Capitolio
Foto: EL VOCERO/ Archivo

Un reciente libro, que debería ser lectura obligada por todos, ha llegado a los estantes de las librerías: La Libre Asociación como es. Escrito a cuatro manos por tres académicos y un abogado: Gladys

La Plataforma del PPD es Separación Chavista/Marxista con Fondos Federales.

Escalona, Juan R. Fernández, José Ortiz Daliot y Ángel Israel Rivera. En la discrepancia marcada que

tengo puedo decir que son todos serios y de vasta honradez intelectual, y de los pocos que han tratado este tema. En el pasado, el querido amigo ya fallecido, Juan Manuel García Passalacqua, Luis Vega Ramos, Néstor Duprey y Ramón Luis Nieves, entre otros, hicieron interesantes publicaciones.

Creo que de las tres alternativas de estatus que tienen los puertorriqueños de la que menos información tienen y más dudas poseen es de la libre asociación. No porque sea la más nueva de todas, pues adquiere carta de ciudadanía en el derecho internacional mediante la Resolución 1541 (XV) de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas el 15 de diciembre de 1960, sino porque algunos de los conceptos que se elaboran en torno a ella son un tanto difusos.

El PPD sigue mintiendo con el ELA como República Bananera Chavista que le controle la Ciudadanía a USA. El ELA es Peor de lo Peor – No han podido definirlo en 62 años – El ELA Soberano es la República Bananera y regresar al Componte, a ser como Haití.

Distinto a la independencia y la estadidad, que son corrientes que se originan a principios del siglo XIX y que, en términos generales, han tenido un mismo discurso a través de los años, pues en ambas están delimitados los conceptos que las definen, la libre asociación ha elaborado su discurso sobre unas experiencias que se han dado en el Pacífico que al estudiar su origen y evolución vemos que son en circunstancias disímiles a nuestra realidad actual.

El libro, escrito en lenguaje sencillo para el entendimiento del menos ducho en la materia y sin escamotear la verdad, esboza unos argumentos que, a mi juicio, hacen de esta alternativa la más difícil de todas. En la mesa de negociación estarían los fondos federales que se reciben ahora; becas Pell, Programa de Asistencia Nutricional (PAN), Plan 8 de viviendas y el Medicaid.

También las leyes laborales, ambientales y hasta el servicio de correos. Este último considerado por editores, libreros y personas del mundo del libro, muchas de ellas de afiliación independentista, como el mejor correo del mundo. Los autores sostienen que muchas de esas cosas, igual que la ciudadanía americana, se discutirían por ambas partes en la mesa de negociación.

Hay que cerrarle la puerta a la Separación. El que crea que USA le cederá el control de su Ciudadana a una Nación Chavista Extranjera, está delirando.

Una crítica que hacen los autores a la actual condición política fue cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos, México y Canadá, donde los mexicanos y el estado de Tennessee pudieron defender sus productos; el primero el tequila y el segundo el whisky. Es fácil discernir que en el caso de Tennessee los dos senadores que representaban al estado en ese momento influyeron decisivamente, pues es en dicho cuerpo legislativo donde se ratifican los tratados que los Estados Unidos firman con otras naciones.

El problema que tiene la libre asociación es la figura de la “negociación.” En una mesa donde estén ambas partes Puerto Rico tendría una desventaja considerable, pues los Estados Unidos enviarían a funcionarios de tercer nivel a discutir las cláusulas de un posible pacto. Por ser esta nación la mayor potencia mundial de la historia, con intereses geopolíticos y económicos en cada rincón del planeta, la relación entre ambas partes sería abismalmente asimétrica. Más que negociación sería una petición, donde la parte más fuerte decide si acepta o no. Los intereses de Washington serían considerados primero, y de acuerdo a ellos es que podría llegarse a algún tipo de acuerdo. A esto hay que agregarle que Puerto Rico es irrelevante en términos militares; Vieques lo sepultó.

Finalmente, por ser esta alternativa, distinta a la estadidad y la independencia, nueva en la historia, les toca a los historiadores adjudicar si ya es una corriente histórica en el espectro político nuestro.