En La Habana, el presidente de los Estados Unidos habló de democracia, de la importancia de los derechos civiles, humanos y el derecho al voto. Mientras tanto, en su propia casa, bajo su propia bandera y la indiferencia de su Administración, el gobierno de los Estados Unidos le priva y le embarga esos mismos derechos a más de 3.5 millones de ciudadanos americanos en Puerto Rico. Esos discursos habaneros de Obama fueron la fotografía más exacta del refrán “candil en la calle, oscuridad en su casa”.
Barack Obama perdió de vista que entre Cuba y Puerto Rico hay una distancia de un poco más o menos de 761 millas. Olvidó que en Cuba y en el mundo saben que el pueblo de Puerto Rico, hace más de un siglo, vive bajo el “embargo y el bloqueo colonial” unilateral del Congreso, la Casa Blanca y del Tribunal Supremo federal.
Si el presidente Obama considera que el embargo comercial impuesto por una ley del Congreso le ha hecho “daño a Cuba” y que “después de 50 años tampoco ha servido a los propósitos de los Estados Unidos”, entonces debería reconocer que el embargo colonial que los Estados Unidos le ha impuesto unilateralmente a Puerto Rico durante 117 años, es mucho peor y tampoco debe continuar. Estamos sufriendo las peores consecuencias.
A los cubanos solamente les han bloqueado su acceso al mercado comercial de los Estados Unidos. Esa es la gran penuria que Obama busca eliminar.
A los ciudadanos americanos de Puerto Rico, sin embargo, se les impuso la ciudadanía americana por nacimiento, tener que vivir bajo las leyes federales y con sus reglas económicas. Pero al mismo tiempo, las leyes federales y los Casos Insulares del Tribunal Supremo federal les han embargado y bloqueado a los puertorriqueños las protecciones iguales de la Constitución federal. Se les discrimina a la hora de distribuir el presupuesto federal. Actualmente, a Puerto Rico se le asignan cada año entre $15 mil y $20 mil millones “menos” en fondos federales en comparación con los estados de la Unión con iguales poblaciones y necesidades. Y todavía hay suficientes imbéciles en Washington DC que se preguntan por qué Puerto Rico está en la quiebra. Sencillo, para tratar de vivir la calidad de vida que se disfruta en los estados, porque a esa aspiración tenemos derecho como ciudadanos americanos, Puerto Rico ha tenido que tomar prestados los $20 mil millones anuales que, por embargo y bloqueo federal en esta colonia, no llegan.
Si la trillada alegación en Washington DC es que los puertorriqueños no logramos ponernos de acuerdo en un proceso electoral definitivo para acabar con este sistema colonial, entonces la obligación moral y legal de los Estados Unidos es actuar unilateralmente para que esa solución sea urgente y con consecuencias concretas. Después de todo, en Washington siempre han actuado unilateralmente sobre Puerto Rico.
Obama dijo en La Habana que más de 50 congresistas demócratas y republicanos lo acompañaron en su viaje como evidencia de que la presión de la opinión pública en contra del embargo comercial a Cuba ha ganado terreno, aún en el Congreso. Siempre lo he dicho, la estadidad y la igualdad de los ciudadanos americanos de Puerto Rico solo se conseguirá con la fuerza, la presión, la militancia y los votos masivos del pueblo. En Washington DC solo respetan al que se da a respetar, al que se hace sentir. Los antiguos territorios coloniales que lograron la estadidad tuvieron que padecer las mismas actitudes discriminatorias e indiferentes en Washington DC. No somos los primeros. Se hicieron sentir y todos lograron la estadidad y la igualdad.
En vez del presidente estar hablando pamplinas en La Habana debería ponerse a resolver la hinchazón colonial que tiene en Puerto Rico; o las dos cosas al mismo tiempo sin tener que hacer el papel de candil de la calle en La Habana y oscuridad en Puerto Rico.
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