Capítulo 1 – CRITERIOS ESTRATEGICOS

1. CRITERIOS ESTRATEGICOS

La política es esencial para la democracia, sin partidos no se puede canalizar el voto, sin el voto no se puede lograr la participación ciudadana, por lo que sin política no existe libertad individual, ni propiedad privada, ni libre comercio, ni respeto a los demás, que son esenciales para la democracia. La política es una competencia entre dirigentes de partidos, grupos o sectores de interés y electores. De esa forma la democracia ha sustituido la guerra armada. Para conocer de estrategia política y evitar la guerra, nada mejor que analizar la guerra.

En la democracia los conflictos se resuelven a través del voto. Quién más votos obtenga, gana la oportunidad de gobernar. Los principios de la democracia moderna se establecieron en la Constitución Americana (1776, hace muy poco) y las leyes que reglamentan el ejercicio del poder y la competencia. La guerra o la revolución es el último recurso de la competencia civilizada, del diálogo y de los compromisos. La política en la democracia actual sustituye a lo que era la guerra en la antigüedad.

Cuando el mundo resolvía (dirimía) sus conflictos con guerras, las condiciones del lugar donde se guerreaba, el terreno, el clima, la cantidad y calidad de los recursos, la disciplina, la moral de las fuerzas según fueran dirigidas por sus estrategas determinaban la victoria. El que vencía vivía y el que perdía moría. Así se determinaba la vida o la muerte, el ser de los que mandaban o sus esclavos.

Antes de la guerra, había que planificar y analizar las probabilidades de ganar o perder.

Sun Tzu consideraba cinco factores: El Objetivo, Las Circunstancias, El Terreno, El Líder y La Disciplina.

La guerra no comienza con las armas, sino en la mesa donde se analiza objetivamente la realidad, se diseña y se planifica la acción a seguirse. El paso inicial es la estrategia, las realidades de surgen las ideas, las que preceden a su implantación o realización.

En el cuartel es donde se debe realizar un análisis objetivo y racional de la situación de cada bando. Del análisis adecuado de esos factores dependerá si se gana o se pierde, al momento de la planificación y formulación de la estrategia. Por lo que es esencial conocerse y conocer al adversario. Saber cuál es una fuerza superior, en qué momento y en qué circunstancias. Para determinar quién tiene las mayores probabilidades de ganar.

Para lograr los objetivos es esencial evaluar si el pueblo tiene las mismas aspiraciones y prioridades a las del líder(es), por lo que estarían dispuestos a sacrificarse en la guerra, incluso hasta morir por lograr esos objetivos y aspiraciones. Si el pueblo (ciudadanía) se puede inducir y estar a favor a esa posible guerra. Si se justifica, si es razonable, si se puede explicar fácilmente a la ciudadanía y a los soldados el iniciar o responder en esa guerra. Si el pueblo se siente bien gobernado y que representa adecuadamente sus intereses, aceptará morir y sacrificarse por su líder, sino no.

También es si el objetivo es lo suficientemente importante, trascendental y valioso como para el costo y el riesgo que representará la guerra.

El momento, las circunstancias externas, el ambiente, el clima, la época, si influyen las estaciones del año o actividades cívicas, religiosas o deportivas especiales. Las condiciones en que se habrá de pelear la guerra u otros factores que puedan ser influyentes. El frío que pueda helar a los soldados o el calor que pueda causar enfermedades. Que sea en el momento, al tiempo adecuado. También si los soldados y ciudadanos están dispuestos y en su conveniencia ese momento.

El Terreno en términos de distancias, esfuerzos, sacrificios, dificultades en la movilización de soldados y equipos, aspectos de seguridad e incomodidades. Hay que conocer y analizar todas las opciones, para determinar si usan unas tropas u otras, unos equipos u otros. Lo que sea más ventajoso, si la caballería, infantería o guerrillas. Para estimar el número de tropas que se necesitan. Para escoger el mejor sitio para luchar o dispersarse.

Si existe el respeto suficiente a la autoridad y si son disciplinados los soldados y la población, si aceptan las órdenes del líder y sus dirigentes, en los distintos los niveles, grupos y sectores. Hay que tomar en cuenta la historia, la tradición, las costumbre, los hábitos, la información y la capacidad de convencimiento.

Entre la humanidad, la inteligencia y el valor, la humanidad es la más importante, que haya amor, convencimiento racional y emocional, momentun histórico, agradecimiento y disposición a sacrificarse entre la mayoría de los soldados y la ciudadanía. También la inteligencia que es la capacidad para planificar y realizar cambios de manera eficaz y rápida, en forma aceptable para la mayoría de los soldados y la ciudadanía. El valor es la habilidad, capacidad y disposición de aprovechar las oportunidades sin vacilar para asegurar la victoria.

