Voto Presidencial (I) – Otra Mentira del PPD y su Oligarquía Criolla Chavista

Criterio    POLÍTICA

Voto Presidencial (I)

David Bernier apoyó el voto presidencial el martes pasado. Algunos populares reaccionaron rápido en contra. La controversia del voto presidencial en el PPD es vieja, pero la aparente división es falsa—pocos se oponen. Hoy hablaré de la historia del voto presidencial en el PPD y en la próxima entrada hablaré sobre la viabilidad constitucional del voto presidencial.

Muñoz Marín apoyó el voto presidencial por primera vez en 1960 cuando el Congreso debatía una enmienda constitucional para conferirle el voto presidencial a Washington D.C. Entendía que el derecho debía extenderse a todos los ciudadanos americanos, no solo a Puerto Rico.

La enmienda confiriéndole el derecho a Washington D.C. prosperó, y avivó la esperanza de lograr lo mismo para Puerto Rico. En agosto de 1962, el PPD aprobó una resolución respaldando el voto presidencial como parte de la culminación del ELA. La medida fue sujeto de un “debate bastante prolongado” pero solo una “pequeña minoría” le votó en contra, según reportó El Mundo.

En diciembre de ese año, la Legislatura aprobó una resolución proponiendo un plebiscito, y reconocía el voto presidencial dentro de las aspiraciones para mejorar el ELA, junto a otras aspiraciones autonomistas.

Esa resolución condujo a una comisión conjunta de status, que recomendó la celebración de un plebiscito. El plebiscito se celebró en julio de 1967, y el ELA ganó con 60%. El PPD optó por atrasar la creación de un comité ad hoc para mejorar el ELA hasta después de las elecciones, presumiendo que ganaría, como había hecho siete veces corridas. Pero se equivocó y ganó Luis A. Ferré.

En 1971, Ferré interpretó el plebiscito de forma acomodaticia. En vez de crear un comité para impulsar el desarrollo del ELA hacia un máximo de autonomía en unión permanente con los Estados Unidos, como exigía el mandato plebiscitario, creó un comité limitado al voto presidencial.

El PPD, bajo el liderazgo de Rafael Hernández Colón, se opuso al voto presidencial en ese contexto. El voto presidencial tenía que venir con el desarrollo integral del ELA; el voto presidencial no podía ser el desarrollo integral del ELA.

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El Comité rindió un informe, pero no pasó nada. Aun así, el PPD incluyó el voto presidencial en su Programa de Gobierno de 1972. La inclusión generó un debate acalorado, según narra el historiador José Luis Colón en Arturo Morales Carrión: dimensiones del gran diplomático puertorriqueño. Pero el programa fue aprobado por la Asamblea de Programa y Reglamento. Camino a la Asamblea General donde se aprobaría el Programa, varios líderes veteranos pidieron unidad y el Programa fue aprobado con el voto presidencial “sin problema alguno”.

Entre 1973-76, el gobierno de Hernández Colón creó un comité ad hoc para impulsar el desarrollo del ELA, que produjo un Nuevo Pacto. El comité consideró incluir el voto presidencial en el Nuevo Pacto, pero como esto requería una enmienda constitucional, lo excluyeron para que no invalidara el Nuevo Pacto. Pero estipularon que habría un referéndum sobre el tema después de aprobarse el Nuevo Pacto, lo que no sucedió porque Hernández Colón perdió las elecciones de 1976.

El tiempo desvaneció la esperanza que pudo haber generado la enmienda constitucional para conferirle el voto presidencial a Washington D.C. Ya para 1989, Victoria Muñoz Mendoza rechazaba el voto presidencial porque era un asunto académico—“es un ejercicio de futilidad porque es imposible bajo el Estado Libre Asociado”. Con el tiempo, Muñoz Marín también reconoció que no era una alternativa viable.

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El tema resucitó en el 2000 cuando el Tribunal Federal reconoció el derecho en un pleito de Gregorio Igartúa en el que intervino el procurador general, Gustavo Gelpí, que ahora es juez federal. Hasta se imprimieron papeletas y estudiantes votaron ausente. Pero el Primer Circuito revocó antes de las elecciones.

Luego en el 2008, Hillary Clinton apoyó extenderle el derecho a todos los ciudadanos, incluyendo a los puertorriqueños. Los populares de la campaña temieron que le costara el respaldo de los populares en la primaria, que ganó cómodamente. Si mi memoria no falla, la mitad de los populares que votaron lo hicieron por ella según una encuesta de boca de urna.

Pero la mejor prueba disponible de cómo piensan los populares proviene de una encuesta de Stanford Klapper del 2010 donde 83% de los populares apoyaron el voto presidencial. No debe sorprender. Los populares reconocen que es injusto que no podamos votar por el presidente, pero les importa más la autonomía fiscal y la identidad propia. Por eso no apoyan la estadidad para lograr el voto presidencial.

Esta encuesta choca con la impresión pública de que el tema divide a los populares. Divide al liderato, pero no al pueblo. De hecho, no es el único issue donde el pueblo popular está menos dividido que el liderato—el estatus es otro.

Bernier asumió una postura que refleja el sentir de los constituyentes del partido que preside. Al asumir esta postura, hizo lo correcto. También asumió una postura que lo coloca en buena posición para atraer pierluisistas desafectos. Al asumir esta postura hizo lo inteligente.

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