Hoy celebraremos el plebiscito para votar sobre el futuro de los hijos de esta tierra nuestra. Usted o votará o traicionará a todos los puertorriqueños quedándose en su casa, yendo a la playa o cometiendo cualquier otro pecado contra los hijos, los abuelos así como contra los puertorriqueños que más necesitan de la estadidad. Más que un pecado mortal, se trataría de un pecado capital. Tanto si no vota como si vota a favor de que Puerto Rico siga siendo una colonia (“territorio”, como lo llama la Constitución federal). ¿Por qué? Sencillo. Si Puerto Rico sigue siendo un territorio colonial, el Congreso nos podría sacar de los Estados Unidos en cualquier momento (como hizo con Filipinas en 1946) especialmente ahora, que somos una carga fiscal y sin valor estratégico alguno. Ello conllevaría la pérdida de Medicare, Medicaid (“reforma”), Sección 8, Becas Pell, préstamos estudiantiles, fondos para mantenimiento de residenciales, asignaciones para educación regular y especial, carreteras, hospitales y muchos planes y ayudas federales.
Claro, usted es libre por dentro y puede decidir votar por la inferioridad del territorio-colonial, cometiendo ese pecado capital en contra de pobres, estudiantes, ancianos, enfermos y desvalidos: los que más necesitan su voto. Si no le da vergüenza, puede no votar o votar por la colonia. Si no se avergüenza, los demás nos avergonzaremos en su nombre. Pero, le exhorto a votar pensando en los puertorriqueños: los que tienen menos que usted y necesitan más que usted que se dé esa socialdemocracia que impera en los estados.
Además, no somos ciudadanos americanos de verdad: los puertorriqueños somos ciudadanos americanos solo cuando residimos en los estados. Cuando estamos en nuestra tierra somos merossúbditos porque tenemos que obedecerles a unos soberanos (el presidente y el Congreso) por los cuales no tenemos derecho de votar.
No podemos hacer una revolución con las armas, pero sí sublevarnos mediante el uso del medio más potente en una democracia: el voto, y después de ese voto de hoy enviar a Washington a los representantes y senadores interinos que nombre el gobernador y la Legislatura ratifique, a tenor con la recién aprobada Ley del Plan Tenesí, que les permitirá trasladarse al Congreso, a la Casa Blanca y, sobre todo, a la prensa mundial, dándole enorme publicidad al hecho de que esta colonia del Caribe exige los mismos derechos de los cuales disfrutan los residentes de los 50 estados. Declararíamos a Puerto Rico una colonia en estado de rebelión democrática, así como lo hicieron Pensilvania, Massachusetts, Kentucky y varios otros.
Si hacemos todo esto habremos colocado al gobierno de los Estados Unidos en una situación muy difícil
ante la comunidad internacional. Las autoridades federales tendrán una sola salida: cumplir con la voluntad de los puertorriqueños y admitirnos, de inmediato, como un estado de la unión con todos los derechos y responsabilidades que ello implica. Ello estará en perfecta armonía con la Constitución federal y con los principios democráticos que dieron vida a la nación: la igualdad de los derechos de los seres humanos y el cumplimiento del gobierno con la voluntad de su gente.
Hoy, 11 de junio, ¡muévete, vota y exige! para que el Congreso y el presidente reconozcan nuestro derecho a la igualdad admitiendo a Puerto Rico a la unión.
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