El que los soldados y la ciudadanía estén entrenados para aceptar y actuar conforme a lo que decida el líder a través de la cadena de mando en todos los niveles organizacionales. El que se cuente con una respuesta adecuada, rápida y decidida de la gran mayoría. Que se sepa cual es y se acepte la cadena de mando y operacional. El que haya una buena organización donde cada cuál sepa lo que tiene que hacer, cómo y cuándo hacerlo y lo haga en forma completa. En forma clara y específica. Bien entrenados, capacitados y dispuestos. Acostumbrados y habituados a seguir las instrucciones. Donde se conozca y funcione el nivel jerárquico de cada jefe, sub-jefe, hasta el supervisor y el soldado. Donde por cada grupo no mayor de diez o veinte haya un encargado o supervisor. Con un orden similar al de los Centuriones, donde hay jefes de diez o escuadra, de cincuenta o pelotón, de cien o batallón, de quinientos y miles como división, comando o ejército.

También es que esté organizada la logística, para que supla de comida, materiales, equipos y refuerzos. Con los almacenes abastecidos con suficientes materiales para una guerra prolongada más allá de lo planificado.

Los recursos disponibles: el dinero, el equipo, las armas, las reservas, el número de las tropas disponibles.

Estos mismos factores hay que analizarlos en la oposición. Con esos criterios comparar y establecer cuál es la situación verdadera y anticipar los resultados. Con esa información se podrá determinar en forma racional y objetiva los cambios o modificaciones que se deben hacer para lograr los objetivos. Escoger a los mejores Generales, Jefes, Sub-Jefes, Supervisores y encargados que haya disponibles para realizar la Guerra. Y por último determinar el curso de acción a seguir, cómo, dónde y cuándo hacerlo. En la forma más detallada posible, preferiblemente por escrito.

¿Cuál tiene a su favor los factores que determinan si se considerará justa o injusta la acción militar general o parcial? ¿Cuáles son los Generales más capacitados y con mejores cualidades? ¿A qué bando le favorece el terreno, el clima, la época, el momentun de la historia y las circunstancias? ¿Cuál tiene mayores recursos humanos, materiales, equipos, armas y financiamiento? ¿Cuáles son las tropas más numerosas, mejor entrenadas, mejor equipadas y más disciplinadas? ¿Qué oficiales y soldados están mejor entrenados? ¿De quién es el sistema de recompensas y castigos más claro? Si las respuestas a esas preguntas es objetiva, racional, verídica, podrás saber quién será el vencedor.

Si inicias la guerra es para vencer. Si otro la inicia y no puedes vencer, trata de posponerla, realiza alianzas o negocia. En ninguna forma debes perder.

Si amenazas a tus soldados, que sea entendido, que sea en forma humana y necesaria, porque si entienden que es en forma cruel te perjudicará.

Analiza las ventajas y desventajas de pedir consejos. Antes de hacer la decisión muy pocos deben saber tus intenciones, sólo los imprescindibles. Debes pedir consejo sólo a quienes sea valioso o necesario su consejo y puedan aportar al análisis de la situación, pero asegurándote que guardarán el secreto. Si alguien no puede guardar el secreto envía a otro a pedir en forma hipotética el consejo. Que nadie que no sepa guardar secretos sepa tus intenciones.

Estudia, investiga la información disponible y necesaria.

Luego de tener la información necesaria, prepara un plan desde el principio hasta el final. Primero un plan general, con los resultados principales necesarios y al tiempo en que se deben cumplir cada fase, y luego año a año, mes a mes, semana a semana y día a día. Con las distintas variantes y planes suplementarios. Con espacio y tiempo para modificaciones y cambios que sean muy necesarios. De manera estratégica, incluyendo todo lo que sea ventajoso y lo que sea desventajoso para anticipar los resultados y actuar conforme a ello.

Recuerda que la guerra se gana no sólo con la fuerza sino con la astucia. Que no es sólo lo que hagas sino también lo que haga la oposición. El plan es principalmente para la ofensiva, sin olvidar la defensiva y debe incluir una posible retirada o negociación.

Una campaña militar implica astucia, conceder un poco más de crédito y fortaleza a la oposición de la que tiene y contabiliza tus fuerzas y ventajas en lo mínimo. Para así tener reservas por los inconvenientes y problemas que puedan surgir. Hay que ser realistas, objetivos y racionales.

