Pedro Cortés fue nombrado secretario de Estado de Pensilvnia (horizontal-x3)
Cortés dejó una lucrativa práctica en un bufete de abogados para volver a la secretaría de Estado de Pensilvania. (Lennin Nolly / Especial El Nuevo Dia)

HARRISBURG, Pensilvania.– Cuando entró hace unas semanas por la puerta de la secretaría de Estado de Pensilvania, el puertorriqueño  Pedro Cortés  no necesitó carta de presentación.

Antes de ser designado al puesto por el gobernador Tom Wolf, en la historia de Pensilvnia Cortés ya era la persona que más tiempo había sido secretario de Estado.

Por siete años y medio, entre enero de 2003 y junio de 2010,  Cortés ocupó ese cargo con el gobierno de Edward Rendell, tiempo durante el cual también fue el hispano de más alto rango en la rama ejecutiva de Pensilvania.

Su propia madre y tronco de la familia,  María Divinidad Martínez, natural de Villalba y quien ahora reside en Miami, le advirtió que muchas veces es mejor evitar las segundas rondas.

Le hizo la analogía del boxeador invicto que regresa al cuadrilátero en busca de una pelea más, cae noqueado y menoscaba su ilustre trayectoria.

Sin embargo, Cortés, quien dejó una lucrativa práctica en un bufete de abogados para volver a la secretaría de Estado de Pensilvania, afirmó que no pudo evitar aceptar la oferta pues “soy, sobre todo, un servidor público”.

¿Por qué regresa al puesto?

Mi mamá me hizo la misma  pregunta. Ahora que hablamos de boxeo, ella me dijo, ‘eres como el boxeador que se retiró  invicto. La gente critica al boxeador que no sabe cuándo retirarse. Si lo noquean en su última pelea, de eso es que la gente se acuerda’. Le contesté que primero regreso porque amo el trabajo del departamento. Su misión, que es proteger el bienestar de las personas, a través de la certificación de las profesiones, promover la democracia a través del sistema electoral y dar inicio a los procesos de desarrollo económico. Segundo, volviendo a la analogía de boxeador, creo que todavía tengo pegada. Puedo subir al cuadrilátero y hacer un buen trabajo.

¿Y su relación con el gobernador?

Esa es la tercera razón. Me lo pidió el gobernador Wolf, que era secretario de Hacienda cuando por vez primera fui secretario de Estado en el gobierno de Rendell. Es una de las personas más progresistas, de buen corazón y disposición al trabajo que he conocido en mi vida. Es un empresario exitoso, graduado del Massachusetts Technology Institute.

¿Entonces, no fue difícil convencerle?

La decisión más difícil era el corte en la paga. Estaba trabajando en un bufete muy exitoso, pero la realidad es que cuando me presentó su plataforma  -mejorar la educación y un gobierno transparente-, se me hizo prácticamente imposible decir que no. Independientemente de que estudié Derecho, soy, sobre todo, un servidor público.

Las responsabilidades de Secretario de Estado varían dependiendo del estado. ¿Cuáles son sus funciones?

Este es un departamento con más de 650 empleados, que primordialmente administra los procesos electorales en Pensilvania. Lo que es la Comisión Estatal de Elecciones en Puerto Rico está dentro de nuestro departamento. Eso incluye la certificación de los equipos de votación, candidatos, papeletas, financiación y resultados. También es la agencia de protección al consumidor, certificación de profesiones, corporaciones, notarios públicos y organizaciones caritativas. Y estamos a cargo de la comisión atlética, que incluye el boxeo, y las artes marciales.

¿No hay pelea de boxeo en Pensilvania si usted no la aprueba?

No hay pelea profesional o aficionada sin el visto bueno del secretario de Estado.

¿Le gusta el boxeo?

Me encanta.

¿Nuevos objetivos?

Quiero continuar el buen trabajo anterior, pero claramente dedicarme a objetivos del gobernador como promover la democracia facilitando la inscripción y participación electoral. Por ello, el impulso a la inscripción electrónica y facilitar el voto ‘ausente’. Queremos eliminar objeciones y trabajar con los condados en asuntos como la identificación electoral. En Puerto Rico no exigir identificación electoral sería inaudito. Pero, la identificación electoral no es parte de la cultura de Pensilvania.

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