Rafael exonera a Carlos

Rafael exonera a Carlos

Lectura obligada para los que seguimos de cerca el acontecer político en Puerto Rico y los testimonios vertidos por sus protagonistas
RAFAEL_HERNANDEZ_COLON_38

Agustín Santiago / EL VOCERO
Por Mario Ramos Méndez4:13 am

Rafael Hernández Colón acaba de publicar el segundo tomo de sus memorias, Contra Viento y Marea. Distinto al primero, este abarca un período de tiempo mayor y de más riqueza de eventos que el primero. Sin embargo, por esa misma extensión, el autor se vio obligado a sintetizar la narrativa histórica por lo que el libro pierde algo de profundidad. En el mismo se tira un arco que va desde la toma de posesión el 2 de enero de 1972 hasta la noche de las elecciones del 6 de noviembre de 1984. Un período de doce largos años

Lectura obligada para los que seguimos de cerca el acontecer político en Puerto Rico y los testimonios vertidos por sus protagonistas, no dejan de sorprender las palabras de Rafael sobre Carlos Romero Barceló por lo acontecido en el Cerro Maravilla el 25 de julio de 1978: “La prudencia hubiera aconsejado al Gobernador a no lanzarse de pecho para defender a la Policía. En situaciones como esta, los cuerpos castrenses tienden a cerrar filas y auto protegerse. El gobernante no puede descansar únicamente en la información que le llega oficialmente, tiene que utilizar canales de confianza para llegar, lo más rápido posible, a la certeza de lo ocurrido y, entonces actuar en conformidad con lo acontecido.” (Página 310).

Estas palabras son una completa exoneración de parte de Rafael Hernández Colón, que fue la persona que, junto al PSP de Juan Mari Bras, organizó aquella campaña inmisericorde y apabullante donde calificaron a Carlos Romero Barceló de asesino y donde lo compararon, en varias instancias, con las figuras repulsivas de Anastacio Somoza y Adolfo Hitler. Además, estas palabras coinciden con las que manifestara el mismo Carlos Romero Barceló en aquellas vistas senatoriales de 1992, donde adujo que fue engañado por el mismo cuerpo castrense que con preciso bisturí abre Rafael.

El caso del Cerro Maravilla tuvo un capital político enorme. Nunca se supo donde estaba la verdad del caso ni donde estaba la demagogia política. La politización de los hechos, donde se elucubraron teorías que hoy día serían exógenas a una mente racional, fue la orden del día. Las encuestas del PPD captaron muy bien que en el Pueblo había un interés real por los hechos. El PNP descansó en las investigaciones hechas por el Gran Jurado y el gobierno federal, donde se exoneraba a los policías. La ventaja de 52% a 44% que tenía Romero Barceló en agosto de 1980 fue revertida en cuestión de meses por la tesis elaborada en torno al Cerro Maravilla, tanto por el PPD como por el PSP. Se creó todo un drama de misterio y espionaje, cuando lo que sucedió en realidad fue un arrebato de cólera de los policías que devino en el asesinato de los jóvenes independentistas.

Fue en ese momento, cuando el melonismo en Puerto Rico se convirtió en estrategia política consuetudinaria deviniendo con el tiempo en un apéndice político del partido del estadolibrismo.

¿Quién hubiera pensado que el hombre que acusó a Carlos Romero Barceló de asesino fuera hoy su amigo de tertulia y de buen compartir? La compañía es una exoneración tácita. Las palabras vertidas en este excelente segundo tomo de sus memorias es una exoneración expresa. Lo que no se atrevió hacer Miguel, lo hizo de manera elegante Rafael. ¡Enhorabuena!Mario Ramos Méndez

 

     Historiador

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