Puerto Rico se encuentra inmerso en su peor crisis económica, fiscal, crediticia y política desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. Con el agravante que las condiciones económicas y los nuevos arreglos institucionales que nos permitieron salir de la depresión, pobreza generalizada y severo atraso económico a partir de mediados del siglo XX, dejaron de ser funcionales en el mundo globalizado que se configuró a partir de la década de los ochenta y la incertidumbre relacionada con nuestro incierto futuro político nos mantiene rezagados en materia económica. Estamos presenciando la muerte agónica de un modelo político-económico arcaico y disfuncional para los retos que nos presenta el siglo XXI: el modelo colonial-territorial.
Puerto Rico se puede encaminar hacia plena igualdad ciudadana y política, si el movimiento estadista obra con prudencia, flexibilidad y sabiduría o hacia la independencia (asociada o no) si por el contario lo estadistas cometemos errores estratégicos de gobernanza y de estrategia hacia el logro de la Estadidad. El pueblo de Puerto Rico ya reconoció que en el 2012 cometió un grave error al elegir como gobernador, a un político con poca experiencia, conocimientos, capacidad administrativa y serias fallas de carácter como Alejandro García Padilla.
Dicho error ha implicado que las políticas erradas y la improvisación de la administración de AGP hayan revertido la débil recuperación económica lograda en el 2012 y se haya degradado la deuda del gobierno y sus corporaciones a chatarra. La insistencia de la actual administración de intentar arreglar las cosas con más impuestos nos ha colocado en la ruta de la insolvencia y de una futura sindicatura por los acreedores o el Congreso.
Aquellos estadistas que cometieron el error de votar por AGP en el 2012 a la vez que votaron por la Estadidad o de quedarse en sus casas, deben de estar arrepentidos por haber contribuido a obstaculizar los esfuerzos de nuestro Comisionado Residente, Pedro Pierluisi en el Congreso para adelantar la Estadidad con los fondos públicos que ha utilizado la administración Popular para contratar cabilderos (Charlie Black, entre otros) para cabildear en contra de su proyecto HR-2000. De haber sido re-electo Luis Fortuño como gobernador, hubiera asignado los debidos recursos públicos y ejercido las debidas gestiones oficiales a favor de la voluntad expresada en la urnas el 6 de noviembre de 2012. Tanto el pueblo como los estadistas deben procurar no cometer los mismos errores en el 2016 que cometieron en el 2012, pues en esta ocasión los daños pueden ser irreversibles para Puerto Rico.
Debemos procurar elegir a un liderato con experiencia, capacidad probada, conocimientos en administración publica, finanzas y economía, dado que Puerto Rico confronta la peor crisis económica, fiscal y financiera en décadas. No nos podemos arriesgar experimentando con novicios e inexpertos en momentos tan críticos. Criterios banales como la apariencia física, el abolengo y el carisma de los candidatos no deben de ser los determinantes para apoyar a un candidato sobre el otro, ya estamos pagando bastante caro los platos rotos porque muchos electores se dejaron llevar por dichos criterios banales en las pasadas elecciones. La estrategia de “calladito te ves más bonito” debe ser repudiada y rechazada, hay que exigirle a los que aspiran a los altos cargos gubernamentales que esgriman claramente sus propuestas para atender la profunda crisis económica, fiscal y crediticia que confrontamos. Errores e improvisaciones de gobernanza por una administración estadista inexperta minará la credibilidad del movimiento estadista ante el pueblo y ante Washington y comprometerá seriamente las posibilidades de alcanzar la Estadidad. Debemos procurar que el candidato estadista a la gobernación tenga una trayectoria probada en sus gestiones a favor de la Estadidad y solidos vínculos en el Congreso y Casa Blanca y que no haya cometido errores serios a ese respecto, pues nos arriesgamos a bloquear las posibilidades de lograr la igualdad y facilitar el camino hacia la independencia.
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