Puerto Rico está sumido en la peor crisis económica y fiscal que hayamos experimentado en nuestra historia. Sin embargo, a diario somos testigos de cómo las prioridades de la presente administración gubernamental están totalmente invertidas. Mientras el ciudadano que trabaja tiene que sentir en su entorno familiar las consecuencias de la crisis, algunos políticos y funcionarios viven totalmente enajenados, vacunados e inmunizados, como si estuviesen ciegos ante la situación que nos arropa.
Por semanas, la propuesta de la administración del Gobernador Alejandro García Padilla y del Partido Popular de meterle mano al Pueblo con otro arbitrio ha recibido el rechazo contundente de la mayoría de los ciudadanos que no toleran un impuesto más. Parecería que el liderato popular ha estado ciego ante el efecto nefasto que han tenido sobre el desarrollo económico y sobre la salud fiscal de la familia puertorriqueña los múltiples impuestos que le han metido al Pueblo. Y si miramos el impacto que eso ha tenido en la capacidad de Puerto Rico para generar nuevos empleos, el resultado es todavía más devastador. Una mirada objetiva a los números que produce el mismo gobierno confirma esta triste y difícil realidad. Veamos.
Nuestra economía sencillamente no ha mejorado en nada con esta administración. Al contrario, está cada día peor. Hemos estado en recesión desde el año 2006, excepto por la leve mejoría que experimentamos de noviembre del año 2011 a noviembre del 2012. Luego de ese periodo la caída ha sido aparatosa por demás.
El Índice de Actividad Económica (IAE) que publica el Banco Gubernamental de Fomento, ha estado en negativo durante todo el presente cuatrienio. Los números más recientes del IAE, publicados en septiembre evidencian una caída adicional de 1.8% con relación al 2013, donde tres de los cuatro componentes de medición del Índice reflejaron una disminución.
La información estadística del Departamento del Trabajo confirma que esta caída en la economía ha tenido consecuencias negativas en nuestra fuerza laboral. En septiembre de 2014, el Grupo Trabajador reflejó una reducción de 46 mil personas con relación a septiembre del 2013. O sea, que la gente se nos está yendo de Puerto Rico.
Peor aún, de los que se han quedado, menos tienen trabajo. La cantidad de personas empleadas fue de unas 981 mil personas, lo que refleja una reducción de unas 35 mil personas menos trabajando cuando se compara con el mismo periodo del año anterior, siendo además es el menor número de personas trabajando que se
ha registrado en Puerto Rico en más de 20 años. Es más, cada día más los que se quedan se cansan de buscar trabajo, como demuestra la tasa de participación laboral, que en septiembre se redujo a 39.6%, la más baja que se ha registrado y que contrasta marcadamente con la tasa de participación de los Estados Unidos que está en 62.8%.
Ante este cuadro tan delicado que requiere atención inmediata: ¿Qué están haciendo los legisladores de mayoría y algunos funcionarios? La respuesta es sencilla: nada. Durante los pasados días del final de la Sesión Legislativa vimos las prioridades de legisladores que actúan como ciegos ante la crisis: nuevas leyes electorales que no le ahorran un centavo al Pueblo ni mejoran la economía y enmiendas sin sentido al Código Penal que en nada ayudan a luchar contra el crimen. No es que no se pueda “caminar y mascar chicle a la vez”, es que Puerto Rico tiene que primero levantarse y para eso hay que trabajar con las prioridades claras.
Como dice el refrán, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”; y yo le añado “ni peor ceguera que la falta de visión y capacidad”.
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