Todas las encuestas llevadas a cabo en la Isla consistentemente han señalado que la inmensa mayoría de los puertorriqueños veneramos nuestra ciudadanía americana y queremos seguir siendo ciudadanos americanos. Pero ante esa realidad hay mucha ignorancia sobre esa ciudadanía que con orgullo muchos llevamos.

Nuestra ciudadanía americana es una estatutaria, es decir, la tenemos porque fue concedida por una ley del Congreso, la Ley Jones de 1917. No la tenemos por derecho bajo la Decimocuarta Enmienda de la Constitución americana, como la tienen los nacidos en el territorio continental. Puerto Rico es un territorio no incorporado de los Estados Unidos. Como tal -de acuerdo a los casos insulares- pertenecemos a los Estados Unidos, pero no somos parte de ellos.

Tan recientemente como el 11 de agosto de 2014, el Departamento de Justicia federal estableció en la Corte de Apelaciones de Washington, DC, que: los territorios no incorporados, como Puerto Rico, tienen ciudadanía estatutaria, por lo que no es un derecho constitucional. La Decimocuarta Enmienda de la Constitución no es aplicable a los nacidos en los territorios.

Esto quiere decir que un ciudadano americano bajo la Decimocuarta Enmienda no puede ser privado de su ciudadanía a menos que la renuncie. Mientras que una persona con ciudadanía estatutaria -como la nuestra- puede ser privada de ella sin su consentimiento. El Congreso -que tiene la autoridad de ser el gobierno nacional y local en los territorios, como ha quedado demostrado recientemente en nuestro caso- hizo la ley, la puede enmendar o revocar. Solamente la ciudadanía americana que se adquiere por nacimiento o naturalización en los Estados Unidos está cobijada por la Decimocuarta Enmienda.

El PPD con los soberanistas / independentistas que hoy dirigen a ese partido -para seguir engañando a los incautos- quiere hacerte creer, a sabiendas de que eso no es cierto, que bajo un pacto de libre asociación con los Estados Unidos se retendría automáticamente la ciudadanía americana. El Informe de la Casa Blanca de 2011 sobre Puerto Rico recomienda que, al momento de una transición hacia una libre asociación, los puertorriqueños que son ciudadanos de Estados Unidos retengan su ciudadanía estadounidense. Esto es una recomendación que estaría sujeta solo a la transición y a lo que el Congreso, en última instancia, determine.

Tampoco se retendría la ciudadanía con la independencia, puesto que -como señalara recientemente el Lcdo. José Rodríguez Suárez en el artículo titulado “No es un vínculo indisoluble”- a Estados Unidos “no le convendría tener a más de tres millones de ciudadanos americanos bajo la soberanía de una nación extranjera (que sería Puerto Rico) a la cual también le deberían lealtad. Tal situación sería anómala y altamente impráctica”. ¿Podría usted pensar que el Congreso de los Estados Unidos quiera que retenga la ciudadanía americana un pueblo que haya optado en un plebiscito por separarse de la nación de la que es ciudadano? ¡No way!

En agosto de 2013, el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado Federal, que tiene jurisdicción sobre Puerto Rico, expresó después de vistas públicas que si Puerto Rico opta por la libre asociación o independencia, los que nazcan en la nueva nación no serán ciudadanos americanos.

En el plebiscito que se celebrará el próximo 11 de junio vamos a tener ante nosotros una papeleta con dos opciones para votar por una de ellas: estadidad o libre asociación/independencia. Solamente votando por la estadidad retendrás y tendrás la ciudadanía americana garantizada para ti y tus descendientes. De votar por cualquiera de las otras la pondrías en riesgo y perderías: los beneficios de Medicare, Medicaid, las becas Pell, el programa de Ayuda Nutricional, el PAN, el WIC para alimentar a las familias de recursos limitados, especialmente madres y niños. Se perderían también los fondos federales para el Departamento de Educación, que constituyen una tercera parte de su presupuesto. Las familias de recursos limitados no tendrían acceso a los subsidios de vivienda de la Sección 8. Perderíamos la protección de nuestros derechos civiles y libertades bajo la Constitución de los Estados Unidos, la protección del FBI, la presencia de la Fiscalía Federal y el Tribunal Federal en Puerto Rico, que garantiza nuestros derechos como ciudadanos americanos.

Amigos lectores, para todos aquellos de ustedes que entienden que este plebiscito será otro ejercicio fútil, que será una pérdida de tiempo que no conducirá a nada, se equivocan totalmente. Dependiendo de cómo voten, al día siguiente habremos afirmado o rechazado nuestra ciudadanía americana con todo lo que ello implica. En esta ocasión está en juego la viabilidad misma de Puerto Rico. ¡Piénsenlo bien! Un error sería demasiado costoso.