El tardío anuncio de Alejandro García Padilla aceptando la ruta del plan Obama para trabajar el asunto del status de Puerto Rico no es más que otro ‘duérmete nene’ a los que nos tiene acostumbrados el Gobernador como estrategia para desviar la atención de las promesas incumplidas de su gobierno. Basta recordar sus promesas de bajar el IVU el año pasado y de crear 55 mil empleos en los primeros 18 meses de su mandato, para entender el escepticismo y la desconfianza con las que el pueblo ha recibido su anuncio de atender el asunto del estatus.

Con su anuncio, el gobernador busca sacudirse de la palabra que empeñó no sólo con los sectores soberanistas dentro y fuera del PPD sino con todo el pueblo de Puerto Rico, de celebrar una asamblea ‘constitucional’ de status, tal como lo prometió en el programa de gobierno de su partido.

Al mismo tiempo, García Padilla pretende darle la espalda a la voluntad de nuestro pueblo democráticamente expresada en el plebiscito de noviembre de 2012. Debemos recordar que en el evento plebiscitario nuestro estatus territorial actual, bajo el nombre de Estado Libre Asociado, fue rechazado por el 54% de los votantes y de entre las alternativas no coloniales y no territoriales reconocidas por el derecho internacional, la estadidad fue favorecida por el 61% de los votantes.

Aunque estos resultados fueron reconocidos por la Casa Blanca, el inquilino de La Fortaleza no los reconoce, y pretende buscar oxigeno político para sus maltrechas aspiraciones de reelección, distrayendo nuestra atención de las devastadoras consecuencias económicas y sociales que acarrea el coloniaje que se han agudizado con la crisis en que nos ha metido su administración.

Todo esto debe movernos a ser más radicales en nuestra lucha por la Igualdad. A lo largo de la historia en los Estados Unidos, las soluciones radicales han demostrado ser más efectivas en sacudir la pasividad y echar a un lado a los que se erigen como obstáculos al cambio. Basta repasar la lucha por los derechos civiles en los EEUU durante la década de los sesenta o, más recientemente, el caso de Vieques, para concluir que la agudización de una crisis puede ser el mejor aliciente para confrontarla. La devastadora situación económica que estamos sufriendo en Puerto Rico y las serias consecuencias sociales y humanas que está teniendo en nuestras familias es a mi juicio la mejor coyuntura para adoptar estrategias radicales que nos permitan romper con el coloniaje que tanto nos afecta. No podemos continuar inamovibles como pueblo siendo testigos de cómo miles de puertorriqueños se ven obligados a abandonar su terruño ante la falta de oportunidades en nuestra Isla.

Por años dentro del PNP se han discutido alternativas para atender y resolver el dilema del status que tanto nos afecta. Ya el Comisionado Residente Pedro Pierluisi presentó su proyecto para lograr la admisión de Puerto Rico como estado. Y por primera vez en el Senado federal se radicó una medida similar. Con estos proyectos ante la consideración de ambas cámaras en el Congreso y el plan Obama sobre la mesa no podemos perder la oportunidad de atender y resolver nuestro problema de status. El Partido Nuevo Progresista debe evaluar y considerar seriamente la posibilidad de implementar mecanismos más radicales como el ‘Plan Tennessee’ como alternativa para generar una crisis política que demande la atención de Washington. Sencillamente las consecuencias de la crisis que Puerto Rico está sufriendo y la conciencia ciudadana que éstas han despertado justifican adoptar un plan radical para resolver de una vez nuestro mayor problema. Puerto Rico no aguanta más.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.