A falta de argumentos, las minorías que están en contra de la estadidad, resumen sus insultos en querer aparentar que el estadista es un eñangota’o de Estados Unidos. Normalmente, hacen referencia a pedido de fondos federales. Pero lo que algunos desconocen por la ignorancia de repetir al papagayo y otros por conveniencia, es que el estadista no mendinga fondos federales, el estadista exige lo que por igualdad y derechos nos corresponde.

La descolonización de Puerto Rico no puede centrarse meramente en un tema económico, sino de derechos civiles y humanos. Los estadistas le exigimos al Congreso que como ciudadanos americanos tengamos los mismos derechos y condiciones que los ciudadanos americanos que residen en los 50 estados. Los estadistas exigimos nuestra representación con voz y voto en el Congreso y que tengan que venir los candidatos presidenciales a convencerlos y comprometerse con nosotros, por nuestro voto. El estadista exige que se le reconozcan los beneficios al veterano puertorriqueño de la misma forma que al veterano californiano.

El estadista reconoce que este status colonial es indigno e inmoral y le exige a Estados Unidos que no puede seguir hablando de democracia sobre asuntos como Venezuela y Cuba, mientras a los ciudadanos americanos que residimos en Puerto Rico, nos mantiene colonizados, cobijados por leyes aprobadas por políticos que no nos representan. El estadista lleva exigiendo ésto durante años pero no es hasta esta década que por fin somos la mayoría de pueblo.

En medio de la lucha por el voto de las mujeres en Estados Unidos que lograron en el 1920, decía la líder feminista, Susan B. Anthony: “Ahora que, como resultado de la lucha por la igualdad de oportunidades, de manera que donde pueda acudir un hombre a ganarse un dólar honradamente también pueda ir una mujer, no hay forma de rebatir la conclusión de que ésta tiene que estar investida de igual poder para poderse proteger. Y ese poder es el voto, el símbolo de la libertad y de la igualdad, sin el cual ningún ciudadano puede estar seguro de conservar lo que posee y, por lo tanto, mucho menos adquirir lo que no tiene”. Y es que para poder tener progreso y bienestar tú tienes que tener el poder de decidir por quienes gobiernan. El status colonial ya no tiene cabida en nuestra historia y no debe seguir siendo la ruta hacia nuestro futuro. Como mismo las mujeres tuvieron que exigirlo y luchar por su voto, como mismo los negros tuvieron que exigir y luchar por sus derechos. Esta es la oportunidad de que exijamos los mismos derechos para los 3.5 millones de ciudadanos americanos que viven en este archipiélago borincano.

Si para tí el que las mujeres y los negros lucharan por sus derechos era ser un eñangota’o, pues es tu opinión. ¿Para mí? Eñangota’o es aquel que en medio de un proceso de consulta al pueblo pretenda crear un boicot y no resolver el problema desde su raíz del colonialismo. Eñangota’o es aquel que sigue detrás de los líderes políticos que no quieren hablar de status pero son los primeros que van a Estados Unidos a pedir salvavidas y ayudas por cada problema que enfrentamos. Eñangota’o es aquel que prefiere conformarse con el status actual y poner en riesgo hasta nuestra ciudadanía americana. Y si el próximo domingo, 11 de junio, prefieres quedarte en tu casa antes que enviarle un mensaje al Congreso de que por fin nos definimos para la descolonización y admisión del estado de Puerto Rico, pues sí, el eñangota’o eres tú.

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