Puerto Rico Expira: 1 de febrero de 2016 – Buenas Recomendaciones para ayudar a los Necesitados

{problema de la pobreza y necesidades alimentarias y uns buenas recomendaciones que se deberían implantar en Puerto Rico.}

Puerto Rico Expira: 1 de febrero de 2016

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Por Jay Fonseca   Esto tiene Salvación

02/01/2016

En los Estados Unidos, 49 millones de individuos, incluidos 16 millones de niños, se van a dormir cada día sin estar seguros de si tendrán comida al día siguiente. Sí gente, en el país más rico del mundo, el más avanzado, el imperio más importante, el 15% de la población en cualquier momento dado no sabe de dónde ni cuándo vendrá su próxima comida.

¿Cómo diablos pasa esto? ¿Cómo es que yo puedo comer hasta tener problemas de peso, pero hay niños que no saben si mañana van a tener comida? ¿Cómo es que en un país con 5% de desempleo el 15% no tiene seguridad alimentaria? Si usted ya se siente mal, cuando les haga el cuento completo van a salir por el techo… y lo triste es que Puerto Rico anda en las mismas.

En una investigación para el programa Jay y sus Rayos X, Valeria Collazo Cañizares nos enseñó el desperdicio masivo de alimentos que existe tanto en los Estados Unidos como en Puerto Rico. Resulta que en los EE.UU. se bota el 40% de los alimentos producidos. Esto representa una pérdida económica de más de $165,000 millones. Para poner esto en perspectiva, en cupones de comida (conocidos como SNAP en inglés) el gobierno federal gasta $76,000 millones al año. O sea, como nación, se bota dos veces más comida de la que les brindamos a las personas más necesitadas. Muchos restaurantes, supermercados y comercios deciden botar la comida ante el miedo de que si la regalan y de repente le cae mal a alguien esa persona pueda demandarte. Esto parte de la teoría de que la comida que se bota está ya en mal estado, lo cual en la mayor parte de los casos no es cierto. De hecho, hay una ley que protege a nivel federal a quienes hagan donaciones de alimentos, pero en Puerto Rico estamos atrás y no hemos actuado.

Lo único bueno que sale de ver estos números de desperdicio es que dejan claro que existe una solución sencilla para resolver el problema de seguridad alimentaria. Con tan solo reducir el desperdicio por 50% podríamos duplicar el alimento disponible para quienes lo necesitan. El gobierno no tiene que gastar ni un centavo más para arreglar este problema. Lo que tiene que hacer es crear la infraestructura de leyes e incentivos que permitan la donación eficiente de alimentos, y salirse del medio. Veamos las cosas que se pueden hacer para reducir este desperdicio:

*En Puerto Rico, cerca del 25% de lo que compramos para el hogar se bota por expiración, mal uso o compra innecesaria. Esto representa casi 20 libras de comida que se desperdician mensualmente. Necesitamos un programa a través del cual ciudadanos corrientes puedan donar fácilmente los artículos que están cerca de expiración para que puedan ser redistribuidos a personas que buscan consumirlos.

*Crear infraestructura legal para facilitar e incentivar que los dueños de supermercados, hoteles y restaurantes puedan donar comida y productos, sin temor a ser demandados, ni tener que hacer maniobras operacionales. Por ejemplo, en Francia, tras una nueva ley, los supermercados tienen que hacer alianzas con organizaciones sin fines de lucro para distribuir sus productos cerca de expiración. De no hacerlo las compañías se enfrentan a multas de 75,000 euros o hasta dos años de cárcel.

*Analizar y crear estándares estrictos para las fechas de expiración que se les pueden asignar a los productos. Actualmente, el método bajo el cual se asignan las fechas de expiración no es uno científico, lo cual resulta en el desperdicio de muchos artículos que todavía son comestibles a pesar de haber “expirado”.

Esto es algo muy serio que en Puerto Rico tenemos que atender rápidamente. Actualmente tenemos más de 24,000 personas viviendo en las calles, cuya vida sería mucho mejor si estas medidas se implementaran. Pero esto no es un problema de solo 24,000 personas. En Puerto Rico hay miles más que aunque trabajan y viven vidas que parecen normales, no tienen suficiente para comer todos los días o la calidad de lo que comen no es la mejor.

Hay muchos padres y madres que por pagarles un colegio a sus hijos e hijas tienen que hacer el sacrificio de brincar comidas o bajar la calidad de las mismas. Personas que pagan mucho en otras cosas para poder educarse, pagar las utilidades de niños con impedimentos o padres en hogares y cuidos. Sé que hay muchos que pensarán que estoy siendo exagerado, pero hay muchos más que en silencio saben de lo que estoy hablando. Los que deciden no coger cupones (PAN) por orgullo, o porque están justo por encima de los ingresos máximos para cualificar, pero que aun así el dinero no les da para cumplir con sus necesidades básicas. Por esas personas es que escribo esto, porque no se justifica que haya comida pudriéndose en supermercados, zafacones de los restaurantes y gabinetes de nuestros hogares.

Pero más allá del lado humanitario de todo esto, como país tenemos que tomar esta medida para comenzar a sanar nuestro amor colectivo por el despilfarro. Nuestro país lleva más de 50 años sin saber lo que es ser realmente pobre y pudiéndose dar el lujo de no ser eficiente. Pero ese momento ya pasó, desperdiciamos tanto y tanto (tiempo, dinero, agua, tierras, comida) que ahora estamos en una crisis económica. Aquí el 85% de la comida llega de afuera y si algún día hay una crisis alimentaria, la pasaremos muy mal. Si ya sabemos que habrá un problema real de alimentos en el futuro, debemos comenzar a hacer el mejor uso posible ahora. El comprometernos a eliminar el desperdicio de comida es un paso sencillo que nos pone en el camino correcto como sociedad. La senadora Rossana López y el presidente de la Cámara, Jaime Perelló, se comprometieron a aprobar una medida que junto a la ley federal permitirá que los alimentos puedan donarse a entidades que redistribuyan y aseguren que se pierda lo menos posible.

Uno de los milagros más grandes del Maestro Jesús fue cuando alimentó a los 5,000 que escuchaban su mensaje. Con cinco panes y dos peces los multiplicó para darles a todos y todas. Pero el final de ese milagro casi nunca se predica. Jesús dijo en Juan 6:12: “Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged lo que ha quedado, para que no se pierda nada”.

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