Por: Kike Cruz, analista político
Dentro de la crisis creada por Alejandro García Padilla y sus asesores externos, hoy escuchamos muchos llamados y pedidos de acción para nuestros niños.
Parte de la estrategia de AGP y los suyos ha sido utilizar a los niños y niñas de Puerto Rico como escudo, o excusa para no pagar y continuar con su llamada “crisis humanitaria”.
Ahora, esta crisis que fue declarada hace par de meses, lleva años para otros que hoy continúan sin dormir. Otros que durante el silencio de la noche no logran dormir por lo incierto que es el mañana.
Me refiero a nuestros maestros.
Si bien es cierto que un llamado por nuestra niñez es necesario, también es cierto que la llave del futuro de nuestros niños y niñas la tienen los maestros. Maestros y maestras que esta administración ha decidido asesinar su presente, su futuro o llevarlos al suicidio.
Toda esta pelea comenzó en las navidades del 2013 y culminó cuando a principios del 2014 el Tribunal Supremo de Puerto Rico decidió a favor de los maestros.
Los maestros, al igual que los policías, no cotizan ni contribuyen al seguro social, por lo tanto sus días de retiro dependen 100% del sistema de retiro al que aportan.
Tanto Alejandro García Padilla como Eduardo Bhatia y Jaime Perelló, luego de la decisión del Tribunal Supremo no han hecho nada, nadita de nada.
Los alegres tres han decidido ignorar la “crisis humanitaria” del sistema de retiro de los maestros de Puerto Rico. Es como si al perder el caso en corte hubiesen dicho: “Ah sí, pues joróbense ahora y resuélvanlo ustedes”.
El nivel de incompetencia e irresponsabilidad es tal que no solo no han aportado lo que le corresponde al gobierno sino que han creado una verdadera crisis en los sistemas al vender y agotar aceleradamente los activos de los sistemas de retiro.
Por otra parte, la Iglesia Católica en San Juan al ver las acciones del gobernador decidió liquidar el sistema de retiro de los maestros de la escuelas católicas y añadirlos a la lista de los sin dormir. Todo esto en el año declarado por el papa Francisco como el año de la Misericordia. ¿Quién los entiende?
Imagínese usted trabajar toda su vida, dedicarla al magisterio, pensar y hasta soñar con su retiro, saber que es su único ingreso cuando se retire y luego, ya en el ocaso de su vida, que le digan que en par de años no va a haber con qué pagarle. O que le hagan como le hicieron a los de las escuelas católicas de San Juan.
Si una empresa privada hubiese hecho eso, los hubiesen colgado de la cúpula del Capitolio, sin embargo nadie, nadie, se ha atrevido a investigar la razón del porqué las escuelas católicas de San Juan le hicieron esa clavada a los maestros. Del porqué los dejaron sin su retiro, sin dormir.
La incertidumbre a esa edad puede llevar a muchas personas al desespero, a pensar que es mejor estar muerto que vivo, a largas noches sin poder cerrar los ojos por no saber que depará el mañana.
El pago de médicos, medicinas, tratamientos, alimentos, agua, luz, inclusive un regalito para los nietos, ya está fuera del alcance de muchos que dieron su vida por la niñez de Puerto Rico.
¿Cómo es posible que un ser humano sea tan… tan insensible y no se apiade de este sector? ¿Cómo es posible que los ignoren? Que no hagan nada. Solo esperar a que pase el cuatrienio para que el problema lo resuelva otro.
Muchos abogan por nuestros niños, muchos piden un mejor futuro para Puerto Rico, pero pocos hacen lo correcto y necesario para que esos niños y niñas tengan buenos maestros. Sin una buena educación, esos niños y niñas seguirán en el limbo, en la dependencia del estado.
El bien y el mal existen, y en muchas ocasiones pensamos que el mal gana más que el bien. Pero en esta no podemos permitir que el mal gane, no podemos permitir que nuestros maestros sigan sin dormir. Me niego a aceptar que el mal ganó. Me niego a darme por vencido ante tantos necesitados, especialmente cuando su contribución a nuestra sociedad es incalculable.
Seguiré repitiendo mi frase: “Alejandro sí heredó la deuda, pero él creó la crisis”. Ahora nos toca a nosotros reconstruir a Puerto Rico.
Tenemos que reconstruirlo bloque a bloque, piedra por piedra, pero una parte esencial de esa reconstrucción son los maestros, tanto del sector público como del privado. De lo contrario seguiremos con una niñez perdida en las drogas, en los embarazos prematuros, en la calle sin un diploma y, peor aún, sin aspiraciones de un mejor Puerto Rico.
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