Después de 119 años como territorio, se acerca la solución permanente a nuestra relación política con EEUU. El “Attorney General Jeff Sessions” tiene ante su consideración las definiciones de estatus para determinar si cumplen con las leyes y la Constitución. Tendremos que escoger entre la Estadidad con ciudadanía americana garantizada o la independencia/librea asociación que la rechaza.
El 2 de marzo se conmemora el “centenario de la ciudadanía”, un momento histórico que sentó las bases para que PR se fuera integrando a la cultura social, política y económica de la nación americana. Se cumplen 100 años desde que el Acta Jones, de 1917 le otorgó la ciudadanía americana a los puertorriqueños que la desearan.
El Acta de Naturalización de 1941 garantizó que las personas que nacen en una jurisdicción subordinada serían ciudadanos de EEUU. La Ley del Gobernador Electo del 1947 expandió el alcance de la Constitución de EEUU a los puertorriqueños y estableció que los derechos, privilegios e inmunidades se respetarán en el territorio de PR hasta el mismo grado que si fuese un Estado.
En 1952 ratificamos en la Constitución de PR “nuestra unión con Estados Unidos”: “Consideramos factores en nuestra vida la Ciudadanía de Estados Unidos y enriquecer nuestro acervo democrático y disfrute de sus derechos y prerrogativas”. La ciudadanía establece que somos nacionales americanos y que nuestra Nación jurídica y política es los Estados Unidos.
La ciudadanía es parte de nuestro perfil y define al puertorriqueño del Siglo 21. Las leyes y programas federales que tratan a PR como estado, la designación del tribunal de Distrito federal bajo el Artículo III de la Constitución federal, la presencia de agencias federales en la isla, y la integración de la cultura puertorriqueña a la cultura nacional son parte del diario vivir.
No nos conformamos con una ciudadanía americana a medias, aspiramos a un futuro mejor para las próximas generaciones. Como ciudadanos americanos reclamamos a la plena participación en el gobierno federal; igualdad en los derechos civiles; la estabilidad política-económica; el desarrollo socio-económico y los beneficios y responsabilidades iguales al el resto de nuestra nación.
A pesar de los logros como ciudadanos de EEUU, los residentes en PR están sujetos a un sistema político que le niega igualdad como ciudadanos, incluyendo no poder votar por el Presidente y elegir plena representación congresional.
La independencia, con o sin libre asociación, es contraria al orden constitucional americano y no es opción para 3.4 millones de ciudadanos americanos residentes en PR ya que perderíamos los beneficios que nos garantiza la ciudadanía. Los Grupos de Trabajo de Casa Blanca y el Departamento de Justicia han expresado que si PR opta por la independencia o la libre asociación, los que nazcan en la nueva nación no serán ciudadanos americanos.
El debate iniciado por el PPD sobre la Ciudadanía Americana expone la estrategia de los defensores de la “independencia con o sin libre asociación” para poder persuadir a sus correligionarios que no están dispuestos a sacrificar su ciudadanía americana.
Alegan que “atesoran” la Ciudadanía Americana, pero quieren tener Embajadas, determinar cuáles agencias federales tendrían injerencia en PR, negociar y suscribir tratados internacionales, dictaminar la ayuda federal para PR, y hasta ciudadanía de España (como AGP), entre otros.
La Declaración de Independencia EEUU proclama que “los gobiernos, derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados”. En el plebiscito del 2012, con la participación del 81% del electorado, un 54% y revocó el consentimiento de los gobernados al estatus-colonial, y un 61% favoreció la estadidad.
La conmemoración del Centenario de la Ciudadanía Americana anuncia que llegó el momento para descartar un status que se ha convertido en impedimento para nuestro desarrollo económico y para reafirmar que queremos la unión permanente con plena igualdad y las garantías, seguridad y progreso que representa nuestra ciudadanía americana.
Por Charlie Rodríguez
El Partido Popular se niega a aceptar que el discurso distorsionado, plagado de falsedades, fundamentado en mentiras y reñido con la verdad que ha sido su distintivo por casi ocho décadas para darle oxígeno de manera artificial a un espejismo llamado Estado Libre Asociado, caducó.
Y caducó de la manera más contundente y apabullante. Los tres poderes que integran al gobierno federal- el Ejecutivo a través de Casa Blanca, el Legislativo a través del Congreso y el Judicial a través del Tribunal Supremo-, despejaron ese legado de mentiras en que el PPD basó su existencia, determinando que el ELA es sólo un nombre para alimentar ilusiones ya que nunca ha existido como estatus ni como poder para que nuestro pueblo se autogobernara.
No conforme con esa ruda lección, viene ahora un grupo de falsos líderes de ese mismo Partido Popular desacreditado y desvencijado, a tratar de confundir la opinión pública – ¡cuándo no! -, alegando que tiene control del Partido Demócrata en la Isla y que han elegido una nueva directiva.
Sí. Otro espejismo que tan solo les complace a ellos. Como Presidente vigente y debidamente elegido y certificado del Partido Demócrata, me encuentro en Atlanta trabajando por el futuro de la Isla, acreditado y reconocido por los reglamentos aprobados a nivel de todos los Estados Unidos.
Claro está. Mientras la nueva directiva está trabajando arduamente en los trabajos del Comité Nacional Demócrata, estos líderes populares han vuelto a orquestar otro de sus esquemas fraudulentos para tratar de confundir por millonésima vez a la opinión pública, de que son ellos y no los que fuimos legalmente electos, los que dirigen a los demócratas en Puerto Rico.
He preferido ignorar la serie de barrabasadas, disparates, entuertos y amapuchos que se han ideado durante los pasados días, para consolarse por su torpeza y abandono de los reales intereses de la Isla, porque me encuentro inmerso trabajando a plena luz del día, con credenciales certificadas y con el apoyo y reconocimiento de todos los organismos reglamentarios y directivos demócratas a nivel nacional.
Los populares, nuevamente derrotados, podrán cacarear todos los disparates que su calenturienta pasión revanchista les permita. Pero la realidad es que no representan al Partido Demócrata, no son miembros de la directiva legalmente electa, como tampoco representan el mejor porvenir para nuestro pueblo.
De hecho, antes que comparecer a una junta debidamente citada, prefirieron “huirse”, como lo han hecho siempre que los retos del destino demandan su determinación y coraje.
Tuvieron el simple deseo de irse de francachela en un restaurante en San Juan, para en medio de cocteles y canapés, tratar de entorpecer con mentiras y mezquindad, el sendero del nuevo destino de Puerto Rico.
La gula y la afrenta han pintado su oportunismo, como la verdadera imagen de un liderato corrompido por las ansias de poder. Y de un partido que engañó la buena fe del jíbaro y que hoy tan solo es ruina, desprestigio y desolación.
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