Mientras el equipo del gobernador electo doctor Ricardo Rosselló se apresta a tratar de lograr una transición que permita que la maquinaria gubernamental opere de forma correcta, tan pronto asuma el poder en enero de 2017, el partido de oposición se encamina a librar importantes batallas entre ellos mismos por el control de su derrotada colectividad.

Cuando el momento histórico que vive Puerto Rico necesita de la voluntad, unidad, apoyo y colaboración de todo el mundo, sin importar el color político por el que simpatizan, los dirigentes más importantes del Partido Popular Democrático (PPD) se enfrascan en una lucha estéril por controlar los destinos de la organización.

No es incorrecto que se reorganicen y que tomen las medidas necesarias para mantener su vigencia como alternativa política de cara al próximo proceso eleccionario dentro de cuatro años. Lo que sí es incorrecto es el pobre espectáculo que ofrecen ahora; hasta llegar al punto de lanzar acusaciones sobre supuestas posiciones ilegales en la Junta de Gobierno, asunto que ahora sale a relucir de la nada cuando por varios años nadie dijo nada.

El titular de nuestra portada de hace apenas dos días señalaba la continuación de la división que probablemente fue una de las causas de la derrota del PPD ante el Partido Nuevo Progresista.

Pero si esa es su estrategia, le auguramos desde ahora otra derrota más.

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El pueblo está cansado de divisionismo, de la lucha personalista, y lo demostró con el porcentaje tan alto que alcanzaron los candidatos independientes en el pasado proceso electoral. Más que un voto, fue un grito a todos los partidos, dejándoles saber que hay descontento con la manera en que se ha venido manejando políticamente la cosa pública.

Es precisamente este tipo de espectáculo lo que provoca frustración y decepción en la masa silente que no es partidaria.

Los procesos democráticos existen para que todo el mundo tenga derecho a no solamente elegir a sus representantes en el gobierno, sino también a seleccionar a quienes consideran más capacitados para representarles políticamente. No es la opinión de uno o de otro la que prima, sino la de una mayoría que represente a los miles de seguidores de una organización.

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Al momento de escribir este editorial se encontraban reunidos los miembros de la Junta de Gobierno del PPD con una agenda que contenía básicamente el análisis de los resultados negativos de las elecciones, pero, definitivamente, la discusión sobre la validez o no de los reclamos hechos por Aníbal Acevedo Vilá sobre la presidencia del doctor David Bernier existía en el ambiente. Allí se encontraban Bernier, Acevedo Vilá, Rafael Hernández Colón, Alejandro García Padilla, Carmen Yulín Cruz, y Héctor Luis Acevedo, entre otros.

El resultado de dicha reunión definirá si el partido empieza un proceso de recuperación o si por el contrario se hunde aún más en la división.

Ahora bien, independientemente de su resultado, divididos o no, los dirigentes populares tienen la responsabilidad de servir como herramienta en la recuperación de Puerto Rico, y a través de guerras internas no lo van a lograr.

Este es el momento de enrollarse las mangas y desde su posición, sin perder su sentido de oposición, buscar la manera de aportar al proceso de alguna forma.

Es decir, este es el momento de parar la politiquería y trabajar por y para Puerto Rico.

Continúe su proceso de reestructuración política internamente y dedíquele tiempo a lo prioritario, que es desarrollar un plan viable de crecimiento de la economía, porque todos merecemos un Puerto Rico mejor.

Por eso, precisamente, más de 600,000 personas votaron por ellos, para ayudar a levantar a Puerto Rico.