Por: Thomas Rivera Schatz/ Ex Presidente del Senado

Si alguien tenía dudas de cuán decepcionante ha sido David Bernier para la base del Partido Popular y para todo Puerto Rico, el intento de camuflaje de la nueva insignia eliminó las dudas. El peor desgobierno del PPD en la historia, ahora se lamenta de tener que cargar con su peor candidato a la gobernación en la historia. Ya es tarde.
Cayeron. Ese fue el candidato que les vendieron con primeras planas y entrevistas simpáticas de encargo. Ante el derrumbe de Alejandro García Padilla, cualquier cosa parecía mejor. Ahora, sin embargo, hay en el PPD quienes ex-presan que era mejor quedarse con Alejandro.

Puerto Rico necesita urgentemente un nuevo gobernador y un gobierno que sean capaces de enfrentar los grandes retos de esta crisis descomunal. El candidato del PPD solamente tiene dos planes: Plan A, agáchese; Plan B, camuflaje. Esas dos, son sus únicas alternativas. El pueblo sabe que David Bernier ha sido coprotagonista y cómplice del peor gobierno que haya tenido Puerto Rico.

Pero más allá de sus vínculos con este desgobierno, está el propio Bernier. Ese es el verdadero problema del PPD, el propio Bernier. Cuando se trata de ver qué nuevas ideas o conceptos prácticos trae para bregar con esta crisis, lo único que hace es repetir la agenda equivocada del PPD que nos ha llevado a este precipicio. También utiliza la retórica abstracta de unidades y consensos como si aquí hubiera una guerra civil, cuando en realidad lo que hay es la crisis, porque él y su desgobierno nunca quisieron escuchar ni compartir consensos con todos los que les advertimos que iban por mal camino. Una crisis provocada por un sistema colonial que Bernier y sus pares insisten en perpetuar.

Cuando se percata de que fingir diferencias de criterios con García Padilla no le funciona, nunca pierde la oportunidad de proyectarse de que es “buena gente” y viene de cuna humilde. Más o menos los mismos cuentos de camino con los que Alejandro García Padilla engañó a alguna gente en la campaña de 2012.

La semana pasada, Bernier mostró su Plan B, buscando camuflaje con la trivialidad de cambiar el logo o insignia de su partido. Como si eso le diera lo que no tiene. Como si eso fuese el gran evento que acabaría de desvincularlo del desgobierno del que fue el segundo en mando. Todo el mundo, dentro y fuera del PPD, sabe que ese cambio era innecesario, que se trata de una “feca”, de venta de liquidación de un producto que no sirve, no funciona, no resuelve.

Bernier vive políticamente defendiendo el colonialismo por omisión y coqueteando con el soberanismo separatista. Utiliza el discurso de hablar mucho y decir nada. En creer que el pueblo está buscando a un “buena gente”, cuando clama por un gobernador de verdad, con la capacidad para frenar la crisis colonial y abrir camino a la descolonización con la igualdad para los ciudadanos americanos de Puerto Rico. Un gobernador con la determinación para lograr esas metas de manera inmediata. Un gobernador que vaya a Washington DC a dar a respetar el mandato de No a la Colonia y Sí a la Estadidad. Un gobernador con la firmeza y la convicción de decirles en la cara a congresistas y funcionarios federales que con la estadidad estamos exigiendo la igualdad de beneficios y la igualdad de obligaciones. Ni más ni menos. Y ese nuevo gobernador, definitivamente, no es, ni puede ser, David Bernier. Puerto Rico lo sabe.

Hoy, Bernier se destapa con su nueva insignia del PPD. Queda en evidencia que ese es el partido de las dos caras. Ahora tendremos a los populares de la nueva y la vieja insignia. Hasta en eso forman una crisis en la que ellos mismos no logran ponerse de acuerdo. Así son los consensos de Bernier. Le cambió la insignia a los suyos al estilo Pearl Harbor.

El problema de Bernier no es su equipo de campaña y tampoco García Padilla. Tampoco la insignia del PPD. El problema de Bernier es Bernier. Te conozco “Colorao”… aunque vengas ‘disfrazao’.