El Título III de Promesa es un mecanismo de protección que tienen las ciudades y las corporaciones públicas para que se lleve a cabo, ordenadamente, lo que sería una estampida de acreedores para arrancarle pedazos al gobierno. A los estados no pueden ni imponerle juntas ni someterlos a quiebra porque no tienen nóminas gubernamentales infladas, sino empleos privados producidos en economías saludables.

Nuestro gobierno pidió el amparo del tribunal para dirigirnos a un acuerdo, pero se perdió la magnífica oportunidad de incluir a la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) para convertirlas en APP, logrando mejor servicio como con el aeropuerto (lo único que funciona en Cuba son los hoteles administrados privadamente).

El juez presidente del Supremo federal nombró a una jueza de Nueva York para dirigir el proceso. Claro, será atacada por los encapuchados por dentro y los por fuera: los políticos, los tontos útiles y los sindicalistas que les chupan la sangre a obreros y a consumidores.

Al enmendarse la Constitución de Puerto Rico por órdenes de Muñoz Marín, un señor sabio (que llevaba mi nombre) dijo: “Ahora sí que se _____ esto”. Se refería a la enmienda que permitió que el gobierno se embrollara por cantidades astronómicas tomando prestado billones para pagarle a los miles que meterían en nómina e intereses.

Oscar López es como era Albizu, mandaba a otros asesinar y al terrorismo – Don Santos P. Amadeo decía que a Pedro Albizu Campos lo volvió loco cuando su espesa Rosa Meneses se le fue con Juarbe Juarbe para Cuba en el 1949

Todo esto se agravó al irse mudando las fábricas para pagar salarios miserables, y el gobierno siguió empleando gente en su voracidad de votos. Aquellas lluvias traen estos lodos. Y no vengan con lo de las 936. Eso fue en el 97, cuando el presidente Clinton se dedicó a cuadrar el presupuesto eliminando el mantengo corporativo y los rotos de escape contributivos como la exención de impuestos a las ganancias de las industrias establecidas en la colonia. Nos dieron 10 años, pero las administraciones de la señora y del acusado nada hicieron. Y poco podían hacer con una economía colonial, inestable e insegura.

La culpa del ejercicio del poder absoluto del Congreso sobre el territorio de Puerto Rico mediante Promesa y la reafirmación de nuestra condición colonial, que han hecho los tres poderes constitucionales federales, es de la gula electoral que movió a los colonialistas a producir la enmienda que ha provocado este debacle fiscal. Nos hace falta una economía saludable que produzca empleos y genere confianza en los inversionistas. Eso no se consigue con la colonia inestable, por no ser permanente como la estadidad.

En vez de fomentar las instituciones de carreras cortas y empresas que emplearan a sus egresados, el gobierno metió más gente, embrollándonos más. En vez de fomentar institutos, colegios, liceos, etc., para instruir jóvenes para ocupaciones de servicios y de fomentar las empresas que los emplearían, siguió metiendo gente en nómina y embrollándonos más.

Ahora se han establecido, sin apoyo gubernamental, silvestremente, centros de enseñanza mediante becas y préstamos federales, de los que se nutren estas instituciones privadas.

Sus estudiantes nos dicen que: “Cuando me gradúe, me voy”. Todo porque en el territorio, en la colonia, no puede existir una economía saludable. Como no pueden volver a Collores, cambian su ‘jaquita baya’ por un asiento en JetBlue y se van para los estados de la Unión, donde siempre hay empleos. Y el resto de nosotros, endeudados hasta las orejas y colonizados hasta el tuétano.
De todos modos, hace tiempo que hay monitores federales en muchas agencias: la Policía, Corrección, Educación, etc. La deuda nos traga como se tragó al mostrenco el tremedal en

el último párrafo de Doña Bárbara: “con un chasquido de lengua golosa”. Acabemos con esta debacle votando por la estadidad el 11 de junio de 2017.