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Una serie de encuestas publicadas el viernes tras la furiosa semana de campaña mostraban a los dos bandos en un ajustado empate. (AFP)

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha apostado el futuro del gobierno de izquierdas que formó hace cinco meses en esta votación. Tsipras insiste en que una victoria del «no» le daría más autoridad para negociar un acuerdo mejor con los acreedores del país, y que un «sí» sería una capitulación ante sus estrictas demandas.

La oposición acusa al primer ministro de poner en peligro la membresía del país a la eurozona, y afirma que votar por el «sí» equivale a conservar la moneda única.

Mientras los votantes acudían a los colegios electorales, ante los cajeros automáticos volvían a formarse largas filas. Griegos preocupados acudieron para retirar su límite diario de 60 euros (67 dólares), contemplado en las restricciones bancarias impuestas el lunes pasado en un intento de evitar una fuga de capitales después de que Tsipras convocara un referéndum.

«Hoy, la democracia derrota al miedo (…). Soy muy optimista», dijo Tsipras tras votar en el centro de Atenas rodeado por decenas de periodistas.

El pulso de Tsipras con sus acreedores —la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional— hizo que Grecia incumpliera un plazo de su deuda esta pasada semana, cerrara bancos para evitar su colapso. El endeudado país también perdió el acceso a miles de millones de euros tras expirar el acuerdo de rescate que estaba vigente.

La sensación de urgencia ha sido patente toda la semana, mientras los griegos trataban de descifrar la compleja pregunta del referéndum entre frenéticos mensajes de catástrofe inminente o desafío.

Nikolaos Papadopoulos, un votante en Atenas, dijo haber votado por el «sí».

«Creo en una democracia, en una Europa unida, en un mundo con una buena economía, y quiero que todos trabajemos juntos para avanzar, no que vayamos hacia atrás», dijo.

Otro votante en la capital, Ioannis Nikolau, lo veía de otra forma.

«Voté por Tsipras y quiero votar ‘no’ porque he vivido en Europa y sé qué derechos tienen los europeos y los griegos. Sólo por eso motivo. No tienen los mismos derechos», dijo.

La campaña de una semana se libró en medio de una crisis bancaria en la que se restringieron los reintegros a 60 euros (67 dólares) al día. Se formaron largas colas ante los cajeros automáticos, y las pocas oficinas bancarias que abrieron para ayudar a pensionistas sin tarjetas bancarias se vieron abrumadas.

Una serie de encuestas publicadas el viernes tras la furiosa semana de campaña mostraban a los dos bandos en un ajustado empate, con una ventaja del «sí» que estaba dentro del margen de error estadístico. También mostraban que una abrumadora mayoría de la gente —en torno al 75%— quiere que Grecia siga en la moneda única.

«Hoy, los griegos deciden el destino de nuestro país», dijo el líder opositor Antonis Samaras cuando acudió a votar. «Votamos ‘sí’ a Grecia. Votamos ‘sí’ a Europa».

Sea cual sea el resultado, a Tsipras le espera un duro camino lleno de incertidumbre sobre si podrá ofrecer un acuerdo mejorado de rescate.

El gobierno griego afrontará difíciles desafíos en cualquier caso, indicó el politólogo de la Universidad de Yale Sathis Kalyvas. Si gana el «no», Atenas podría encontrarse con que los países de la eurozona se niegan a negociar un acuerdo mejor porque desconfían de Tsipras, señaló Kalyvas.

Una victoria del «sí» tampoco supone un camino de rosas, pero probablemente abriría la puerta a un nuevo gobierno que tenga la oportunidad de negociar un acuerdo mejor, dijo el experto.

Si la Unión Europea quiere mantener a Grecia en la eurozona, apuntó Kalyvas, tendrá que dar con «un plan muy generoso», dado que el coste de la crisis se ha disparado más de lo esperado.

Seguir negociando con el gobierno griego será «muy difícil», indicó el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, porque la situación económica del país se ha agravado mucho en las últimas semanas. Schaeuble reiteró la postura alemana de que para que Europa funcione, todos los países deben cumplir las normas.

Otro problema con cualquier negociación futura es que los acreedores griegos no están de acuerdo entre sí. El Fondo Monetario Internacional ha sido que no participará en un tercer rescate a menos que incluya un considerable alivio de la deuda griega. Otros países europeos, sin embargo, han descartado aliviar la deuda hasta que Atenas acometa más reformas financieras.

El ministro griego de Finanzas, Yianis Varoufakis, mientras tanto, arremetió contra otros países europeos a los que acusó de demorar el acuerdo de rescate para que se agotaran las arcas de los bancos griegos y forzar a Grecia a aceptar lo que describió como un acuerdo humillante.

