de Puerto Rico y la adquisición de poderes políticos para nuestra isla sólo pueden lograrse, en términos reales y prácticos, a través de nuestra integración política y económica a los Estados Unidos.

Puerto Rico como estado de la nación recibirá aumentos notables en fondos federales los que ayudarán enormemente a nuestra economía, la creación de empleos y a mejorar nuestra calidad de vida. Estos fondos, unidos al mayor poder e influencia política de los puertorriqueños en la nación y los resultados de nuestra integración a las economías más adelantadas y prósperas de los estados permitirán el desarrollo económico más contundente, veloz y consecuente que hayamos visto en nuestra historia.

El balance final del pago de contribuciones federales es favorable a Puerto Rico, tanto desde el punto de vista económico como del social y moral. La existencia de nuestro Comité Olímpico, por otro lado, no depende en lo absoluto de nuestra condición de status.

Hemos analizado también como la estadidad nos ayudará a mejorar la seguridad pública, salud, educación, vivienda y en la creación de empleos en nuestra isla. Y los beneficios particulares que traerá a la niñez, juventud, adultos y envejecientes. Finalmente, vimos cómo los intereses de los diversos sectores económicos y los municipios también serán promovidos con el logro de nuestra igualdad.

En el ámbito nacional, sólo piense por un momento que con la estadidad todas las banderas norteamericanas de toda la nación … en Washington, D.C., en todos los estados, edificios públicos, empresas, escuelas, bibliotecas, hogares, … y en todas las embajadas americanas del mundo tendrán que ser bajadas y desechadas honrosamente. Y que, además, una nueva bandera americana tendrá que ser diseñada, fabricada y transportada a través de toda la nación y el planeta. Y que esa nueva bandera americana con 51 estrellas tendrá que ser izada y saludada con solemnidad y respeto por todos. Así de importante y trascendente será nuestra isla y su gente para la nación, como resultado de nuestra integración a la Unión.

Con el anuncio del Estado 51, Puerto Rico adquirirá una prominencia dramática ante toda la nación. Muchos de nuestros conciudadanos que hasta el presente se habían interesado muy poco en nuestra isla querrán aprender más sobre nosotros como sociedad y entender nuestros desarrollos particulares.

Los medios noticiosos enfocarán la atención de todo el pueblo norteamericano sobre Puerto Rico, de una forma mucho más positiva, por lo que nuestra isla también será contada y estará presente en la conciencia, el afecto, buena voluntad y preocupación de nuestros conciudadanos del norte. Saldremos de la indiferencia, del «hoyo negro» y vacío informativo nacional en que nos ha tenido sumidos por años nuestra presente condición colonial.

Los residentes de los 50 estados verán a nuestra isla y a todos los puertorriqueños con nuevos ojos, como miembros de la familia nacional en igualdad de condiciones y derechos. Y recibiremos de nuestros conciudadanos las bondades y ayudas naturales a las bienvenidas. Los puertorriqueños dejaremos de ser una «minoría nacional» o grupo minoritario «extranjero» y «extraño» para convertirnos en los oriundos y residentes de un estado, con el rango político y jurídico más alto conocido a la nación.

Como estado, también, aumentaremos aún más el creciente número de los hispanoparlantes en la Unión, lo que asegurará el auge continuado de los movimientos multiculturales en los Estados Unidos. Además, fortaleceremos el bloque electoral latino, lo que resultará en beneficios políticos, económicos y sociales añadidos para todos los hispanos y, particularmente, para nuestros amigos y familiares que residen en el continente.

Nuestro pueblo, organizado en un estado, con siete (7) Congresistas, dos (2) Senadores y el voto presidencial se constituirá en el grupo de habla hispana de mayor poder político en la nación y, por tanto, en el líder de dicho movimiento hispano. Esto tendrá repercusiones no sólo en Washington, D.C., sino también en todos los estados, sus gobiernos, legislaturas, agencias e instituciones.

