Contrario al PNP, cuya refriega interna se ha convertido en un rosario de ambiciones mesiánicas, en el Partido Popular tienen una escaramuza sin fuegos artificiales ni ataques de un bando a otro en vitrina pública. Como partido institucionalizado en la historia de Puerto Rico el Partido Popular se fundó y creció como un partido centralizado donde la disciplina de partido es un imperativo cardinal y moral para la unidad y existencia del mismo. Aunque más una máquina electoral que un partido con dirección ideológica y programática, su esencia y hechura son muy distinta a la del PNP.

El campo de batalla de esta escaramuza silente lo es la Comisión Estatal de Elecciones. Pues una facción interna, presidida por el comisionado Electoral, Eder Ortiz, busca desbancar al presidente de dicha institución. Aunque Eder Ortiz es un troglodita silvestre de estirpe criolla, que elucubra ideas a través de la digestión, no es menos cierto que su sed de desquite contra el presidente y la primera vicepresidenta, la popular Liza García, es conocido por todos en este ecosistema político. Ya Eder decapitó de sus puestos a empleados populares de más de veinte años en la Comisión, y mueve sus fichas para degustarse la salida del presidente y de Liza García, que lleva en sus entrañas el deseo de presidir. Eder Ortiz tiene extenso peritaje en el arte de cesantías.

El hedor de esta pelea interna llega hasta los predios de La Fortaleza, pues un subalterno del Gobernador es el favorito de éste para ocupar el puesto de Comisionado Electoral del PPD. Sin embargo, salir de Eder Ortiz sin dejar cadáveres en el camino no es fácil. El comisionado del Partido Popular no olvida el desaire que le hizo el gobernador de no nombrarlo como secretario de Estado ni secretario de la Gobernación. Líderes populares experimentados en la cosa electoral han manifestado en privado que el exótico Comisionado de la Pava es lo más inepto que se ha sentado en esa silla.

Esta silente escaramuza interna ha afectado el trámite administrativo y electoral de la Comisión. Y algo que influye de manera perjudicial en todo este proceso son las decisiones de caracter partidista que toma el actual presidente de la CEE y que afectan sobremanera a la institución. Este señor, de cuyo nombre no quiero acordarme, fue juez y fue decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica. O sea, que el letrado además de buen popular, es un católico neto y auténtico. Lo que no sabemos si al servicio de los pobres e indefensos.

Aunque con mejor estilo que Eder Ortiz, el presidente de la CEE ha sido algo laxo y sedentario en hacer que se cumplan ley y reglamento en esta institución, que ha probado ser la columna vertebral de la democracia puertorriqueña. Además, por disposición de ley, el presidente está obligado a nombrar una Junta de Asesores Técnicos compuesta por un representante de cada partido y del presidente mismo. Esta Junta es el cuerpo encargado de todo lo relacionado a los adelantos electrónicos y tecnológicos de la CEE.

La lealtad partidista del Presidente de la CEE es equivalente a otro comisionado electoral del PPD. Con fondos públicos este siervo de Dios se sirve opíparamente, aunque el sistema electoral se muera de inanición.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.