¿Cómo comían los romanos?

Por Agencia EFE07/05/2015 |00:00 a.m.

Historia de la primera globalización gastronómica.

En la muestra se le da respuesta a las preguntas de qué comían los antiguos romanos, cuáles eran sus costumbres gastronómicas, cómo transportaban sus provisiones desde otras regiones o el modo de conservarlas a su llegada a la entonces capital del mundo. (EFE) 

Roma – El Imperio Romano llegó a contar con más de cincuenta millones de habitantes y para su alimentación fue esencial el impulso de una política de expansión agrícola que constituyó la considerada primera globalización del consumo de la historia.

El museo del «Ara Pacis» de la capital italiana acoge hasta el próximo 15 de noviembre la muestra «Nutrir el Imperio. Historias de la alimentación en Roma y Pompeya», un recorrido compuesto por rarezas arqueológicas y una amplia variedad de recursos multimedia.

Todo para dar respuesta a preguntas como qué comían los antiguos romanos, cuáles eran sus costumbres gastronómicas, cómo transportaban sus provisiones desde otras regiones o el modo de conservarlas a su llegada a la entonces capital del mundo.

En el periodo imperial que separó a Augusto y a Constantino (27 a.C – 337 d.C), Roma se convirtió en una metrópolis de cerca de un millón de habitantes, una cifra que ninguna otra ciudad volvería a alcanzar hasta casi dos milenios después, en la Revolución Industrial.

Así, Roma ejercía de centro neurálgico de un imperio que superó los 50 millones de personas y cuya economía estaba basada en la agricultura, explicó a Efe una de las comisarias de la exposición, Orietta Rossini.

Al término de la Guerra Civil romana, Augusto, el primer emperador, impuso un periodo de pacificación conocido como la «Pax Augusti» -conmemorado en el propio Ara Pacis- entre todos los estados del Imperio, que se extendía alrededor del «Mar nuestro», es decir, el Mediterráneo.

Un espacio geográfico que hizo las veces de escenario para la «primera globalización del consumo» y que supuso la llegada a Roma de múltiples y novedosos productos, como utensilios para cocinar, hornos o vasijas para almacenar cereales y otros bienes.

«En Roma no se comía el pan producido en el campo romano ni se consumía el aceite de los olivos romanos, sino que se comía el pan hecho con cereales africanos importados por mar y se consumía aceite traído de España y también de África», dijo Rossini.

Por eso, subrayó que «todo esto anticipó una globalización del consumo alimentario», que comenzó con productos como el vino o el aceite de oliva, transportados desde distintos lugares en vasijas que también pueden admirarse en la muestra.

Y es que los romanos bebían vino de la Galia, consumían aceite de la actual Andalucía, se deleitaban con la miel griega o comían el «garum», una codiciada salsa de pescado fermentado proveniente de África, Oriente Medio o Portugal.

Pero en el centro de su gastronomía se encontraba el pan, realizado a base de grano que llegaba del recién conquistado Egipto y del que aún pueden verse muestras en esta exposición, como tres hogazas carbonizadas halladas en Herculano, sepultada junto a Pompeya y otras ciudades por la erupción del Vesubio en el 79 d.C.

La muestra explica que todos los productos llegados en las naves desde el otro lado del mar eran recursos necesarios para la supervivencia de la población y se vendía en sus mercados, puntos económicos que suponían «un privilegio y un signo de estatus para la ciudad».

«Se pueden imaginar cuáles eran los problemas para transportar los alimentos y alimentar a tantas personas en un momento en el que las comunicaciones eran claramente más lentas de lo que son hoy, pero mucho más organizadas», apuntó Rossini.

Muestra de esta incesante actividad empresarial es la existencia, aún hoy, de un depósito de vasijas rotas y pulverizadas que se amontonan en el barrio romano de Testaccio, puerto fluvial de la capital del Tíber.

La muestra repasa «cómo se organizó todo el aprovisionamiento de una gran metrópoli como Roma, la más grande de las metrópolis, la dominante», agregó la comisaria.

En el año en el que Italia acoge la Exposición Universal de Milán, centrada en la agricultura y con el lema «Alimentar el planeta. Energía para la vida», la exposición romana «trata también de profundizar en los temas que desarrolla la Expo», comentó Rossini.

«Ellos hablan de la alimentación del planeta y nosotros de cómo se resolvió el problema de nutrir el imperio en una organización política en la que todo era controlado», apostilló la comisaria.

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