El legendario Raúl Castro, ya en sus ochenta y seis años de edad, se prepara para dejar la presidencia de su país aunque seguirá presidiendo el Partido Comunista de Cuba; único partido legal en la isla. Quedan pocos de los que comenzaron con él en la guerrilla que los llevó al poder el 1 de enero de 1959 y que comenzó con el ataque al Cuartel Moncada en 1953 para terminar con una estrategia de lucha desde la Sierra Maestra. De la vieja guardia, además de Raúl, quedan José Ramón Machado Ventura, Ramiro Valdés, Ramón Espinosa Martín y Guillermo García Frías, entre otros. De la famosa foto que publicara en 1957 The New York Times de los combatientes cubanos, luego de la visita del periodista Herbert Matthews, solo quedan vivos; Raúl, Ramiro y García Frías.

Los cincuenta y ocho años que han pasado desde que los rebeldes alcanzaran el poder han demostrado que Cuba se ha detenido en el tiempo. Por décadas el Estado lo dominaba y controlaba todo. Nada se podía hacer fuera de los alcances del gobierno, que con sus tentáculos entraba en todos los espacios de la vida pública y privada, en un país que su primera fuente de poder y de derecho, digámoslo así también, es el omnímodo Partido Comunista de Cuba.

Implacable en algunos momentos, cuando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias se trataba y cuando el juicio al General Arnaldo Ochoa en 1989, que resultó en la culpabilidad y fusilamiento del General, y flexible en otras como cuando dijo que hay que: “Cambiar todo lo que deba ser cambiado”, Raúl Castro ha comenzado a implantar una paulatina apertura económica bajo su mandato que incluye eliminar las restricciones de viajes para los cubanos, estimular la inversión extranjera e ir implantando mecanismos de mercado, como la privatización de pequeñas fincas agrícolas y con derecho a organizarse sindicalmente entre ellos mismos.

El hombre que fue comunista desde joven, que viajó en el Granma y que luchó por poco más de dos años una guerrilla desde las montañas para destronar a la dictadura de Batista, que adoptó, junto a su hermano, la frase “Patria o Muerte”, que fue de los principales arquitectos y ejecutores de la Operación Carlota, como fue la incursión militar cubana en Angola –sin contar la actividad cubana por toda Latinoamérica-, lidera una apertura donde el turismo se ha convertido en la primera fuente de empleos y divisas, convirtiendo a Cuba en una potencia hemisférica en esta actividad económica.

Raúl, que vivió y operó toda su vida a la sombra de su hermano Fidel, y del que poco se sabía porque todas las biografías eran sobre su hermano, ya comienza a ser estudiado y analizado por historiadores y analistas de la geopolítica y las luchas de poder como lo demuestran las excelentes biografías: Arturo López-Levy, Raúl Castro and the New Cuba: a Close-up view of change; Hal Klepak, Raúl Castro: estratega de la defensa revolucionaria de Cuba y Nikolai S. Leonov, Raúl Castro: un hombre en revolución. Este último de un exagente de la KGB que conoció a Raúl en 1953 en un viaje por barco a México y que tuvieron una amistad de toda una vida, y fungió por muchos años como el enlace entre Moscú y la Habana.

El legado de Raúl Castro será de apertura económica con tolerancia tenue en lo político. Sin embargo, el unipartidismo seguirá incólume en la mayor de las Antillas. Se espera que estos cambios sean seguidos por el posible sucesor del viejo comandante; Miguel Díaz-Canel Bermúdez, convirtiéndose este en presidente a partir de principios de 2018, que sería el año clave cuando la generación que nació luego del triunfo de la Revolución asuma, de una vez, las riendas del país.       Marioramos