Miembros de la industria de restaurantes y la confección de alimentos aseguraron que cada vez es más cuesta arriba mantener sus negocios abiertos debido a los altos costos de las utilidades que encarecen sus operaciones.
Mientras el alto costo energético y la necesidad de diversificar las fuentes de generación de energía para abaratar costos se discuten a diario en el País, el alto costo del agua ha quedado un poco relegado de la discusión pública.
A 14 meses desde que la Junta de Gobierno de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) aprobó el Cargo por Cumplimiento Ambiental y Regulatorio (CCAR) poco se ha discutido sobre su impacto en los comercios.
Carlos Morell, presidente de la Asociación de Restaurantes de Puerto Rico (ASORE), dijo en entrevista con EL VOCERO que el CCAR ha representado entre 100 a 150 por ciento de aumentos en los cargos por agua que enfrentan sus miembros.
Morell recordó que la limpieza e imagen de los restaurantes y la confección de alimentos demandan un constante consumo de agua.
El portavoz de ASORE agregó que muchos de los negocios han propuesto que la AAA cambié el diámetro de contador, pero la corporación pública impone diversos requisitos que, a su juicio, son innecesarios y que implican costos adicionales para los comerciantes.
“Estamos hablando de que queremos bajar el diámetro y entonces nos piden planos lo que conlleva un gasto. Si es que estuviéramos hablando de subir el diámetro pues quizás se necesitarían planos, pero estamos hablando de menos (diámetro)”, sentenció.
“La industria de restaurantes está cargando a todo el mundo”, agregó Morell.
Otros empresarios como Dionisio Trigo Suárez, presidente de Restaurants Operators Inc, cuestionaron la vigencia del CCAR y qué se está haciendo con los fondos recaudados.
Trigo Suárez ejemplificó que una cadena de 20 restaurantes paga al menos $1 millón por costos de agua al año; esto representa un aumento de 50 por ciento desde que se impuso el CCAR.
Asimismo, aseguró que el impacto a este tipo de negocios ha sido mayor que para los negocios de comida rápida debido a que en estos restaurantes no se utilizan platos y utensilios desechables sino vajillas.
“El CCAR es igual que la partida de ajuste por combustible en la Autoridad de Energía Eléctrica. Nadie sabe a dónde va. Lo único que sabemos es que es un cargo para cumplimiento ambiental”, denunció Trigo Suárez.
El empresario dueño de restaurantes como Long Horn y Olive Garden destacó que muchos comerciantes están hasta evaluando si es más costo efectivo hincar pozos para bajar el volumen de consumo.
De acuerdo a datos de ASORE, existen unos 4 mil negocios en la industria de restaurantes que aportan 59 mil empleos directos y 40 mil indirectos a la economía del País.
Por su parte, el director de Servicio al Cliente de la AAA, Gustavo Marín Ramos, argumentó, en entrevista con EL VOCERO, que el CCAR surgió tras varias conversaciones con todos los sectores comerciales y “se acordó por consenso”.
Enfatizó que la AAA tiene una necesidad de ingresos que el propio sector comercial entendió en aquel momento.
Sobre los requerimientos técnicos de planos para cambiar el diámetro de contador, Marín Ramos alegó que se exigen porque se trata de cambios serios que requieren análisis ya que pudieran afectar la medición que hace la AAA sobre el verdadero consumo.
Según el portal cibernético de la AAA, desde julio de 2013 a marzo de 2014, la corporación pública recaudó $119 millones correspondientes al CCAR.
El CCAR fue creado específicamente para cubrir los costos anuales relacionados al cumplimiento ambiental y el cumplimiento con el acuerdo con los bonistas. Según información provista por el oficial examinador que evaluó el CCAR, el costo proyectado para el cumplimiento ambiental y regulatorio fue estimado en unos $8,300 millones anuales al año fiscal 2017 para cumplir con las exigencias de los acuerdos suscritos con la Agencia federal Ambiental de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Salud.
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