Recientemente tuve la oportunidad de participar en un programa televisivo en el cual se discutió el tema del ‘ELA Soberano’. Este concepto del ‘ELA Soberano’ ha generado discusión en las últimas semanas dentro del Partido Popular y ha ejemplificado con mucho énfasis el momento de definición ideológica que está enfrentando dicho partido político.

En el programa, tuve la oportunidad de discutir el tema con el expresidente del PPD Héctor Ferrer, a quien distingo y respeto porque a pesar de nuestras diferencias ideológicas y políticas, no tapa el cielo con la mano y plantea sus ideas con claridad y sencillez. Sin embargo, es para mí un imperativo plantear que todo el concepto bajo ‘ELA Soberano’ que se ha estado discutiendo, no es más que un juego de palabras inconsecuente, que solo tiene el efecto de darle tiempo y espacio al inmovilismo.

En el programa de análisis inicialmente describí que el concepto de ‘ELA Soberano’, según lo habían discutido públicamente líderes y figuras dentro del PPD, no es otra cosa que una ‘masa amorfa’ carente de definición, características y estructura; pero más importante, carente de dirección. El debate pobre y poco fundamentado en las pasadas semanas, sobre las garantías de nuestra ciudadanía americana y la falta de visibilidad de herramientas de desarrollo económico y social bajo ese concepto de ‘ELA Soberano’ levanta suspicacia sobre la falta de compromiso en la discusión seria de este tema. Además, deja claro que este concepto ideológico, es para muchos dentro del PPD, meramente una quimera: ‘un sueño o creación imaginaria que se toma como real, siendo ilusoria y casi imposible de conseguir’.

El alegato por parte de sectores dentro del PPD de educar sobre un ‘ELA Soberano’ carente de sustancia y de elementos concretos para su análisis, es fomentar el juego de palabras que se ha usado anteriormente cuando bajo premisas publicitarias se han querido crear dos mundos para tomar lo mejor de cada uno. La deshonestidad ideológica que se pretende promover con este juego de palabras está presente cuando por ejemplo, se trata de engañar al electorado sobre las consecuencias de mantener una ciudadanía y sus derechos en una nación separada e independiente de la que somos ciudadanos. Es como pretender que un ciudadano americano en un país extranjero quiera en las cortes de dicho país la protección de la igual protección de la ley o de la cláusula de privilegios e inmunidades que solo se garantiza en un estado o territorio de la Unión.

Ya el gobernador García Padilla ha dejado claro que atender el tema del status y evitar las consecuencias de no atender el mismo es un asunto que no le interesa. La determinación que tomó el Gobernador de zafarse del compromiso de la asamblea de status para “abrazar” el plan Obama no fue más que una estrategia de ‘estirar el chicle’ por más de un año y no hacer nada. Más reciente, García Padilla se la ‘jugó’ con el sector soberanista del PPD y refirió a un Comité compuesto por Rafael Hernández Colón, Miguel Hernández Agosto, Aníbal Acevedo Vilá y Héctor Luis Acevedo la discusión de ese ‘ELA Soberano’ cuando ya desde el año 2010 el PPD tiene definido su ‘pacto de asociación’ con los Estados Unidos. Sin lugar a dudas, en todo el tema del status una cosa es lo que dice el PPD y otra cosa es la hace; todo ha sido un juego de palabras, que entretiene pero poco resuelve.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.