Ha sido un gran acierto que, armado del resultado de los dos recientes plebiscitos se haya podido legislar para seleccionar siete personas que, a manera de senadores y representantes federales, se presenten a Washington a reclamar nuestro derecho a estar representados en el Congreso que nos gobierna, así como el voto presidencial y la igualdad en derechos y obligaciones que nos corresponde.

Después de la promesa de la Junta, y de la decisión del Supremo en el caso de la quiebra criolla de que Puerto Rico ha sido un territorio desde 1898, no necesitamos más prueba de nuestra inferioridad política. Se trata de abrir un segundo frente para complementar el primero, que es el de tener el control del gobierno insular.

El problema es que los dictámenes de la Junta tendrán que ser instrumentados por este gobierno. Muchas de las medidas, como despidos y eliminación de beneficios, serán dolorosas. Y el pueblo, si no se les explica, le echará la culpa al Gobernador y a los legisladores. Si el primer frente se pierde, y claro, se pierde el segundo, se pierde la guerra.

Ayer, caminando por la calle Loíza, me encontré con dos señoras que han sido dirigentes de un sector aledaño. Se me quejaron de que el Gobernador y los legisladores han abandonado a los empleados públicos, a los jubilados, y al Pueblo en general y, sobre todo, al liderato de base. “No se nos explica y se la pasan peleando por puestos. No han hecho nada para devolvernos lo que los populares nos quitaron, o sea, con el IVU y los demás impuestos.

La falta de explicación al Pueblo, de orientación y de “cariño a la base” pueden hacer que se vaya creando una mayoría contra el PNP que termine derrotándolo en el primer frente, y perdiendo el segundo. Porque aquí ya no se vota a favor sino en contra. De ahí que hayamos tenido cuatro gobernadores de un solo término en los últimos 16 años.

Los legisladores, el Gobernador, en fin, la cúpula del Gobierno y del partido deben dedicarse a lograr que la gente se dé cuenta que este Gobierno está echando el resto para suavizar las medidas que ordena la Junta para corregir el estado ruinoso en que nos dejaron los gobiernos anteriores endeudándonos hasta el cuello en virtud por préstamos obtenidos por múltiples agencias gubernamentales y por las autorizadas por las enmiendas constitucionales que desde Muñoz Marín posibilitaron los préstamos para emplear gente en el gobierno y comprar votos desde que las empresas empezaron a irse para lugares de salarios bajos en los años ‘60, sobre todo para China, Pakistán, Centro América, etc.

Después de todo, muchas de las cosas que la Junta propone pueden ayudarnos a mejorar nuestra economía y pueden incluirse en la ley de admisión como parte de los poderes residuales del Congreso. Por lo tanto, no haría falta la Junta, que, comoquiera, no estaría permitida bajo la Estadidad. Aparte de todos ellos, es imperativo que remodelemos nuestra economía convirtiéndola en una de servicios y tecnología mediante la utilización de préstamos y becas Federales.

Para hacer todo esto posible, es indispensable que los sordos empiecen a oír al Pueblo y que los mudos comiencen a hablarle a este, a explicarle y a defender al Gobierno. Y, por supuesto, a portarse decentemente con los fondos públicos. El PNP debe darle “cariño a la base”, e ilustrarla. Si no se hace esto, díganle adiós a ambos frentes y carguen con la culpa de un Puerto Rico que continuará en las mismas de ahora: arruinado y sumido en el coloniaje.