Desde la madrugada del 2 de enero el nuevo gobernador comenzó a ejecutar su política pública. Firmó varias órdenes ejecutivas con el fin específico del control de gastos en el gobierno. En una de ellas para que las agencias preparen sus presupuestos desde base cero. Todo tiene que justificarse en el sentido de que es a los mejores intereses del pueblo y de la salud del fisco. Puerto Rico enfrenta su peor crisis desde la década del treinta. Aun en los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando los barcos no podían llegar a Puerto Rico a traer mercancía porque los submarinos alemanes los estaban atacando y hundiendo en alta mar, se había visto cosa semejante. En esos años, en los campos de Puerto Rico se creó una economía de autosuficiencia a través de la agricultura que evitó que parte de la población nuestra se viera en precario.

Toda crisis es una situación de reto y respuesta. Los tiempos de decisiones difíciles, de recorte de gastos, de control de salarios y beneficios marginales, de reducción de puestos de confianza hasta lo necesario y de justificación del mínimo gasto se han convertido en la política pública del momento. Al gobernador Rosselló le ayuda la conciencia que tiene el pueblo de la gravedad de los tiempos y de cómo la paciencia ciudadana llegó, en ocasiones, a su límite por el despilfarro de fondos públicos en múltiples ocasiones que se convirtieron en un gravamen a la riqueza líquida gubernamental.

Casi todo ha quebrado en el gobierno. El Banco Gubernamental de Fomento, antaño propulsor del desarrollo económico de Puerto Rico, es hoy un esqueleto burocrático en espera por un acta de defunción. Es triste que esto haya pasado, porque este Banco fue creación de Rexford G. Tugwell en 1942 para la propulsión y desarrollo de la economía de Puerto Rico, que incluyó la entonces Autoridad de las Fuentes Fluviales y el financiamiento de infraestructura y construcción de viviendas. En 1945 se le expandieron las responsabilidades que incluyó, entre otras, ser agente fiscal y consejero económico del gobernador. Tugwell, graduado de la Universidad de Chicago, fue uno de los llamados “brain trusters” del Presidente Franklin Delano Roosevelt y el eco de su obra durante los años cuarenta se sigue escuchando en Puerto Rico.

Con excepción de uno que otro nombramiento de políticos derrotados como empleados de confianza en puestos intermedios en las agencias, casi todos con poca o ninguna preparación académica y con un resumé de ficción como carta de presentación, el gobernador Rosselló ha sido en extremo diligente y se ha rodeado –en su entorno inmediato, como en la jefatura de las agencias- de un excelente equipo de trabajo del que se espera haga un trabajo de excelencia con los pocos recursos que hay y teniendo en su conciencia la brújula de que hay que hacer más con menos. Son funcionarios que vienen del pueblo para servirle al pueblo, no políticos derrotados con un premio de consolación.

Los próximos años son para sentar las bases para la recuperación económica, que según un reciente informe de la prestigiosa firma Estudios Técnicos comenzaría a mediados de la próxima década y se normalizaría pasado el año 2030. Es una economía que seguirá expulsando mano de obra hacia otros lares. Somos la jurisdicción caribeña que, proporcionalmente, más emigración produce y esos son factores que pueden incidir en la solución definitiva al estatus político de Puerto Rico. Ricardo Rosselló lleva ambos factores, político y económico, en líneas paralelas sin que uno cancele al otro. Es un trabajo que el pueblo sabrá recompensar.