De duérmete nene y de truqueros

22 de agosto de 2013

El ELA es Peor de lo Peor

De duérmete nene y de truqueros

ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN

La resolución sobre el estatus aprobada por el PPD el domingo pasado no va para lado alguno. Pero ello no significará un fracaso más de los líderes del PPD con otra de sus resoluciones de estatus, la última vez que conté, iban por la número 26. Lo del domingo fue fríamente calculado.

Fueron dos los propósitos de la resolución: uno para fines internos de la colectividad y otro para fines de la oposición. Internamente, para conformar a los ruidosos adeptos del ala soberanista, la resolución fue un duérmete nene. Y los soberanistas cayeron en la trampa. La víspera, el principal autor de la resolución que iba a discutirse en la convención, Cirilo Tirado, aseguró con vehemencia que el lenguaje de su propuesta –que contó con la firma de otras 50 líderes soberanistas– era “innegociable”. Ese lenguaje exigía un “desarrollo del Estado Libre Asociado sobre bases no coloniales y no territoriales”. Pero en La Fortaleza maquillaron la resolución, eliminándole el lenguaje “innegociable”.

La resolución maquillada no fue sometida a votación sino a aclamación a viva voz. Y, según el anuncio de la dirección popular, fue aprobada por unanimidad, lo que supone que los soberanistas levantaron sus manos a favor. Esas cosas pasan en las convenciones de los partidos cuando se aprovecha la adrenalina del momento y la generosidad de los cocteles para presentar resoluciones y mociones que nadie escucha.

Externamente, la resolución tenía el propósito de decir que se está haciendo algo con el estatus sin que se haga nada; sin que se quiera hacer nada. Como es la “honrosa” tradición estadolibrista. Fue un espectáculo de truqueros; de descarnada jaibería política.

El mensaje del gobernador y presidente del Partido Popular, Alejandro García Padilla, fue “confusamente claro”; resumió “aclarando” que el PPD va a impulsar una asamblea constitucional que no tocará la Constitución. ¡Ea, rayete!, habrán aclamado los muchachos del barrio.

El noveno y más importante de los “por cuantos” de la resolución expresa textualmente: “El Partido Popular Democrático reconoce que la Asamblea Constitucional de estatus es el mecanismo procesal más idóneo para atender las relaciones futuras de Puerto Rico con los Estados Unidos de América, sin que conlleve una revisión de la Constitución del Estado Libre Asociado”. ¿Ven qué confusamente claro es el lenguaje colonial? Si la asamblea “constitucional” de estatus no es para revisar la Constitución, ¿para qué es?

Así que, como la Constitución no se va a tocar en la propuesta “asamblea constitucional”, entonces todos los alcances y las aspiraciones de la carta magna de 1952 quedan en pleno vigor, incluyendo su preámbulo que, en su parte pertinente, establece: “Que consideramos factores determinantes en nuestra vida la ciudadanía de los Estados Unidos de América y la aspiración a ‘continuamente enriquecer nuestro acervo democrático en el disfrute individual y colectivo de sus derechos y sus prerrogativas’”. La última parte de la oración, escrita por mí entre comillas simples, fue un puntillazo del delegado estadista en la convención de 1952, Miguel Ángel García Méndez, quien llevó el texto a Muñoz como exigencia de la delegación estadista para votar a favor de la Constitución. Muñoz, que ansiaba una votación unánime, tuvo que acceder al reclamo.

A los soberanistas no debería agradarles eso de “continuamente enriquecer nuestro acervo democrático en el disfrute individual y colectivo de sus derechos y prerrogativas”. De los derechos y prerrogativas de la ciudadanía de los Estados Unidos de América, es decir. Enriquecimiento que sólo se logra con más acercamiento a la Unión federal hasta culminar con el ingreso de la isla como estado de la nación cuya ciudadanía ostentamos.

La pregunta ¿para qué es la asamblea constitucional que no tocará ningún aspecto constitucional?, tiene una sola respuesta: para lo mismo que las anteriores propuestas del PPD; para decir que se hace sin hacer nada; para dejar que, por inercia, siga el plé plé de la colonia. Pero al contrario de ocasiones anteriores, ahora existe un muro de contención contra la colonia: su rotundo rechazo en noviembre pasado, que un pueblo digno y viril tiene que hacer respetar.