Desde el triunfo del ‘No’ en el plebiscito del 2012, es difícil evitar el tema de la descolonización de Puerto Rico como un mecanismo de mejoría en prácticamente todos los aspectos de la vida del puertorriqueño común. Este triunfo del ‘No’ ha envalentonado a una nueva generación a perderle el miedo irracional a la estadidad. No le tenemos miedo a perder a nuestros atletas Olímpicos. En la sección 41 del reglamento Internacional Olímpico se le permite a un atleta representar a su país de origen o nacimiento, aun después de ser su país ser anexado por otro.

Como ejemplo tenemos a Taiwan, el cual compite en las Olimpiadas bajo el nombre ‘Chinese Taipei’ y no bajo el manto del Comité Olímpico de la República de China. Esto aun luego de ser anexado por China como botín de guerra en el 1945. (www.olympic.org/documents/olympic_charter_en.pdf)

Nuestros atletas nos recuerdan en cada competencia internacional que los Puertorriqueños somos grandes y que competimos de ‘tu a tu’ con los poderes mundiales. Si queremos un movimiento Olímpico, lo podemos tener.

Taiwan tambien enviaba candidatas a competir en Ms. Universo y Ms. Mundo bajo la bandera de ‘Chinese Taipei’ hasta que perdieron interés en hacerlo con regularidad en el 2005. Los certámenes de belleza son entidades privadas con fines de lucro que no tienen mucho interés en la política, más interesan los ingresos por franquicias y auspicios. Nuestras reinas de belleza reafirman al mundo lo que ya sabemos; que la mujer Puertorriqueña es bella, aun entre las más bellas. Si no lo queremos, no las perderemos.

Tampoco le tenemos miedo al supuesto gueto, el país con una alta criminalidad, desempleo, contribuciones y una economía estancada donde las corporaciones dejarían de crecer o invertir, de convertirnos en estado. ¿No es ese gueto, la sociedad invertida donde el costo es alto por una baja calidad de vida exactamente lo que vive Puerto Rico bajo nuestro sistema actual? Nadie sabe al 100% lo que será el futuro de la isla pero conocemos al 100% lo que tenemos hoy; un problema estructural.

Si le añadimos a eso 60 nuevos arbitrios a individuos, bienes y servicios, comida, gasolina y derivados del petróleo, el nuevo doble IVU de entrada, la patente nacional a comercios y la pérdida de decenas de miles de puertorriqueños al año, enfrentamos un futuro tétrico. No es momento de miedo o culpas. El Estado Libre Asociado fue una herramienta valiosa e importante para el desarrollo de Puerto Rico. Le debemos nuestra gratitud, ya sabiendo que sirvió su función y colapsó.

Mejor adoptemos herramientas más útiles: la razón, la esperanza y la voluntad de actuar. La razón nos dice que al menos triplicar la cantidad de fondos federales que recibe Puerto Rico impulsaría la economía y la situación de vida de la inmensa mayoría, particularmente los más necesitados y la clase media. Los expertos en la material aseguran que 70% de los Puertorriqueños no pagarían más en contribuciones. ¿Pues cuál es el miedo? La esperanza y el censo más reciente de los Estados Unidos y me dice cada día mejoran las condiciones políticas y sociales que impulsan la inevitabilidad de la estadidad para Puerto Rico.

No hay duda que el ‘americano’ promedio se parece más a al puertorriqueño en éste momento que hace 20 años y en menos de 20 años ese ‘americano’ será una fuerza étnica latina en los Estados Unidos determinada a resolver todo tema migratorio y de desigualdad.

Pero no podemos recostarnos sobre eso. Lo que más debemos poner en práctica es nuestra voluntad de actuar sobre lo que ya decidimos porque nadie nos va a regalar lo que queremos.

La mujer luchó por su derecho al voto, los negros por sus derechos civiles, la comunidad LGBTT por su derecho a ser quienes son y a amar a quien gusten. Nuestro derecho a enviar representantes y senadores al congreso de los Estados Unidos, al voto presidencial, a nuestra igualdad política, social y económica se tiene que pelear, sudar y exigir. Sin miedo, apoyo a nuestros atletas y a nuestras reinas de belleza. Amo mi música, mis artistas, mi cultura y tradiciones. No tengo miedo de perder ninguna de las anteriores, ni de perder mi identidad.

Yo soy Puertorriqueño y no importa si vivo en la luna, la Florida o en Puerto Rico como el estado número 51, nunca dejaré de serlo. Ahora olvidemos el miedo, juntemos esfuerzos y apoyemos la estadidad para Puerto Rico.