EL VOCERO / Archivo

Por Máximo Cerame-Vivas

El dólar es el gobernante más poderoso del Planeta. Claro, siendo Puerto Rico parte del Planeta, el dólar es el gobernante más poderoso de Puerto Rico. No, no se engañe. El gobernante no es Alejandro García Padilla. A García Padilla hay que reconocerle que ha tomado decisiones antipatiquísimas y políticamente suicidas, pero no es el verdadero gobernador. Siempre hay un poder detrás del trono. Dicen que Eva Perón era la que más mandaba en Argentina durante la presidencia de Juan Domingo Perón. Hay figuras clásicas como Rasputín, que era el poder detrás del trono del zar Nicolás II de Rusia.

Pues también dicen que en Puerto Rico cuando hay que tomar decisiones feas ponen a Alejandro a que las tome. Claro, a más de la mitad de su reinado, ya hay que mirar hacia el futuro. Pero, ¿Cuál futuro? La deuda de Puerto Rico es impagable. No hay forma de pagarla. La única solución es un perdón de deuda, lo que sería posible si nuestro acreedor fuera un país, o un banco. Pero nuestro acreedor es una multitud de bonistas tan numerosa que es imposible que todos se pongan de acuerdo para ser caritativos con nosotros. Sería mucho negociar el tener que llegar a acuerdos con todos ellos por separado. Además, ¿qué acreedor condona una deuda a un deudor, que es un gobierno, a quien las agencias de gobierno le deben y que no tiene la fuerza de gobierno para cobrarle al propio gobierno? ¿Por qué condonarle una deuda a un gobierno que se auto-embrolla?

Hay ideas de cómo salvar nuestra economía, sí, pero ¿cómo se logra que esas ideas tomen vida? Ejemplo: Juancho Einstein, quien no trabaja para el gobierno, tiene la solución a nuestros problemas. Solicita una audiencia con el gobernador. Le da muchísimo trabajo, pero le dicen que quizás haya un costo de entrada a esa cita. ¿Insólito? ¿Que haya que pagar para ver al gobernador? ¿Y pagar en efectivo? Jamás. Esas cosas simplemente no pueden suceder en el Puerto Rico de Juancho Einstein. Eso tiene que ser un cuento malintencionado para hacer daño político. Puerto Rico es un país de gente honesta. Aquí no hay esposas —como Eva— ni consejeros —como Rasputín— que sean capaces de vender sus influencias para lograr entrevistas con el jefe de estado. ¡Nadie cercano al gobernador se atrevería a ello! Pero en un mundo imperfecto puede surgir cualquier imperfección.

Si Juancho Einstein consigue una audiencia con el gobernador, de cachete, y logra que el gobe endose la solución de Juancho, para poner esa solución en camino habría que legislar. Eso toma tiempo en lo que se convence a los legisladores de lo que hay que hacer. Habría vistas públicas y sondeos estadísticos y encuestas. Takes time! También toma tiempo en lo que jefes de agencia se convenzan de que hay que cambiar el status quo de la agencia para que sea más costo-efectiva. También toma tiempo crear las burocracias que administren la solución.

Pero como nuestra embrolla hay que pagarla cueste lo que cueste, hay que vender más deuda en lo que se implementa la solución a la deuda, y seguimos endeudándonos mas. Mientras más tardemos en pagar la embrolla, más nos seguimos embrollando.

Entonces entra Maquiavelo: si en las elecciones vamos a salir derrotados porque esto no tiene remedio, ¿cómo me las agencio para salir bien tras la derrota? Claro, con chavos, pero nuestros gobernantes serían incapaces de usar sus puestos como trampolín para llegar a mejores condiciones cuando venga la debacle. ¡Eso jamás!