FIRME LLENANDO LA FORMA ARRIBA – AwareCitizens.org

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FIRME LLENANDO LA FORMA ARRIBA

 

AwareCitizens.org

 

http://www.awarecitizens.org/puerto-rican-equality.html

​de segunda clase reclamaron su derecho de reconocimiento: los varones que no poseían propiedades, los descendientes de los esclavos, las mujeres, los jóvenes de edad militar, los veteranos, los envejecientes, los inmigrantes, los creyentes y no-creyentes religiosos, la gente de diversa orientación sexual, todos han logrado grandes adelantos en la búsqueda de derechos iguales plenos, inclusión y participación. . . excepto los puertorriqueños. El pueblo de Puerto Rico ha sido ciudadano americano por un siglo, pero siguen condenados a ser ciudadanos de segunda clase.

En una democracia, no hay lugar para ciudadanos de segunda clase. La democracia es el gobierno por el consentimiento de los gobernados por lo que la democracia se convierte en una mera fachada si los individuos son privados del derecho al voto. Por su propia naturaleza, los derechos civiles

«End Second-Class    Citizenship»

​no son contingentes al deseo de los demás si que descansan exclusivamente en la voluntad del individuo quien puede o no decidir reclamar el derecho. El derecho no tiene que ser aprobado por una mayoría en un evento electoral, asi como la práctica religiosa no se somete a voto. Todas nuestras libertades son individuales, así como nuestros derechos civiles, razón por la cual ninguno de los reclamos de derechos civiles se somete al voto popular.

Sin embargo, en el caso de Puerto Rico, se esgrimen argumentos electorales para sofocar el derecho de los ciudadanos americanos individuales que desean representación en el Congreso y claman por el derecho a votar por el presidente que puede enviar a sus hijos a la guerra. Aquellos que no deseen ejercer sus derechos están libres para no usarlos, pero no tienen derecho alguno de obstruir la voluntad de quienes desean hacerlo.

De todos los grupos que claman por igualdad de derechos, los puertorriqueños han sido los únicos que han ido a las urnas y la igualdad ha ganado dos veces en la última década. Las personas que reclaman la plenitud de sus derechos no pueden ser rehenes de aquellos que tienen temor a competir con la Estadidad para luego alegar que el resultado no es válido debido a la reducida participación en una elección especial. Si ese argumento fuere suficiente para invalidar un resultado, entonces casi todos los congresistas han sido electos ilegítimamente, principalmente en las elecciones de medio término. De hecho, el presidente fue electo con el 25.6% de la población elegible para votar y un porcentaje similar ha sido suficiente para elegir a aquellos que le han precedido.

En la tradición americana, solo los que votan cuentan. Los resultados no se cuestionan basados en la tradicional apatía de elecciones de medio-término o por retraimiento de los que intuyen que habrán de perder. En el caso específico de Puerto Rico, las listas electorales incluyen todos los inscritos – votaran o no – por los últimos nueve años, precisamente el periodo en que cientos de miles de puertorriqueños emigraron para vivir en un estado, y aun así nadie estuvo dispuesto a competir con la Estadidad. En estos momentos, hay más puertorriqueños viviendo en los estados que en el territorio. Esa tendencia debe de revertirse y la Estadidad es el único antídoto a la emigración masiva.

El hecho esencial es que los derechos civiles no son contingentes a los resultados electorales. Son de naturaleza personal e individual. El derecho a votar de las personas de todas las razas y etnias, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres, creyentes y no-creyentes, no puede ser cuestionado ni sujeto a la aprobación en las urnas. El Congreso cuestionar la validez del plebiscito por tasas de participacion es equivalente a cuestionar la elección de sus propios miembros.

Demandamos que los derechos de otros sectores de la sociedad sean reconocidos. También demandamos que los derechos individuales de los puertorriqueños sean reconocidos de igual forma, a ser usados o no utilizados a discreción de cada individuo y de esa forma esforzarnos por lograr los propósitos originales de la nación. ​

males with no property, the descendants of slaves, women, military age youth, veterans, the elderly, immigrants and their descendants, religious believers and non-believers, people of various sexual orientations, all have made great strides in their quest for full equal rights, inclusion and participation … all except Puerto Ricans. The people of Puerto Rico have been American citizens for one century and are still condemned to be second-class citizens.

​In a democracy, there is no place for second-class citizenship. Democracy is government by the will of the governed so democracy becomes a mere façade if individuals are deprived of their right to vote. By their very nature, civil rights are not contingent on the will of others but rests exclusively on the will of the individual who may or may not decide to claim it. It does not have to be approved by a majority in an electoral event, nor is religious practice put to a vote. All

I ENDORSE PUERTO RICO’S DEMAND FOR EQUALITY IN STATEHOOD

I Demand Full Citizenship Rights for

Residents of Puerto Rico

our freedoms are individual and so are our civil rights, the reason why none of the civil right claims are subject to popular vote.

