Por: Luis A. Pagán, MA, experto en Seguridad
San Juan, Puerto Rico – La crisis social que vive Puerto Rico ya trastoca todo el orden social y económico de nuestro país. Basta con leer la prensa diariamente y podemos notar cómo el patrón de crimen se encamina cada vez más a actos que involucran violencia y que impactan directamente nuestros estilos de vida. Robos domiciliarios, carjackings, robos a comercios, tiroteos en lugares públicos y hasta en los accidentes de tránsito se refleja la violencia que va en crecimiento. El solo hecho de llevar a cabo una estadística del crimen es una señal de la improvisación y falta de planes integrados por parte de los gobiernos de turno.
El crimen es un fenómeno social que ha tenido una significativa transformación en estos últimos años. Es cierto que cuantitativamente han ocurrido menos crímenes en lo que va de año en Puerto Rico, sin embargo, también es cierto que las modalidades de los crímenes ya han invadido un espacio que afecta a personas que de ninguna manera están vinculados a actos delictivos. En el pasado la gran mayoría de los asesinatos eran por asuntos relacionados a narcotráfico y los mismos se cometían sin afectar personas inocentes, en especial mujeres y niños.
En la actualidad, si para asesinar una persona por un asunto de crimen organizado o narcotráfico hay que, incidentalmente, atentar y poner en peligro la vida de inocentes, así se hace. Otros crímenes de gran auge son los robos domiciliarios. Antes el hogar se consideraba sagrado, los delincuentes esperaban que no hubiera nadie en una residencia para proceder a cometer un escalamiento. Ahora resulta que el atractivo es que hayan personas en la residencia para llevar a cabo crímenes morbosos que afectan todo un entorno familiar. Los robos a mano armada también han tenido un incremento violento y ya a cualquier hora y en cualquier lugar o establecimiento público se comenten asaltos dejando una o varias víctimas en un solo acto.
Aun ante los números estadísticos de baja en el crimen, cada encuesta refleja que el país se siente más inseguro. Ningún sitio, a ninguna hora, resulta seguro en Puerto Rico. Según reseñado en la prensa, Puerto Rico está entre los veinte países con las tasas de asesinatos más altas del mundo, ubicándolo en el número 16. Un análisis de datos recopilados sobre estadísticas, del Negociado Federal de Investigaciones (FBI), departamentos de Policía de ciudades de Estados Unidos y de la Oficina de Naciones Unidas contra la Drogas y el Delito (UNODC), fue publicado en su Estudio Global de Homicidios el pasado 10 de abril. Este estudio lleva a cabo un análisis completo del homicidio intencional en el mundo. El homicidio proporciona uno de los indicadores más completos y precisos para medir la violencia en el mundo. Este análisis cuantifica y proporciona informacion de donde ocurren los homicidios, la intensidad de estos, quién está más en riesgo, por qué y cómo exactamente pierden la vida las víctimas.
Si aplicamos este análisis a Puerto Rico se puede validar lo que anteriormente mencionamos en relación al mayor sentido de inseguridad. Los escenarios de cometer crímenes han cambiado, antes las personas involucradas en actividades delictivas eran las que estaban en mayor riesgo, ahora todos estamos en riesgo. Por ejemplo, antes los homicidios se cometían directamente contra la persona que era objetivo y se trataba de ser lo más discreto posible. Ahora los homicidios se cometen en cualquier lugar y a cualquier hora. El por qué y cómo exactamente pierden la vida las victimas también ha tenido variantes significativas. Los mejores ejemplos son los casos de violencia doméstica en aumento, los robos a mano armada, los robos domiciliarios, todas esas modalidades tienen el común denominador de que hay víctimas inocentes.
El asunto de la seguridad publica demanda una integración total de sus componentes y un enfoque balanceado entre lo salubrista lo preventivo y punitivo. Hay preguntas que se deben responder: ¿cómo se integra AMSSCA en la lucha contra el crimen?, ¿cuán efectivo es el Departamento de Corrección (DC) en su deber ministerial de rehabilitación?, ¿qué métricas tiene el (DC) para validar su efectividad?, ¿cómo se mide el trabajo de procesos y efectividad de la Administración de Tribunales?, ¿cuán coordinada y equipada está la Policía para ejercer sus funciones de prevención, investigación y respuesta? Esto es solo una pequeña muestra de preguntas que sirven de base para un análisis real.
Ciertamente no podemos seguir engañándonos con el discurso de que el crimen está reduciéndose, lo cierto es que cada vez más los crímenes son más violentos y la decadencia acelerada en la calidad de vida. La falta de confianza en el Estado ha traído como consecuencia que cientos de delitos que se comenten en nuestro país no son reportados a las autoridades. Obviamente se va a reflejar una baja en estadísticas. Igualmente es evidente el alza considerable en la emigración de muchos ciudadanos a los Estados Unidos, lo cual ha reducido los habitantes. Por último, los golpes que ha dado el gobierno federal a organizaciones de narcotráfico pueden traer un resultado temporal en la reducción de crimen, lo que no necesariamente significa que es una tendencia permanente.
Un mejor país es posible solo si se unen voluntades fuera de todas líneas de partido político con las sociedades civiles, sectores privados, con metas claras de establecer planes coherentes a corto, mediano y largo plazo. Si lo evaluamos por cantidad hay una reducción, si lo evaluamos por el aspecto cualitativo el aumento en la inseguridad es palpable y medible y no se ve una luz al final del túnel.
You must be logged in to post a comment Login