Máximo Cerame-Vivas, Fundador Departamento Ciencias Marinas del RUM
Ricardo Rosselló Nevares surge de las aguas como héroe mitológico manifestándose para todos los efectos como candidato a gobernador de Puerto Rico, pero sin decir abierta y francamente que lo es. Con bachillerato por MIT y doctorado por la Universidad de Michigan, ha buscado posiciones académicas docentes y de investigación. De escasos 36 años, se lanza a la aspiración del máximo galardón electivo del país y se granjea el respaldo de algunas figuras políticas que parecen respaldar más los deseos de su papá, el ex gobernador Pedro Rosselló González. No hay que negar que Pedro Rosselló evade con ahínco y estudiado propósito la palestra pública y prefiere mantenerse en privado tras bastidores. Pero tampoco hay que negar que, tras bastidores, sigue siendo una figura política prominente y que algunos respaldan a Ricky por complacer a su padre, o por temor a que su padre reproche la falta de respaldo. El sentirse inseguro de si su respaldo le va por él —directamente— o por miedo a incomodar al ex gobernador —indirectamente— tiene que preocupar a Ricky. Strike one!
Ricky tiene todos los atributos de una estrella; bien parecido, “sexy”, inteligente, de magnífica familia, económicamente cómodo, de excelente formación académica, y un “name recognition factor” bien heredado, entre otros. Lamentablemente, podría salir electo. Puerto Rico no está eligiendo gobernadores porque sean los más probos y que mejor administren y le sirvan al país. Puerto Rico está eligiendo “al que mejor le caiga”. O peor, al que mejores posibilidades tenga de tumbar al incumbente por venganza y castigo a una administración fallida, por las razones que fueren. Ricky tiene todos los dotes de ser el candidato de castigo al Partido Popular y a Alejandro García Padilla. Siendo ese el caso, su fulgor y simpatía serían efímeros y pasajeros y decaerán a pocas semanas de haber juramentado. Sencillamente no tiene la personalidad de quien pueda sobrevivir como gobernador ante un pueblo que se le torne adversario, aun entre los suyos. Strike two!
La situación económica, fiscal y política de Puerto Rico no se van a resolver con la derrota del Partido Popular, de Alejandro García Padilla, ni durante el próximo cuatrienio. Ricky será un gobernador despreciado por todos los partidos en cuanto el pueblo se de cuenta de que su elección no resuelve los problemas del país, que, por el contrario, se van a agravar más durante su incumbencia. Tendrá un rol obligado como gobernador —de capataz, de descomponedor y recomponedor, de voluntad férrea y decidida, de fusta en mano— que en nada se asemeja a la personalidad de bonachón complaciente y correcto que está proyectando durante su campaña. Ya se están acomodando bajo su sombra aspirantes al poder de posiciones prominentes y autogratificantes. El gobernador que necesita Puerto Rico es incompatible con la personalidad de Ricky Rosselló, quien carece del curriculum vitae que convenza que pueda ser capaz de gobernar un TITANIC que ya está haciendo agua y con proa sumergida. Strike three!
Estas elecciones no son de candidaturas de aquellos cuyos simpatizantes vayan a mítines a gritar chijí chijá. Estas son elecciones donde hay que ubicar a los más aptos en los roles que reclamen esas aptitudes, y a los demás que se quiten del medio. El “job description” es más que elocuente: hay que elegir a un gobernador que reestructure a Puerto Rico, su gobierno y sus actitudes. Hay que elegir un comisionado residente que se convierta en el paladín de la estadidad. Hay que elegir líderes cuyas metas sean el rescate del país.
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