Por Mario Ramos Méndez/ Historiador
Lleva más de cincuenta años en la vida política de su patria. Es el único puertorriqueño que ha ocupado todas las posiciones electivas en Puerto Rico: alcalde de San Juan, gobernador, senador y Comisionado Residente en Washington. Además, fue fundador de su partido, lo reorganizó y lo presidió en dos ocasiones durante tiempos difíciles. Nadie tiene la capacidad ni la experiencia política y de asuntos de gobierno que él tiene.
Carlos Romero Barceló se labró su propio destino y su liderazgo político, con trabajo y perseverancia, no por las ventajas o beneficios que pudiera otorgarle su linaje familiar. Su comienzo fue a principios de la década del sesenta con Ciudadanos Pro Estado 51, grupo no partidista que tuvo ideas nóveles como plantear que ningún partido estadista estuviese afiliado a los partidos nacionales y que se promoviera entre los estadistas, también, la afiliación al Partido Demócrata; porque no todos eran republicanos. Para la historia, este grupo dejó un manifiesto importante por su enjundia ideológica y comprensión de la época, pero perdido en el tiempo: La Estadidad: ideal en marcha.
Con Luis A. Ferré funda en 1967 la Asociación de Estadistas Unidos, que participa en la consulta plebiscitaria de ese año y logra obtener el 40% de los votos. La mayor cantidad porcentual en la historia política de Puerto Rico, hasta ese momento. Con el impacto político y electoral de los resultados plebiscitarios se convierte en uno de los principales fundadores del Partido Nuevo Progresista y candidato a alcalde de la ciudad capital, donde obtiene un impresionante triunfo por una diferencia de más de 36 mil votos. Eso fue en 1968. Como alcalde estuvo ocho años y logró que se extendiera a Puerto Rico la Ley de Salario Mínimo federal.
En la gobernación también estuvo dos términos. Su impacto fue dramático, pues es el gobernador más anticolonialista que ha tenido Puerto Rico. Su discurso político erosionó sobremanera la imagen de la condición política actual y le dio una nueva dimensión al movimiento estadista, al convertirlo en un asunto de derechos civiles. De ahí nació, para el ciudadano de carne y hueso, el concepto de la Igualdad. (Véase a Robert Pastor, Exiting the Whirlpool: U.S. Foreign Policy toward Latin America and the Caribbean).
Su lucha y capacidad de trabajo le dieron una reserva moral inigualable para que, durante la década de los noventa, nadie le cuestionara la candidatura a la comisaría residente. Desde y en Washington logró que la discusión sobre la condición colonial de Puerto Rico tuviera una actividad sonora y fuera atendida como nunca antes lo había sido en nuestra historia. De hecho, convirtió un puesto que era considerado como un exilio político en el próximo escalafón para la gobernación. Aníbal Acevedo Vilá y Luis Fortuño llegaron a la gobernación ocupando la comisaría residente. Y, Pedro Pierluisi le ha sacado provecho a la nueva dimensión del cargo.
Carlos Romero Barceló es el puertorriqueño con mayor experiencia política en la historia de Puerto Rico. Nadie dentro del movimiento estadista ha luchado con la intensidad moral ni emocional como él lo ha hecho, y nadie ha recibido los ataques inmisericordes y personales que los adversarios le han inferido. Su capacidad, su vasta experiencia, es un valor que no podemos perder. En las próximas elecciones él debe de estar en la papeleta.
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