La propuesta del gobernador Alejandro García Padilla de conceder el voto a extranjeros con residencia en Puerto Rico, sometida a apenas un año para las elecciones generales, está lejos de ser prioridad en un Puerto Rico que atraviesa por una severa precariedad económica que le impide pagar su deuda gigantesca y amenaza con cerrar las operaciones gubernamentales.

Traer esta iniciativa sufragista en estos momentos contradice el sentido del buen juicio fiscal, pues acarrea un gasto adicional para la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), que ya enfrenta el reto de encontrar fondos para los gastos del Partido del Pueblo Trabajador (PPT), entre otros asuntos del cercano proceso electoral.

AGP con su inglés de tercer grado colgao es un bochorno para Puerto Rico.

Viabilizar el voto del extranjero domiciliado para el próximo ciclo sufragista implicaría la creación de una papeleta especial y otros ajustes al proceso eleccionario, ya que la ley federal impide que un extranjero vote por el cargo federal de comisionado residente en Washington. Una nueva papeleta implicaría una fuerte erogación de dinero para la CEE, que recibió un recorte presupuestario de $2.3 millones con respecto al año anterior.

A ello se suma que en la nueva asignación de fondos para el ente electoral no se incluyó la partida para la celebración de las primarias de los partidos. Se añade a lo anterior, la incertidumbre que prevalece en torno a los $7 millones que deberá pagar la CEE en julio del año próximo por el sistema de conteo electrónico que se inauguraría en la próxima elección general.

No hay que olvidar tampoco que la Comisión está en medio de un litigio judicial federal tras impugnar la decisión de la jueza Carmen Consuelo Vargas que ordena incluir en las listas de votación a cerca de 700,000 electores que no ejercieron el sufragio en las pasadas dos elecciones.

Es deber del mandatario de este país en crisis enfocarse en la negociación de la deuda con los acreedores, en evitar el colapso del sistema de salud ante la merma en fondos federales y en velar por atender las dificultades que afectan la educación de nuestros niños, entre otras prioridades de la agenda de la Isla.

No restamos méritos a la propuesta en síde conceder el voto a los extranjeros domiciliados, población que ha demostrado su aportación al País. El principio de igualdad, respeto y preservación de los altos valores de la democracia debe prevalecer en todos los aspectos de nuestra vida como pueblo, incluido el proceso electoral. No obstante, hay imprescindibles requisitos procesales y fiscales que deben cumplirse para que ese principio esté revestido de la garantía constitucional en que se funda.

De la misma manera, aplaudimos las medidas que ha tomado anteriormente la Administración García Padilla para extender a los inmigrantes en Puerto Rico, independientemente de su situación legal, servicios educativos y salubristas, entre otros derechos humanos fundamentales.

Pero proponer conceder el voto a los extranjeros residentes, justo cuando empiezan a anunciarse las candidaturas a puestos electivos y a un año de los comicios, trae un mal sabor a oportunismo político que Puerto Rico no necesita, y luce como un intento de desvío de la atención pública de los asuntos apremiantes.

La consideración del voto al extranjero domiciliado requiere un análisis sosegado, ajeno a toda demagogia o propósitos electoreros. Como ha planteado el constitucionalista Carlos Ramos González, parte del debate girará alrededor de si dos años de residencia en el territorio de Puerto Rico son suficientes para alegar fidelidad a la Isla. También se debatirá sobre el requisito de posesión de la ciudadanía estadounidense, junto a la puertorriqueña, para poder votar. De igual forma, se discutirá cuál sería el proceso para la inclusión de los nombres y demás señas de los nuevos electores en las listas de votación, estando a menos de un año para la elección general. Sin duda, la propuesta merece un debate de altura en el momento apropiado.

Está claro que, al presente, el gobierno no puede darse el lujo de distraerse de su misión de atender la crisis del País.

Revuelo con el voto extranjero – Atentado Trapero en Contra de la Ciudadanía Americano