Por:Jesús Santa Rodríguez, representante PPD
Los puertorriqueños necesitamos estar atentos sobre el acontecer electoral durante el proceso de primarias y las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pues éstas no sólo podrían definir el perfil de esa nación de ahora en adelante, sino que tendrán un impacto significativo en nuestro presente y futuro.
La oferta de candidatos del Partido Republicano es reveladora, por lo peligrosos que éstos resultan a los valores
de igualdad y democracia que históricamente se ha esforzado en promover EE.UU. Por un lado, Donald Trump, quien por mucho tiempo ha liderado estas primarias republicanas, es un individuo beligerante, retrógrada, burlón, racista y machista, por decir sólo un puñado de adjetivos que le describen.
Con las muelas de atrás, buscando votos puertorriqueños justo el día de la primaria, Trump dijo cosas golosas sobre nuestro País, olvidando que temprano en la contienda ya había expresado que nos quitaría la ciudadanía de llegar a ser presidente, lo que denota desprecio, ignorancia y falta de temperamento presidencial. En sus discursos, consistentemente promueve el discrimen, la violencia y el machismo, marcando una pauta indeseable en este proceso, que ha reducido el debate político de la primaria republicana a uno de callejón. En su trampa han caído sus contendores, Ted Cruz y Marco Rubio.
En el caso de Ted Cruz, a pesar de ser hijo de latino, es un personaje ultra conservador, quizás más que el mismo Trump. Por encima de haber sido considerado como uno de los prospectos menos viables y más divisorios de entre los republicanos en una encuesta en 2013, Cruz se agenció antes del tercer Súper Martes el segundo lugar en las primarias. Otra de sus debilidades es su inexperiencia en la política pública.
Al senador Rubio, también de extracción hispana, y quien desistió de continuar en la contienda primarista, no se le reconocen logros que le capaciten para dirigir el país más poderoso del mundo.
Siendo senador por el estado de la Florida, Rubio no supo representar adecuadamente los intereses de sus constituyentes, de acuerdo con importantes líderes del ala republicana en ese estado. En efecto, una de las principales fuentes de apoyo político de Rubio está representada por grandes intereses económicos del estado de la Florida conocidos como los Big Sugar, a cuyas malas prácticas en el manejo de la disposición de aguas usadas se les atribuye la contaminación de los ríos y costas de la Florida. Big Sugar es una coalición que suma poderosas compañías procesadoras de azúcar a las que el Gobierno les ha otorgado más de mil millones de dólares en préstamos que terminan pagando los contribuyentes, sin que ello les represente beneficios, sólo más contaminación. Rubio también se ha tambaleado en torno al tema de los inmigrantes en EE.UU, pues no favorece un enfoque para el desarrollo de leyes de inmigración abarcadoras y justas.
Los tres han apoyado la estadidad para Puerto Rico y rechazan legislación para ayudar el País a reestructurar su deuda.
De los cuatro republicanos, John Kasich se había proyectado como el más presidencial, con mayor experiencia y un discurso equilibrado.
Con 18 años como congresista, presidió la Comisión de Presupuesto de la Cámara y, más recientemente, fue gobernador de Ohio. Sobre Puerto Rico, dijo respetar el derecho de los puertorriqueños para la libre determinación con el fin de que se alcance una resolución al estatus de la Isla.
En contraposición, Hillary Clinton y Bernie Sanders, demócratas, han mantenido un debate de mayor altura, atendiendo temas de política internacional, derechos de los inmigrantes y un enfoque particularizado en torno a cómo impulsar la economía nacional. Ambos, también, se han expresado a favor de que el Congreso y el Ejecutivo provean las herramientas que necesita el País para sobreponerse a la insuficiencia fiscal, reconociendo que esta crisis es un problema compartido entre ambas naciones, por lo que también es una responsabilidad de ambos. También han expresado que impulsarán la resolución del estatus.
Ante este escenario histórico, en el que EE.UU. se debate una elección entre el conservadurismo blanco o un enfoque de apertura, equidad y respeto a la diversidad propuesta por los candidatos demócratas, es hora de que los puertorriqueños de la diáspora asuman el rol protagónico que les pertenece. No votar no es opción, es un derecho y una obligación derrotar la estridencia y el desprecio contra Puerto Rico y otros países latinoamericanos. Salgan a votar.
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