Nuestros nueve (9) legisladores federales, sus decenas de empleados puertorriqueños y demás nombrados en las agencias y juntas como resultado de nuestro nuevo poder político magnificarán la presencia de Puerto Rico en la capital federal y en los círculos de poder nacional; de manera que nuestros intereses serán verdaderamente considerados, atendidos, protegidos y adelantados. Esto beneficiará también a nuestros compatriotas que residen allá.

Desde el Congreso, las distintas posiciones de poder y nuestra más legítima y efectiva participación en organizaciones nacionales y regionales, los puertorriqueños también afectaremos la formación de la política pública, las actitudes, ideas, estilos de vida y futuro de la nación Americana. Además, nuestra isla se convertirá en un recurso de gran valor e importancia para los Estados Unidos, en la medida en que nos tornamos en punta de lanza de la Unión en sus acercamientos políticos, económicos, técnicos y sociales a los pueblos de Latinoamérica.

Numerosas empresas e individuos del continente desearán explorar qué nuevas avenidas de oportunidad representa Puerto Rico como estado para la nación, la política y los negocios nacionales e internacionales. Millones de personas querrán visitar el nuevo estado, retirarse a nuestro paraíso del Caribe y establecer sus empresas aquí, con nuevas líneas de productos y servicios. Muchos norteamericanos correrán a invertir en la isla con la esperanza de ganar ventaja sobre sus competidores.

Desde la perspectiva internacional, luego de la caída del comunismo y la Guerra del Golfo Pérsico, Estados Unidos se ha convertido, sin duda, en el poder hegemónico más extraordinario sobre la faz de la tierra. La influencia de los Estados Unidos en cuanto al destino de todos los pueblos y las relaciones internacionales no tiene paralelo en la historia de la humanidad, excepto quizás, en alguna medida, por el Imperio Romano de antaño. Con la estadidad, los puertorriqueños seremos parte de este extraordinario poder internacional y nos convertiremos en actores y propulsores de la paz y el bienestar de todas las naciones del mundo. Con la estrella 51 en la bandera americana, Puerto Rico se convertirá también en la primera potencia mundial.

Como ya hemos mencionado, a nivel hemisférico, nuestra isla como estado de la Unión tendrá la oportunidad real de transformarse en lo que siempre hemos soñado: el Puente de las Américas. Con el establecimiento del bloque económico y mercado común de nuestro hemisferio, Puerto Rico bajo la estadidad será, sin duda, el eje y punto focal de todo dicho desarrollo. Los puertorriqueños llevaremos también a Washington, D.C. y a toda la nación norteamericana las preocupaciones, necesidades, problemas y situaciones de todos los hispanos, incluyendo los de todas las naciones latinoamericanas y del Caribe. La unidad, amistad e intercambio hemisféricos serán promovidos y adelantados por el Estado Soberano de Puerto Rico y sus agentes políticos. Y Puerto Rico, como miembro de la Unión, también podrá prestar las formas de ayuda que sean necesarias desde los Estados Unidos a nuestros muy amados hermanos de Iberoamérica.

Por último, en la región Caribeña, Puerto Rico como estado consolidará su posición como centro industrial, comercial, técnico, bancario y cultural del área, beneficiando y beneficiándose del intercambio aumentado. Seremos, clara e inequívocamente, la presencia de los Estados Unidos en la región. Seremos La Gran Potencia del Caribe.

Por último, si hacemos nuestra parte, que es traer la estadidad, y si, además, mantenemos nuestros ojos y confianza puestos en el Creador, nuestro Dios también nos ayudará. Y Puerto Rico cambiará dramáticamente ante nuestros ojos hasta convertirse en nuestra propia tierra prometida. Y nuestra isla también podrá cumplir a mayor cabalidad todas las misiones espirituales que le sean encomendadas. El Soberano entonces derramará todas sus bendiciones sobre nuestro pueblo, lo cual es también el deseo más sincero y profundo de mi corazón para tí y tu familia.


 

 

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