Ramón, la semana pasada una activista de las redes sociales, aparentemente militante del PPD, cuestionó que yo fuera popular. Utilizando como base el hecho de que fui bastante preciso en Hablando Claro al fiscalizar el asunto que traes a la atención de la donación simulada de Carmen Yulín de un edificio de diseño y ubicación privilegiada a la Academia Puertorriqueña de Jurisprudencia y Legislación. Esta organización la preside el hermano mayor del gobernador al que algunos catalogan como el “gobernador de facto”.
A eso hay que sumarle el donativo legislativo, en medio de una crisis fiscal y la declaración de estado de emergencia, de un millón de dólares para dicha institución la cual ha realizado aportaciones importantes al desarrollo del derecho puertorriqueño tales como…, eh…, aquella que… la de… Bueno, su actividad más reciente de aportación al estudio del derecho puertorriqueño fue traer al país a una conferencia al abogado del ELA en los casos recientes ante la Corte Suprema de Estado Unidos, Christopher Landau. Sí Ramón, ese mismo que fue a dicho foro a inventarse la absurda teoría jurídica de que existe una soberanía con “s” minúscula y otra con mayúscula.
La mencionada activista pierde de perspectiva que cuando uno valora los principios fundacionales de una institución partidista a la que se le confiere la capacidad transformadora de justicia social, equidad y atención a los desvalidos, no puede acomodaticiamente aplaudir el secuestro del discurso ideológico de la misma por parte de algunos que lo hacen con el único propósito de engrosar sus bolsillos a cuentas del empobrecimiento e incremento de la desigualdad social que en nuestro país alcanza niveles absurdos. Mucho menos uno puede aplaudir y más aún, tiene el deber moral ineludible, de señalar y repudiar las acciones de aquellos que se hacen del poder gubernamental por medio del secuestro administrativo de dicha institución para lucrarse de manera indebida o inmoral. Hasta en algunos casos, más allá del lucro, por el mero hecho de satisfacer sus megalomanías.
De hecho, eso incluye a los soberanistas bisiestos, los que lo son cada cuatro años. ¿Contesto tu pregunta, Ramón?
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