Por: Lcdo. Ramón L. Rosario Cortés

Hace cuatro años escribí una columna en este medio felicitando al entonces gobernador electo García Padilla y deseándole el mayor de los éxitos. Como dije entonces, el día de la elección general “no ganan las personas que son electas para ocupar temporeramente una posición pública, pues ese día se proclama victoriosa la democracia, y esa, no tiene término ni partido”.

Como era de esperarse, la democracia nos visitó y reclamó lo que es suyo. Esta elección vino con sorpresas como que la mayoría de las alcaldías pertenecen a un partido distinto al que ganó el Ejecutivo y que tiene una mayoría abrumadora en la Legislatura.

Al Dr. Ricardo Rosselló tiene que deseársele lo mejor. De su gestión depende que los hijos de esta patria se queden en su casa, que salgamos de la quiebra y que podamos resolver nuestro dilema centenario del estatus.

En nuestras pasadas columnas hicimos predicciones sobre San Juan, Senado, Cámara, presidencia de EE.UU., gobernacion y Comisionado Residente. Como había dicho, en San Juan, el PNP ganaría los dos senadores y los representantes de los distritos 1, 3, 4 y 5. Sin embargo, fallé al pronosticar que Carmen Yulín no revalidaría. Yulín se convierte en la figura principal del PPD.

Al chavo, advertimos que en Cámara y Senado aplicaría la Ley de Minorías. Incluso, esperaba 19 senadores del PNP y el pueblo escogió 21. Además, la elección de Rosselló fue por más de 45,000 votos cerca de los 75,000 que predije.

Esa cantidad es cuatro veces mayor a los 11,285 de ventaja de García Padilla en el 2012 y casi 13 veces mayor a los 3,566 de Acevedo Vilá en la cuestionada elección de 2004. La comisionada es Jenniffer González como adelanté.
La gran sorpresa fue la elección de Donald Trump y esa no la vi venir. Esto, se debe en gran parte a la abstención de un electorado que votó por Obama sin ver los cambios que demandaron. Ello, sumado a una candidata seriamente marcada por incongruencias y falsedades relacionadas a su gestión como secretaria de Estado. Por último, a nivel nacional, se repudió el “establishment” político.
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Por: Lcdo. Iván Rivera

Ramón, coincido. De mi parte, indistintamente de las diferencias de criterio en cuanto a política pública y sobre el tema del estatus, que tengo con el gobernador electo, es meritorio desearle el mayor de los éxitos en su gestión ya que del mismo depende el futuro de todos los puertorriqueños. Lo pasado fue una elección histórica que debemos estudiar para resaltar las lecciones aprendidas.

El hecho de que los candidatos independientes a la gobernación obtuvieran prácticamente el 17% de los sufragios emitidos y la elección de un senador independiente es un hito histórico digno para una tesis. Junto a ello la nueva realidad de que la mayoría de los municipios son del partido contrario al del gobernador a pesar de que la Legislatura se inclinó abrumadoramente al suyo.

Al igual que tú, inicialmente, me inclino a analizar el resultado como un triunfo de la democracia. Por décadas, académicos y generadores de opinión pública se han referido al voto por candidaturas como la manera de votar conciente e inteligentemente analizando cuidadosamente las características de cada candidato a puesto electivo.

Pues, en esta elección el número de votos por candidaturas en la papeleta estatal muestra una marcada tendencia en esa dirección. Igual conclusión podemos realizar respecto a los alcaldes y alcaldesas electas ya que fue un comportamiento atípico. En un futuro ese voto conciente e inteligente se podría reivindicar más aún separando las elecciones de los alcaldes y legisladores de las de gobernador y comisionado residente.

La elección de Trump en EE.UU., junto con al apoyo que obtuvieron los candidatos independientes a la gobernación en Puerto Rico y las pasadas elecciones en segunda vuelta en España y Argentina, me llevan a concluir que los avances tecnológicos en la era de la información nos obligan a cambiar la manera de hacer campañas políticas. El acceso instantáneo a fuentes diferentes de información está provocando unos electorados que no aceptan posiciones intermedias y exigen que sus candidatos asuman posturas precisas. Ahí podemos encontrar una explicación lógica del problema de campaña que tuvieron las candidaturas de David Bernier y Hillary Clinton.