Las maestras Berlisse López, Carmen Carballo e Iris Quiles se mostraron preocupadas con la probabilidad que el SRM no pueda honrar las pensiones a los maestros jubilados. (Juan Luis Martínez Pérez)

Este próximo mes de agosto, Betzaida Ramos debe recibir su primer cheque del Sistema de Retiro de Maestros (SRM) equivalente al 100% de la pensión a la que tiene derecho luego de 25 años de servicio en el sistema de educación público.

“Después del 10 de agosto empiezo a recibir mi pensión completa, hopefully… pero la verdad es que uno no sabe”, dijo preocupada a El Nuevo Día la educadora de inglés.

Por los pasados siete años, Ramos ha aportado al SRM el 9% del pago correspondiente a su pensión mensual, ya que al momento de jubilarse no tenía la edad necesaria para recibir el 100% de su pago. Esa penalidad  termina el próximo  agosto al cumplir los 55 años.

 La probabilidad que el SRM no pueda honrar las pensiones a los maestros jubilados, que por décadas aportaron parte de su salario al fondo, es una que cada día parece estar más cercana ante la crisis fiscal que vive el País.El Nuevo Día

La incertidumbre e impotencia invaden a los educadores para quienes la pensión es o sería su única fuente de ingreso una vez acogidos a la jubilación. “Gracias a Dios tengo a mi esposo y hemos hecho arreglos en caso de que algo así suceda y tenga que volver a trabajar, pero no volvería a trabajar de maestro sino part-time”, dijo.

Quincenalmente, Amador recibe $413.45. A partir de agosto debería comenzar a recibir un aproximado de $560.38, según los cálculos que le hicieron entonces. “No es justo lo que está sucediendo, pena me da a mí del nuevo”, indicó.

A pesar de que Amador vive sola con su esposo y  a través de los años se han preparado para enfrentar el retiro,  han tenido que hacer sus ajustes en los gastos  desde que ella dejó el magisterio. Se trata de una realidad que no es solo de ella.

“Me he encontrado con maestros que se retiraron después que yo, que tienen hijos en la universidad y me dicen que se ven apretados… muchos de ellos están trabajando dando tutorías”, contó.

Berlisse López es madre soltera, tiene dos niñas de siete y cuatro años, lleva seis años como maestra transitoria en el sistema  y su sueldo quincenal se reduce a $700 después de  las deducciones.

Por obligación, a pesar de no tener permanencia, tiene que aportar a un  pote  sin la certeza de que algún día recibirá ese dinero pagado. “Yo no sé si de aquí a 40 años esté en el Sistema ese dinero que estoy aportando”, lamentó la maestra de español de la escuela  especializada Cacique Agüeybaná en Bayamón.

Al apretado ingreso y la inestabilidad del Sistema se suma el hecho de que los maestros ya no pueden hacer  préstamos  en el SRM ni retirar sus aportaciones. “Yo llevo seis años en el sistema transitorio, pasando de escuela en escuela por el mismo proceso, todos los años la misma incertidumbre, pero no me dejan de debitar el Retiro”, agregó López.

La posibilidad de tener unos buenos ahorros o de buscar la alternativa de un retiro suplementario no es una realidad viable, principalmente  por el alza en el costo de vida que ha tenido el efecto de mermar sus ingresos.

 “La alternativa de un retiro suplementario, para qué. Vamos a trabajar para llenar  una alcancía gigante para que cuando me vaya a retirar pagar mis medicinas”, opinó Iris Quiles, maestra de paternidad responsable y  coordinación de eventos con 21 años en el sistema.

Quiles, madre de dos, ama su trabajo, pero si tuviera la oportunidad de retirarse, lo haría. La inestabilidad del SRM sumada a lo cuesta arriba que le hacen su trabajo, y no se refiere a los estudiantes,  por momentos la desalientan.

“Esto (el Retiro) es  el esfuerzo de día a día, de venir a trabajar, dar lo mejor  de ti y que no te den lo que tú aportaste de tu trabajo… Eso no es un regalo, estás trabajando para en un momento determinado poder retirarte”, lamentó Quiles.

Igual que otras de sus compañeras, ha optado por vivir el día a día. “Si nos vamos   a preocupar desde ahora por lo que puede ser que surja en un momento… no podría darles lo mejor de  mí a los estudiantes… realmente mis compañeros y yo estamos por vocación, porque la clase magisterial  está siendo todo el tiempo maltratada de todos los ángulos”, dijo.

Lamentó que algunos de sus compañeros retirados tengan que seguir trabajando después de 30 años de servicio, porque el  sueldo de retiro no les da para compensar.

Carmen Carballo, maestra de educación física, ha optado por no pensar en el instante que pueda dejar de trabajar, momento para el cual faltan 15 años. Su proyección es saldar su casa antes de dar el ansiado paso.

“Yo escucho las noticias del Retiro y, te soy bien honesta, trato ni de escuchar del tema”, admitió Carballo.

La maestra, de 41 años y madre de un niño, tiene ante sí el ejemplo de su abuela, una maestra jubilada del sistema público a quien el dinero no le da para suplir sus necesidades básicas.

“Yo en mi retiro no pienso porque yo  miro lo que pasa con mi abuela y yo digo: ‘No me voy a poner a pensar’, porque yo todavía tengo un muchachito que echar para adelante”, dijo.

“Mi abuelita es maestra jubilada y qué tiene ella,  si no es porque mi papá y mi tío colaboran en el proceso… no da, el retiro no da”, compartió.

Como tantos otros trabajadores, ante la situación económica del País, Carballo ha optado por vivir y arroparse hasta donde le dé la sábana. “Si no se puede salir a comer pizza y al cine, no se puede… La crisis que estamos  viviendo como país, a quién le dé seguridad y en dónde”, apuntó.

A pesar del panorama, tanto Quiles como Carballo tienen la esperanza de que el panorama fiscal cambie y al final del camino puedan recibir ese dinero por el que han trabajado. “Otros países han salido de la crisis y yo espero que nosotros podamos salir… No hay mal que dure mil años ni cuerpo que lo resista”, sostuvo Carballo.