Debes demostrarle al opositor que eres más débil de lo que eres, que nunca sepa tus intenciones y menos aún tus planes y estrategias, porque uno de los mejores instrumentos para el triunfo es la sorpresa, y que desconozcan tus planes y estrategias.

Debes conocer cómo mantener el balance entre no dar a conocer a la oposición tus planes y estrategias, a la vez que mantener suficientemente informados a tu ejército y ciudadanía, para que participen, confíen y ayuden. Porque es esencial que los tuyos conozcan tus objetivos para que los puedan respaldar, pero que sepan sólo lo necesario de las estrategias y planes, lo que se logra con asesores y ayudantes discretos y leales. Sólo un puñado de asesores debe conocer la estrategia y el plan completo para que te ayuden a actualizarlo, y los que realizarán el plan sólo conocer la parte que les corresponda. Así evitar el que se entere la oposición.

Cuando proyectes un ataque lejos, aparenta que será cerca; cuando vaya a ser cerca aparenta que será lejos. Desanímalos con la seguridad de tu victoria y confúndelos con las sorpresas.

En lo que la oposición sea fuerte, evítalos; en los que estén débil, atácalos. Cuando estén poderosos, evítalos. Cuando estén débiles, atácalos.

Si el enemigo tiene un Gobierno donde la ciudadanía está satisfecha y la ciudadanía confía en sus dirigentes, existe un buen sistema de premios y castigos, con sus soldados bien entrenados y equipados; debes estar alerta y preparado. Comienza los planes y preparativos inmediatamente. Utiliza campañas emocionales para confundirlos y dividirlos.

Cuando sus dirigentes están confiados, tienes que motivarlos a que se conviertan en arrogantes, soberbios y abusadores, se sobreconfíen, que se descuiden y desatiendan sus obligaciones de realizar obras por la ciudadanía. Así se volverán impetuosos y se olvidarán de su propia estrategia.

Preséntate como humilde para que se persivan por su pueblo como más arrogantes de lo que son, con el cuidado de que tu humildad no se persiva como ineptitud por los tuyos.

Promueve actividades que los distraigan y los cansen. Divídelos hablándole a sus asesores y sub-jefes de sus errores y defectos, para que cuando sus asesores y sub-jefes se los digan entiendan que es la opinión de su propia gente, o si los desoyen, se corran el riesgo de enajenarse de la ciudadanía. Atácalos cuando estén desprevenidos, muévete cuando no lo esperen.

Ataca continuamente, discretamente sus puntos débiles; ataca cuando estén desprevenidos; no le permitas que puedan analizar y entender tus estrategias «aparentándolas» cambiar continuamente. Establece tú la agenda, defínelos a ellos entre su propia gente. Pretende no tener un plan establecido y una estrategia definida. Uno de los mejores jefes militares decía: «El movimiento más eficaz es aquel que no se espera; el mejor de los planes es el que no se conoce.»

La información y los procedimientos utilizados en la preparación de la estrategia no deben ser divulgados previamente y menos aún a la oposición.

No divulgar los planes significa que la información no transcienda. El Arte de la Guerra no tiene una forma constante, lo mismo que el agua no tiene contornos: adaptate al enfrentarte con el adversario, sin dejarle saber de antemano lo que piensas hacer. Por lo tanto, hay que tener en mente la evaluación objetiva del enemigo, y siempre estar atentos a reajustar la información prevista y a observar cambios en la situación.

El que anticipa, planifica y trabaja para el triunfo desde su casa, desde mucho antes de entablar la batalla, es el que tendrá más factores estratégicos favorables, porque ha podido prepararse adecuadamente. El que prevé su incapacidad para ganar desde su casa antes de empezar la batalla es el que tiene menos factores estratégicos a su favor. El que tiene más factores estratégicos a su favor es el que gana, el que tiene menos factores estratégicos a su favor pierde, y mucho más quien no tiene ningún factor estratégico a su favor.

Considerando el asunto de esta manera, se puede anticipar quién va a ganar y quién va a perder.

Mientras más profundices, anticipes y preveas, con toda la información y estudios confiables disponibles; a largo, mediano y corto plazo; para lograr una estrategia completa, objetiva y realizable; más adelantas, y podrás ganar incluso antes de empezar a luchar. Cuando el pensamiento estratégico sea superficial y de corto alcance, es poco lo que puedes ganar mediante tus análisis, así que pierdes antes de comenzar la batalla. Por esto se dice que los líderes victoriosos vencen primero y después van a la guerra, mientras que los dirigentes vencidos van primero a la guerra y después intentan vencer.

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