Yet in the case of Puerto Rico, electoral arguments are wielded to suffocate the rights of individual American citizens who want representation in Congress and claim the right to vote for the President that can send their kids to war. Those who do not want to exercise that right are free not to use it but do not have any right to obstruct the will of those who do.

Of all groups claiming full citizenship rights, Puerto Ricans are the only ones that have gone to the polls and equality has won twice in the last decade. People who claim full rights cannot be held hostage by those who are too afraid to compete with Statehood and then claim the results are not valid because of reduced participation in a special election. If that argument were enough to invalidate a result, then most congressmen would have been illegitimately elected, mainly in mid-term elections. As a matter of fact, the President was elected with 25.6% of the eligible population and a similar percentage was enough to elect those who preceded him.

In the American tradition, only those who vote, count. Results are not questioned based on traditional apathy of mid-term elections or boycotts of those who realize they would lose. In the specific case of Puerto Rico, the electoral lists include all who voted in the last nine years, precisely the period when hundreds of thousands emigrated to live in a State, and still nobody was willing to compete with Statehood. Right now, there are more Puerto Ricans living in the states than in the territory. We want to reverse the tendency and Statehood is the only antidote to mass migration.

The essential fact is that civil rights are not contingent on electoral results. They are of a personal and individual nature. The right to vote of people of any race and ethnicity, of men and women, of young and old, of rich and poor, of believers and non-believers cannot be questioned nor subject to approval at the polls. For a Congress to question the results of the Puerto Rican plebiscite is equivalent to questioning the election of its own members.

We demand that the rights of other sectors of society be recognized. We further demand that the individual rights of Puerto Ricans be similarly recognized, to use or not to use at the will of each individual, and thus strive to achieve the original purpose of this nation.

Looking out for you

Los Estados Unidos se establecieron para procurar la igualdad para todos y combatir el colonialismo, mas durante toda su historia ha tenido que luchar por la consecución de sus propósitos, La igualdad se convirtió en una virtud elusiva.

Con el pasar del tiempo, más y más ciudadanos

The United States was established to seek equality for all and to oppose colonialism, yet throughout its history it has struggled to achieve its purpose. Equality became an elusive virtue.

​As time went by, more and more second-class citizens claimed their rightful place in society:  ​​

We Must End Second Class Citizenship Once And For ALL

DEMAND

EQUALITY

Equality with Statehood is endorsed by:

  • The Governor of Puerto Rico (Democrat)
  • Puerto Rico’ sole representative in Congress (Republican)
  • The Senate of Puerto Rico
  •  The House of Representatives of Puerto Rico
  • The Republican Party of Puerto Rico
  •  The Democratic Party of Puerto Rico
  • And the People of Puerto Rico in two plebiscites in 2012 and 2017

Please sign the Equality Petition of Puerto Ricans.

Sponsor: AwareCitizens.org/EqualityPetition

To be sent to:
The Puerto Rico Equality Demand will be sent to the President and Vice President of the United States, members of the Senate and the House of Representatives, the media and others.

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​de segunda clase reclamaron su derecho de reconocimiento: los varones que no poseían propiedades, los descendientes de los esclavos, las mujeres, los jóvenes de edad militar, los veteranos, los envejecientes, los inmigrantes, los creyentes y no-creyentes religiosos, la gente de diversa orientación sexual, todos han logrado grandes adelantos en la búsqueda de derechos iguales plenos, inclusión y participación. . . excepto los puertorriqueños. El pueblo de Puerto Rico ha sido ciudadano americano por un siglo, pero siguen condenados a ser ciudadanos de segunda clase.

En una democracia, no hay lugar para ciudadanos de segunda clase. La democracia es el gobierno por el consentimiento de los gobernados por lo que la democracia se convierte en una mera fachada si los individuos son privados del derecho al voto. Por su propia naturaleza, los derechos civiles

«End Second-Class    Citizenship»

​no son contingentes al deseo de los demás si que descansan exclusivamente en la voluntad del individuo quien puede o no decidir reclamar el derecho. El derecho no tiene que ser aprobado por una mayoría en un evento electoral, asi como la práctica religiosa no se somete a voto. Todas nuestras libertades son individuales, así como nuestros derechos civiles, razón por la cual ninguno de los reclamos de derechos civiles se somete al voto popular.

Sin embargo, en el caso de Puerto Rico, se esgrimen argumentos electorales para sofocar el derecho de los ciudadanos americanos individuales que desean representación en el Congreso y claman por el derecho a votar por el presidente que puede enviar a sus hijos a la guerra. Aquellos que no deseen ejercer sus derechos están libres para no usarlos, pero no tienen derecho alguno de obstruir la voluntad de quienes desean hacerlo.

