La visita de Bernie Sanders a Puerto Rico ha develado la dualidad tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde que algunos líderes del Partido Popular suelen jugar. Bernie Sanders fue recibido en uno de los lugares donde más actividades independentistas se han celebrado: el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Las dos banderas, la de Puerto Rico y la de los Estados Unidos, se desplegaron de manera conspicua detrás del podio desde donde el candidato presidencial se dirigió a la concurrencia. Es el triunfo definitivo de Luis Muñoz Marín que las izó hace sesenta y cuatro años frente al Capitolio en la inauguración de la nueva constitución de Puerto Rico.

La estrategia de buscar líderes de la política de los Estados Unidos para alcanzar la causa de la independencia no es algo nuevo en nuestra historia. Desde la década del treinta, Vito Marcantonio, congresista italoamericano por el distrito del Bronx, mantuvo una estrecha relación con líderes nacionalistas de Puerto Rico y de Nueva York.

Marcantonio fue un defensor de la figura de Pedro Albizu Campos y de la causa de la independencia para Puerto Rico.
Por sus ideas políticas de tendencias socialistas y simpatías con el Partido Comunista fue investigado por el FBI.

Durante la década de los ochenta el congresista afroamericano Ron Dellums, demócrata por California, presentó varios proyectos a favor de la independencia de Puerto Rico. Dellums desarrolló amistad con varios líderes independentistas puertorriqueños. Para principios de los noventa Juan Mari Bras le dedicó en Claridad un extenso artículo a los proyectos de Ron Dellums. Mientras, el Partido Popular cultivaba la relación con el clan de los Kennedy para desarrollar mejoras al Estado Libre Asociado. Ted Kennedy tuvo, por muchos años, una estrecha relación con Rafael Hernández Colón y el Partido Popular.

A partir de principios de la década del noventa, el liderato popular cultiva la relación de los congresistas puertorriqueños Nydia Velázquez y Luis Gutiérrez con el único propósito de detener cualquier avance del movimiento estadista en Puerto Rico. Ante un reclamo de mayores libertades civiles y derechos e igualdad para los puertorriqueños el liderato del Partido Popular con Aníbal Acevedo Vilá desarrollaba estrategias que sirvieran de dique a estos reclamos. Nada que no fuera oponerse a la igualdad política tenía cabida en este partido ni en la mente de su inescrupuloso líder, creador de una lavandería de donativos en el mismo comité de su partido.

A partir de 1980, el Partido Popular se dedicó a enamorar el voto independentista. Elementos ideológicos y de clientelismo político fueron parte de esa estrategia. El fin único era detener a toda costa la estadidad y destruir a dos líderes que representaron seria amenaza para la existencia misma del partido que fundó Muñoz; Carlos Romero Barceló y Pedro Rosselló. Para ello se elaboró un discurso nacionalista donde el reclamo de excarcelación de independentistas que habían cometido delitos era un componente más. Nada en concreto se decía sobre la condición política, salvo frases simpáticas en su sonido, pero ambiguas en su contenido.

Eso es lo que vuelve a ocurrir con la visita de Bernie Sanders a Puerto Rico. Recibido por Aníbal Acevedo Vilá, Luis Vega Ramos y Manuel Natal, éste último el de la comida de perro a los policías durante la huelga universitaria de 2010, la estrategia inmediata de este notorio trío es detener todo asomo de igualdad política. Lo demás, los innumerables problemas cotidianos del puertorriqueño, pueden esperar; aunque el Pueblo se muera de hambre.