Esta semana el Comisionado Residente en Washington y presidente del Partido Nuevo Progresista, Pedro Pierluisi, realizó una visita a las casas acreditadoras en Nueva York, que nos ha dejado atónitos a todos los que observamos la refriega político partidista. Que sepamos, sería la primera vez en la historia que un Comisionado Residente hace semejante visita. Asunto que, tradicionalmente, ha sido de completa incumbencia del gobierno de Puerto Rico. Para desagrado de un grupo, Pedro Pierluisi fue a bailar a la casa del trompo y bailó bien, con elegancia y firmeza, y defendiendo siempre los mejores intereses de su patria.
En las reuniones con Moodys y Fitch, entre otras, criticó de manera constructiva las medidas tomadas por la actual administración de gobierno, particularmente la creación de nuevos impuestos y el aumento en las contribuciones, que han servido de carga precipitada al bolsillo del contribuyente y han afectado los ingresos de los diferentes sectores económicos.
En la reunión con los directivos de estas agencias acreditadoras, Pierluisi discutió el impacto negativo que ha tenido sobre el crédito del gobierno de Puerto Rico y sus corporaciones públicas la aprobación de la Ley de Quiebra Criolla, y discutió también la posibilidad de hacer extensivo a la Isla el Capítulo 9 del Código de Quiebras federal. De esa manera, cualquier corporación pública insolvente sería elegible para ajustar sus deudas ordenada y razonablemente, al igual que en los 50 estados de la Unión. Según Pierluisi, es inconcebible y ausente de fundamentos la exclusión de Puerto Rico de dicho Capítulo del Código de Quiebras federal.
Viéndolo desde el punto de vista de política pública y de la acción gubernamental, Pedro Pierluisi ha demostrado en acto, no en potencia, ya consumado y no en ciernes, que su ejecutoria pública y su figura transparente es la de un hombre de estado en el sentido lato de la palabra. Creo que desde Luis Ferré, en la campaña de 1968, no se veía algo igual. Un líder que en cada radiografía hecha sobre la realidad social, política y económica de Puerto Rico ofrece soluciones, alternativas y hace gestiones en bien de la función pública y de los problemas cotidianos y apremiantes del país en general.
En el sentido de la estrategia político electoral, la movida de Pierluisi, como su proyección de transparencia ante el Pueblo que ha venido desarrollando durante este año y su hablar de pueblo, le traerá problemas inmediatos con sus adversarios políticos. Ya no es secreto que el Partido Popular organiza y desarrolla una estrategia de ataques continuos hacia el Comisionado Residente; sus encuestas internas dictan que ese es el camino a seguir.
La proyección de Pedro Pierluisi como persona capacitada para gobernar a Puerto Rico y sus contactos en Washington como en Nueva York, según queda ahora demostrado, lo convierten en el verdadero dolor de cabeza del Partido Popular. La campaña para desacreditarlo, erosionar su imagen y proyección pública comenzará a ejecutarse en los próximos meses. Pierluisi se convertirá en el líder político que mayores ataques recibirá durante este cuatrienio. Sin embargo, aunque en política hacerlo bien es también ganarse enemigos, como lo fue esta ingeniosa visita, por su temple y experiencia el líder estadista podrá capear con reciedumbre el bajuno vendaval que se avecina.
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