La semana pasada, y a inicios de ésta, el comisionados residente, Pedro Pierluisi, ocupó el espacio del gobernador, Alejandro García Padilla. Me refiero a la reunión que tuvo el también presidente de la palma con funcionarios de las casas acreditadoras que emiten las degradaciones del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
El gobernador, desde el inicio de su administración, siempre trató a estas agencias, “de lejitos”, desafiante y hasta cierto punto de manera despectiva. Dió el puño sobre la mesa y les advirtió que le tenía sin cuidado lo que opinaran de él. Ese fue el comienzo y ustedes conocen la historia.
El ‘distancia y categoría’ que le puso el primer mandatario, sentó las bases de la desconfianza de estas agencias sobre los puertorriqueños. Ciertamente esas casas acreditadoras, a nuestra solicitud, dieron unas sugerencias y las mismas fueron adoptadas por el Estado Libre Asociado.
Me indicaba el senador popular Ramón Luis Nieves que se cumplió al pie de la letra las recomendaciones de las casas acreditadoras y que estas “charlatanas” luego nos degradaron. Le pregunté si dentro de las recomendaciones que nos dieron estaba crear una ley para que las corporaciones públicas se declararan en quiebra y no cumplieran con lo que se comprometieron semanas antes y su contestación fue un tímido ‘no’. ¡Nada más con el testigo! Las degradaciones fueron buscadas, obviamente de manera involuntaria por parte del gobierno. Nadie va a hacer algo con la intención de que le peguen un tiro en los dos pies. Creo que se trata de un asunto manejado equivocadamente.
No hay negociación próspera, ni positiva a ‘bofetá limpia’. Lo que empieza mal termina mal y este tema empezó mal con la actitud desafiante y poco diplomática, pero “agua pasada no mueve molino”. El gobernador debió, desde mi punto de vista, asistir las veces que fuera necesario a reunirse con las casas acreditadoras, que tuviesen todo el detalle de la voz de la figura principal del gobierno, ganar la confianza nuevamente. No enviar emisarios financieros a decir una cosa allá y hacer otras acá.
Una vez dicho eso, la estrategia de Pedro Pierluisi de ocupar ese espacio, con o sin resultados, fue muy acertada en terminos de proyección política y gubernamental. ¿Como se miden esos resultados inicialmente? Por el silencio de sus opositores internos y por la “respingá” que dió el Partido Popular Democrático. Creo que sus opositores no vieron venir esa movida. “Pierluisi se tiró un “selfie” con las casas acreditadoras”, dijo Aníbal José Torres…
“Pierluisi se eñangotó ante los bonistas”, dijo por su parte el gobernador. ¡Profundo, ¿no?! Cuando eso es lo más impactante que lleva la crítica, pues uno se percata que los agarraron con “los calzones abajo”, como en su momento el PPD cogió a Pierluisi con el informe del GAO (Government Accountability Office). Ciertamente en aquel entonces, Pierluisi no reaccionó de manera infantil, juvenil o como quiera llamarle.
No sé si el gobierno sabe que los bonistas somos todos los que invertimos, a través de diferentes vehículos de inversión en bonos del gobierno de Puerto Rico. Osea, los bonistas no son señores blanquitos, gorditos con ‘cachetitos colorao’s’, que viven en el sur de Manhattan. Miles de puertorriqueños que vivimos aquí somos ‘bonistas’.
Esto de pintar el caso como una lucha entre el bien y el mal (nosotros somos los buenos y las agencias acreditadoras son la pezuña de Satanás), o una guerra de ricos vs. pobres, no va a llevar a nada. Dice el PPD que el comisionado Pierluisi está del lado de los ricos al reunirse con las casas acreditadoras para asumir la responsabilidad que era de Alejandro García Padilla, como gobernador, y que éste ultimo está del lado de los pobres. Siguiendo esa línea, cuando el gobernador hizo lo que las agencias acreditadoras sugirieron, ¿entonces abandonó a los pobres para abrazarse a los ricos? ¡Esa es la pregunta!
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