Un partido de inmigrantes

Un partido de inmigrantes

7 de septiempre de 2012 – OpiniónPolíticaPuerto Rico – 

“Estos inmigrantes, en el subconsciente social puertorriqueño, han enriquecido el pensar político del movimiento estadista.”

Fue en una conversación que tuviera, hace años, con el senador Sergio Peña Clos que me percato que en Puerto Rico el Partido Nuevo Progresista, que se funda el 16 de agosto de 1967 en la cancha Manuel Carrasquillo Herpén en Carolina, es el único partido de inmigrantes en nuestra circunstancia política e histórica. El movimiento para su fundación se origina al día siguiente del plebiscito celebrado el 23 de julio. La fundación es producto del deseo de una gran cantidad de grupos, heterogéneos todos, unidos por un mismo fin: adelantar la causa de la Estadidad y derrotar al entonces hegemónico Partido Popular.

El Partido Nuevo Progresista es producto de la migración o del tránsito político de un sector ideológico a otro. El grupo de populares estadistas que lidera Jesús Hernández Sánchez en el plebiscito de 1967 cofunda la nueva colectividad política. O sea, ya en su fundación el Partido Nuevo Progresista se caracteriza como un partido de inmigrantes. Esa característica de inmigración de este sector político del País será una constante a través de su historia. Sin embargo, el Partido Nuevo Progresista también se caracteriza por tener a gente de otros países que se han nacionalizados al adquirir la ciudadanía americana.

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La cantidad de cubanos y dominicanos, por ejemplo, que son militantes en el movimiento estadista es un hecho conspicuo en el paisaje historiográfico nuestro con repercusiones políticas en el Puerto Rico contemporáneo. En el caso de los dominicanos, este sector busca asiento por derecho propio en el Directorio del Partido Nuevo Progresista. Buscan una silla que represente al sector de los inmigrantes en Puerto Rico. Ya el alcalde de San Juan, Jorge Santini, ha hecho lo propio desde el punto de vista político como de la administración gubernamental, por igual. En esta última ha creado un oficina para asuntos de la comunidad dominicana y asuntos de otras comunidades que se han puertorriqueñizado. La creación de esta silla serviría de ente mediador entre el grupo inmigrante y sectores o factores adversos, y entre el gobierno municipal y dichas comunidades.

Los dominicanos, como los cubanos también –aunque hoy hay menos cubanos en Puerto Rico que lo que había hace 30 años (Véase a Jorge Duany, Los Cubanos en Puerto Rico) – no solo son activistas leales y comprometidos con su causa política, son, a su vez, funcionarios de colegios, líderes de barrios y coordinadores políticos. Todos estos inmigrantes políticos, e inmigrantes en el sentido propio de la palabra también, tienen un denominador en común: su ingreso como militantes dentro del universo estadista es un acto de fe y de la voluntad propia de cada uno de ellos por la búsqueda de los derechos que no tenemos. Incluso, su visión de Estados Unidos es la correcta visión de una nación de inmigrantes donde las oportunidades del individuo son consustanciales con los asuntos vitales de los ciudadanos en cada uno de los estados. Además, la valoración que manifiestan hacia la ciudadanía americana es que esta figura jurídica es de un abundante contenido político, consustancial con la identidad, no solo jurídica, sino cultural que el inmigrante desarrolla dentro de la sociedad americana, incluso la nuestra. Su identidad cultural se va enriqueciendo con la nuestra y la nuestra se enriquece con la de ellos.

Estos inmigrantes, en el subconsciente social puertorriqueño, han enriquecido el pensar político del movimiento estadista y han logrado que la realidad política del novoprogresismo pueda ser vista desde el ángulo del inmigrante; un ángulo distinto, pero cuyo resultado es análogo a la realidad vivida convertida en objeto de conocimiento, como decía el gran Ortega y Gasset.

Tanto el inmigrante dominicano como el cubano lo que encuentran al llegar es una extensión de su tierra. Todo se parece al mundo social y familiar que dejaron atrás. La mirada en algo, sea el paisaje, la música, o las comidas, es un recuerdo de su patria y cada rostro que se encuentran en el camino no les es extraño; todos son una repetición de los rostros que dejaron al salir. Por eso, mirarse en cada puertorriqueño es mirarse en sí mismos y repetirse, y ya esto es reafirmar su identidad cultural. (Véase a Antonio Benítez Rojo, La Isla que se repite).

Los inmigrantes, sean locales o extranjeros, han aportado al proceso político nuestro y han sido decisivas sus aportaciones dentro del movimiento estadista. Y todo este tránsito va dirigido, únicamente, a la seguridad económica y social que significa la Estadidad para Puerto Rico.

Si no Votas Ellos Vuelven a destruir a Puerto Rico:

Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com


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