De todos los grupos que claman por igualdad de derechos, los puertorriqueños han sido los únicos que han ido a las urnas y la igualdad ha ganado dos veces en la última década. Las personas que reclaman la plenitud de sus derechos no pueden ser rehenes de aquellos que tienen temor a competir con la Estadidad para luego alegar que el resultado no es válido debido a la reducida participación en una elección especial. Si ese argumento fuere suficiente para invalidar un resultado, entonces casi todos los congresistas han sido electos ilegítimamente, principalmente en las elecciones de medio término. De hecho, el presidente fue electo con el 25.6% de la población elegible para votar y un porcentaje similar ha sido suficiente para elegir a aquellos que le han precedido.

En la tradición americana, solo los que votan cuentan. Los resultados no se cuestionan basados en la tradicional apatía de elecciones de medio-término o por retraimiento de los que intuyen que habrán de perder. En el caso específico de Puerto Rico, las listas electorales incluyen todos los inscritos – votaran o no – por los últimos nueve años, precisamente el periodo en que cientos de miles de puertorriqueños emigraron para vivir en un estado, y aun así nadie estuvo dispuesto a competir con la Estadidad. En estos momentos, hay más puertorriqueños viviendo en los estados que en el territorio. Esa tendencia debe de revertirse y la Estadidad es el único antídoto a la emigración masiva.

El hecho esencial es que los derechos civiles no son contingentes a los resultados electorales. Son de naturaleza personal e individual. El derecho a votar de las personas de todas las razas y etnias, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres, creyentes y no-creyentes, no puede ser cuestionado ni sujeto a la aprobación en las urnas. El Congreso cuestionar la validez del plebiscito por tasas de participacion es equivalente a cuestionar la elección de sus propios miembros.

Demandamos que los derechos de otros sectores de la sociedad sean reconocidos. También demandamos que los derechos individuales de los puertorriqueños sean reconocidos de igual forma, a ser usados o no utilizados a discreción de cada individuo y de esa forma esforzarnos por lograr los propósitos originales de la nación. ​

males with no property, the descendants of slaves, women, military age youth, veterans, the elderly, immigrants and their descendants, religious believers and non-believers, people of various sexual orientations, all have made great strides in their quest for full equal rights, inclusion and participation … all except Puerto Ricans. The people of Puerto Rico have been American citizens for one century and are still condemned to be second-class citizens.

​In a democracy, there is no place for second-class citizenship. Democracy is government by the will of the governed so democracy becomes a mere façade if individuals are deprived of their right to vote. By their very nature, civil rights are not contingent on the will of others but rests exclusively on the will of the individual who may or may not decide to claim it. It does not have to be approved by a majority in an electoral event, nor is religious practice put to a vote. All

I ENDORSE PUERTO RICO’S DEMAND FOR EQUALITY IN STATEHOOD

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Residents of Puerto Rico

our freedoms are individual and so are our civil rights, the reason why none of the civil right claims are subject to popular vote.

Yet in the case of Puerto Rico, electoral arguments are wielded to suffocate the rights of individual American citizens who want representation in Congress and claim the right to vote for the President that can send their kids to war. Those who do not want to exercise that right are free not to use it but do not have any right to obstruct the will of those who do.

Of all groups claiming full citizenship rights, Puerto Ricans are the only ones that have gone to the polls and equality has won twice in the last decade. People who claim full rights cannot be held hostage by those who are too afraid to compete with Statehood and then claim the results are not valid because of reduced participation in a special election. If that argument were enough to invalidate a result, then most congressmen would have been illegitimately elected, mainly in mid-term elections. As a matter of fact, the President was elected with 25.6% of the eligible population and a similar percentage was enough to elect those who preceded him.

In the American tradition, only those who vote, count. Results are not questioned based on traditional apathy of mid-term elections or boycotts of those who realize they would lose. In the specific case of Puerto Rico, the electoral lists include all who voted in the last nine years, precisely the period when hundreds of thousands emigrated to live in a State, and still nobody was willing to compete with Statehood. Right now, there are more Puerto Ricans living in the states than in the territory. We want to reverse the tendency and Statehood is the only antidote to mass migration.

The essential fact is that civil rights are not contingent on electoral results. They are of a personal and individual nature. The right to vote of people of any race and ethnicity, of men and women, of young and old, of rich and poor, of believers and non-believers cannot be questioned nor subject to approval at the polls. For a Congress to question the results of the Puerto Rican plebiscite is equivalent to questioning the election of its own members.

We demand that the rights of other sectors of society be recognized. We further demand that the individual rights of Puerto Ricans be similarly recognized, to use or not to use at the will of each individual, and thus strive to achieve the original purpose of this nation.

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