Por Franklin D. López
Periodista, Escritor, Empresario y Preso Político
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“Muchas veces el hombre teme a la oscuridad. Pero lo que es más preocupante es cuando le teme más a la luz.” Platón
¡Me atacó y me tumbó! ¡Un virus de 24 horas! La ofensiva comenzó con
un caldo caliente de gallina, hecho con cilantro, recao, cebolla, ajíes dulce y pimiento verde. Luego para rematarlo un té de gengibre y listo para seguir la lucha.
La noticia de la convicción de Luis Ignacio Lula da Silva me conmovió. Proyectaba ser un gobernante honeto, nacido de una familia pobre, líder sindical y luego presidente de Brasil. Odebrecht, la compañía de construcción de infraestructura estableció una red
comenzando por Brasil y extendiéndose por toda la America Litina como un cáncer agresivo atrapando en la oscuridad de la sombra de corrupción a ministros y presidentes. A pesar de mi asombro, sabía que la corrupción es quizás la más antigua de las conductas desde que el primer hombre comenzó a pensar. (Ver la “Inmortalidad de la Corrupción” en http://www.franklindelanolopez.com ).
En el territorio colonial entre más cambian las cosas más permanecen iguales. Llevo más de 300 dias exigiendo que los miembros de la Junta de Supervisión Fiscal Federal cumplan con los requisitos de la Ley Federal de Ética en hacer público sus estados financieros. La perseverancia e
insistencia comenzaron agrietar la postura de revelar la información financiera de sus miembros y los posibles conflictos de intereses. Sin embargo en las dos ocasiones que han dado información sobre sus finanzas personales no han cumplido ni con el espíritu ni la letra de la Ley Federal de Etica sección 5 U.S.C. app. § 103. Filing of reports. ¿Por qué arrastran los pies cuando se supone que sus siete miembros den cátedra de integridad y pulcritud en el desempeño de sus funciones? ¿Por qué te lo esconden?
Pero más agravante es la información publicada por la prensa tradicional de que la Junta de 
Supervisión Fiscal gastó en los primeros seis meses del 2017 nada más y nada menos que $52.4 millones de dólares de fondos públicos de recursos de un Pueblo en crisis y en quiebra en gastos de abogados. Sencilla y llanamente le rompieron el récord de los $45 millones a Lisa Donahue que los cobró en 19 meses. Ahora bien, lo peor es que la Junta de Supervisión Fiscal no ha revelado cuánto y a quiénes se le desembolsaron esa astronómica cantidad de millones y la timidez de la prensa es vomitiva al no exigirle que cumplan con la ley y hagan público el gastos en sus detalles como sus estados financieros. Aún más se levanta la bandera roja de que el bufete de la Junta de Supervisión Fiscal uno de sus socios en Pedro Pierluisi, cuñado de José Carrión III. Alguien una vez dijo que se miente y se encubre cuando se guarda silencio y peor aún la pasividad hace accesorio y culpable aquellos presencian violaciones de leyes y crímenes y no hacen nada.
La corrupción que ha arropado a la America Latina con los casos de la empresa Odebretch y muchos otros también ocurre en Puerto Rico. Su intensificación ocurrió cuando se creó en la transacción de Luis Muñoz Marín a la de Roberto Sánchez Vilella del Club de los 600. Este grupo lo componían empresarios y donantes importantes que buscaban inmunizarse y obtener favores del gobierno de turno del Partido Popular. Bajo la administración de Rafael Hernández Colón se trajeron empresas de España que hicieron, unidos “amigos del alma” negocios conjuntos en el territorio como el puente sobre la Laguna San José; la venta de Telefónica Larga Distancia a Telefónica de España; el Pabellón de Sevilla y muchas otras más. El gran fiasco de los $ mil-200
millones perdidos de las comunidades especiales bajo Sila María Calderón. El Puerto de Ponce bajo Aníbal Acevedo Vilá que costó más de $ 300 millones y se pudre en el olvido.
Luego se extendió al Partido Nuevo Progresista con los Empresarios con Rosselló. La construcción del Tren Urbano a un costo de más de $ 2.4 billones con múltiples órdenes de cambio de decenas de millones. Más adelante en la administración de Fortuño con el Tren sobre Ruedas que se anunció que costaría $ 52 millones y terminó en $ 92 millones y fracasó; el molino de viento de la Kennedy una chatarra de GAMESA que se le vendió a la AEE por $5.4 millones; la emisión de más de $15-mil millones en
bonos en la que participó UBS dónde trabajaba el hermano de Fortuño.
La última administración del Partido Popular hizo una emisión de $3 mil-500 millones con proyecciones y estados financieros falsos; contratos multi-millonarios a múltiples donantes a sus campaña con precios inflados; propiedad pública regalada al hermano del gobernador que le aprobó a la alcaldesa un préstamo de $330 millones del quebrado Banco Gubernamental de Fomento.
Ahora vienen los grandes escándalos del Municipio de Toa Baja y el de Guaynabo. Las agencias Federales de ley y orden trabajan afanosamente para procesar a los responsables del desfalco de decenas de millones de dólares de
fondos públicos. Usando testaferros, pagando facturas sin haber ni productos, ni obras o servicios para justificarlos. Pagando altos salarios y contratos exigiendo una mordida mensual del pago y tantas otras formas de conductas oscuras e ilegales. Es una sub-cultura que se ha apoderado del gobierno, tanto territorial como municipal.Ejecutivos insulares y municipales rodeados de aduladores que los embriagan con sus espesas mieles que los llevaran a un abismo sin salida. Es una sub-cultura que trabaja en la oscuridad y poco a poco quedarán atrapados en sus propias sombras. La mayoría de los grandes actos de corrupción pública están sin destapar. Aquellos que los cometieron creen en sus pobres y perversas mentes que podrán enterrar la verdad en el olvido. La verdad es como el agua que poco a poco atraviesa hasta las piedras y aflora tarde o temprano. ¡Pero aunque aflore la verdad la impunidad se impone y se encarcelan a las sardinas y no a los tiburones!
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