Bayamón: Los Ramón Luis Rivera

Padre e hijo; casta de políticos

17 de junio de 2012 – ActualidadFamilia, – 

A los 83 años, Ramón Luis, padre, visita enfermos y ‘janguea’ con el nieto

Ramón Luis Rivera, padre, fue alcalde por 24 años y su hijo es incumbente desde hace 12. EL VOCERO/ Willín Rodríguez

En la política puertorriqueña, cuando se menciona a Ramón Luis Rivera, hay que especificar si es “padre” o “hijo”. Y es que son dos generaciones las que han dedicado su vida al quehacer público, primero desde la Legislatura y luego desde la Alcaldía de Bayamón.

Mientras paseaban por Ciudad Torito, aledaño al emblemático Parque de las Ciencias, el padre se remontó al 1948, cuando formaba parte de la Juventud Estadista Republicana y cómo, más adelante, apoyó a Luis A. Ferré -quien llegó a ser Gobernador- en la fundación del Movimiento Estadistas Unidos, que más tarde dio paso al Partido Nuevo Progresista (PNP).

Llegó a ser asambleísta municipal por el PNP del 1968 al 1972, cuando fue electo representante a la Cámara, hasta el 1976. Durante los próximos 24 años, fue alcalde de una de las ciudades más importantes de Puerto Rico.

Hoy Rivera Rivera tiene 83 años, guía, visita enfermos y hasta ‘janguea’ con su nieto André Efraín, hijo menor de Rivera Cruz. Relataron que el jovencito de 14 años tiene una personalidad inquieta y que le gusta compartir con su abuelo, sobre todo cuando hay encuentros de boxeo. “Me dice que le gusta salir con su abuelo porque ‘janguea’”, narró su padre, mientras que su hijo mayor, Ramón Luis III, quien a los 17 años está por ingresar a la universidad, es menos extrovertido.

Ramón Luis y Fortuño

Ramón Luis y Fortuño

El exalcalde sostuvo que su madre, Herminia Rivera, le enseñó cuando niño “que robar era lo más feo del mundo y que robar un centavo era los mismo que robar $5 millones”, principio que guió su paso por el servicio público. “Nunca mi hijo ni yo hemos tenido guardaespaldas, porque el que los tiene es que teme. Y tampoco nos sentamos a la parte de atrás del carro. Vamos al frente, junto al que trabaja con nosotros”, mencionó, como muestra de humildad.

Rivera, padre, cuyos consejos resuenan en la colectividad y en su ciudad, dijo que reconoció el momento idóneo para retirarse. Su hijo era senador, estaba en su segundo cuatrienio. Cuando se le acercó para decirle que estaba interesado en ser su sucesor, no le dijo que sí. “Papi, ¿qué te parece? Me gustaría ocupar el puesto de alcalde cuando te retires”, le dijo el entonces legislador.
“Yo tenía una persona en mente que creía que tenías las cualidades para ser alcalde. Lo que hice fue que contraté una persona que hizo una encuesta seria. Le pedí que incluyera varias personas, incluyendo la que yo había pensado, y que fuera a cada una de las 72 unidades. Que incluyera jóvenes y adultos. Le pagué $4 mil de mi bolsillo”, relató el padre. Rivera Cruz obtuvo el 85.7 por ciento de los votos.

“Luisito”
Mientras trabajaba para hacer realidad la inscripción de la nueva colectividad, Rivera Rivera tenía un asistente ‘especial’, el niño que repartía las hojas sueltas en los centros comerciales. Su hijo mayor, “Luisito”. “¿Y quién le dice que no a un niño?”, dijo Rivera Cruz, ahora de 56 años, quien creció con la política como pan de cada día y, de adulto, tras completar un bachillerato en Administración de Empresas y obtener la licencia de corredor de bienes raíces, lo convirtió en su diario vivir.

Mientras ayudaba a su progenitor, aprendió sobre estrategias de campaña, a desarrollar los ingredientes principales, como los esloganes, los anuncios, organizar caminatas.

Dirigió la campaña de 1980. “Me corregía hasta la ropa. ‘Con esa camisa no vas’”, recordó el padre, mientras que el hijo añadió que “cuando se extendía en el mensaje yo miraba al público. Le hacía señas para que cortara, porque un mensaje no puede ser largo. Debe durar cinco minutos, porque en el sexto ya se pierde la atención de la gente. Hay políticos que se extienden repitiendo lo mismo”.

Es el mismo que con los años ya peina canas, lleva sobre sus hombros el peso de la responsabilidad que acarrea administrar la ‘Ciudad del Chicharrón’, ante la mirada de una población que aún recuerda a su padre, quien se ha asegurado de mantenerse alejado de los quehaceres cotidianos de la política para dar paso a que su hijo demuestre de lo que es capaz.

Sí, en ocasiones hablan sobre Bayamón, pero mayormente su tiempo lo invierten en enriquecer los lazos familiares, como este Día de los Padres y las demás festividades que se celebran en la Isla. Son momentos para que los dos hermanos y, si es posible, las tres hermanas -dos de ellas viven fuera de Puerto Rico- vayan a casa de sus padres junto a sus respectivas parejas y los ocho nietos del matrimonio Rivera Cruz. Celebran con música, comida, ya que son una familia alegre.

“La vida es un suspiro en la eternidad del tiempo, como dice un amigo mío. Entiendo que (todo ese tiempo) se fue bien rápido”, reflexionó Rivera Cruz, quien se guía por la mayor enseñanza que le dio su padre. “Que puedes tener la mejor preparación, pero si no tienes estas características no eres nada: ser honesto, responsable, que ame al trabajo y que tenga sed de justicia. Si usted tiene eso será una persona feliz. Si no tienes eso, no eres nada”.

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